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martes, 18 de abril de 2017

Cansancio

Artículo de Luis Marín Sicilia


Un día cualquiera, de cualquier mes del año, el hombre (o la mujer), que se ha levantado bien temprano, ha desayunado a la carrera y ha emprendido una jornada laboral larga y exigente, vuelve a su casa bien entrada la noche, conecta el televisor y se ve invadido por "noticias" tan sugerentes para aliviar su tensión emocional como las que, sin tregua ni descanso, abruman su conciencia y esquilman sus bolsillos.

Resulta que una panda de oportunistas lleva meses y años jugando a la independencia, mientras los servicios públicos de sus ciudadanos son cada vez más precarios. Gastan el dinero que extraen de nuestros bolsillos en pasear "embajadores" semianalfabetos intentando embelesar a las potencias extranjeras con la bondad de su mensaje secesionista. No se arredran ante todos los portazos que le arrean en sus narices; ellos "erre que erre" con su letanía tan absurda como ridícula. Mientras los "currantes", muy a su pesar, le sigan pagando el entretenimiento, miel sobre hojuelas.

A la misma vez, el que pretende solazarse ante el televisor, tras su agotadora jornada, escucha cómo va incrementándose el número de organizaciones "desokupadoras" ante la demanda de una clientela aburrida y desesperanzada por la inoperancia del Estado de derecho para garantizar el uso pacífico de una vivienda por la que le sangran a impuestos, justamente, pensaba el iluso, para que nadie perturbara su legítimo derecho de propiedad. Y tienen que recurrir para desalojar a los amigos de lo ajeno, no a los tribunales (¿para qué pagamos a los jueces?, se pregunta) sino a unas empresas cuyo objeto social -¡pásmense!- es que le devuelvan a los propietarios lo que les pertenece. Pues estas empresas cada día tienen más clientes y, al parecer, sortean con éxito las trampas legales que las mafias "okupas" siembran como setas.

Y sentado ante el televisor, el ciudadano medio español vuelve, otro año igual, a ver cómo alcaldes y políticos de medio pelo intentan conmemorar un 14 de abril, haciendo ondear en organismos y espacios públicos una bandera que solo representa a la nostalgia de 8 años de infeliz memoria, metida vía decreto por la puerta falsa, sin respaldo de la opinión pública y cuyo significado decidió el conjunto de españoles superar en una Transición que suponía la reconciliación y el entendimiento. Que los que insisten en el simbolismo de esa tricolor sean los herederos de un PCE que fue el primero en hablar de reconciliación y que supo protagonizar el reencuentro de todos en un futuro de consenso, pone de manifiesto el bajo nivel al que ha caído la izquierda radical española.

Y para mayor decepción y desasosiego, el currante que pretende descansar ante el televisor escucha unas tronantes declaraciones del diputado Cañamero, conocido por su afán de ocupar todo aquello que se mueva en una dirección distinta a la por él deseada. El diputado en cuestión, citado por la justicia, proclama sin ambages que tendrán que ir a detenerlo al Congreso, que él no obedece a nadie y que todo lo que hace es por los pobres, los humillados y los desfavorecidos, actuando como Gandhi y Jesucristo. Muy loable su postura, aunque lo que no se entiende bien es que diga que lo de las Cortes y las instituciones es un circo (no aclara quienes son los payasos), cuya organización y disciplina no le gusta, pero, eso sí, de las que religiosamente cobra todos sus estipendios.

En un momento en que se levanta para coger una cerveza del frigorífico, el currante oye, en la radio que tiene conectada su pareja, un informe demoledor del presidente de la Cámara de Cuentas andaluza, poniendo de manifiesto el dineral de los presupuestos andaluces dilapidado sin control y de forma irregular, en beneficio de conmilitones y agentes sociales de la misma cuerda de quienes gobiernan Andalucía.

Y cuando al pobre hombre protagonista de nuestra historia, harto de ver como su dinero se tira en un sin fin de aventurerismos protagonizados por una panda de pícaros metidos a políticos, y le vienen a la mente el dineral que los Rato, Pujol, Serra, Matas, y demás caraduras han desviado en beneficio propio, es cuando, en ese momento, para agobiarlo más, la televisión anuncia que se ha abierto el plazo para la declaración de la renta del año pasado...

Mientras va, despacito como en la canción de moda, hacia su dormitorio con intención de tomar fuerzas para la jornada siguiente, se pregunta si quedan muchos "tontos" como él en España y si, todo lo que va a tener que pagar a esa Hacienda que decían éramos todos, va a servir para algo más que para seguir alimentando a tanto golfo y aprovechado. Hecho trizas e impotente, le deseó buenas noches a su pareja, dio unos besos a los pequeños que, ellos sí, dormían felices, y se dispuso a descansar para el día siguiente. Sin duda, cayó a la cama cansado. Muy cansado física y moralmente.


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