Artículo de Luis Marín Sicilia
“Llevamos demasiado
tiempo dejándonos arrastrar por unas reglas semánticas impuestas por quienes,
siendo españoles, pretenden dejar de serlo”
“Y absurdamente caemos
en la trampa, porque ni hay catalanes que contraponer a los españoles, ni hay
vascos que no sean españoles, por mucho que a algunos les pese”
“El nesciente no sabe
porque no tiene información; pero el ignorante no sabe porque, incluso teniendo
información, hace oídos sordos a la misma”
Para poder insultar hay que tener talento, porque no ofende
quien quiere sino quien puede. Y no cabe duda de que esa caterva de
indocumentados que, a través del órgano de propaganda "euskaldum",
llamó al resto de españoles "catetos", "fachas",
"progres" o "chonis", ocuparían el lugar más ínfimo de
cualquier velada cultural.
Que las televisiones autonómicas, especialmente las
controladas por los irredentos segregacionistas, se han convertido en órganos
propagandísticos sectarios y doctrinarios, no ofrece la menor duda. Como no la
ofrece el ridículo en que se sumergen a menudo, lo cual entra en la lógica del
esperpento: si pones en marcha una leyenda que parte de una mentira, el
resultado suele ser grotesco, deformado, degradante y desaliñado.
Así debieran haber concluido las valoraciones y juicios
sobre el programa de la ETB referido a la calidad de los españoles, excluidos
los vascos. Porque este es el meollo de la cuestión: los protagonistas son tan
ignorantes que se llaman a sí mismos falsos progres, paletos, chonis o fachas.
Y es que, les guste o no, son españoles y han presentado su propio
autorretrato: el de los españoles más ignorantes.
Llevamos demasiado tiempo dejándonos arrastrar por unas
reglas semánticas impuestas por quienes, siendo españoles, pretenden dejar de
serlo. Y absurdamente caemos en la trampa, porque ni hay catalanes que
contraponer a los españoles, ni hay vascos que no sean españoles, por mucho que
a algunos les pese. A partir de ahí resultan suficientes tanto las quejas a la
televisión autonómica como las disculpas de ésta y de la actriz deslenguada que
ha debido de preocuparse por el futuro de sus habichuelas. Más allá de eso,
como recurrir a instancias internacionales para lavar la ofensa, sería un craso
error porque, en el fondo, conllevaría aceptar las pretensiones de los
sediciosos. Nuestras cuestiones internas se abordan internamente.
En cualquier caso parece que vamos mejorando, pues Sabino
Arana nos tildaba a los no vascos de vagos y perezosos y equiparaba nuestra
lengua común a los rebuznos más sórdidos. Para nuestra satisfacción, basta con
contraponer la trayectoria personal, artística y cultural de la vasca
protagonista de "El guardián invisible", Marta Etura, con la de su
paisana y actriz secundaria de la misma cinta, Miren Gaztañaga, para percatarse
de que el mundo sigue girando entre el progreso de la ciencia y el resentimiento
de la ignorancia.
Porque el problema que existe con el separatismo tiene su
origen en la manipulación histórica y el afán desmedido de poder, aprovechando
la nesciencia de la masa que se pretende adoctrinar. Y es parte de esa masa la
que transita de la nesciencia, es decir de algo que ignora porque no tiene
información, a la ignorancia. El nesciente no sabe porque no tiene información;
pero el ignorante no sabe porque, incluso teniendo información, hace oídos
sordos a la misma.
En los tiempos que corren, todos los adultos ignorantes son
responsables moralmente si han tenido o pueden tener la información específica
del caso de que se trate. Y quienes manipulan y tergiversan la historia por
ansias de poder, son igualmente ignorantes responsables porque saben
sobradamente que aquello que propugnan nunca existió. O sea, Vascongadas y
Cataluña, por ejemplo, siempre han sido españolas, desde que España es España.
Solo Cataluña se sujetó de 1641
a 1659 al vasallaje de Francia, lo que supuso a la
postre la pérdida del Rosselló y parte de la Cerdaña, al firmarse La Paz de los
Pirineos.
Cuando la convivencia y el futuro está en juego conviene
distinguir entre la nesciencia (ignorancia sobre algo que no tenemos obligación
de conocer) y la ignorancia (ausencia de conocimiento sobre algo que debemos
saber). Como decían los latinos "Nescencia
Necat", la ignorancia mata. Y no se equivocaban.
Aunque cueste creerlo, hoy tanta mentira y tanta estupidez
pretenciosa, escondida entre las alharacas populistas tan en boga, que
caminamos, no hacia la muerte del ignorante sino hacia el deterioro y el fin de
las sociedades libres, que no se percatan de que la ignorancia, lejos de acabar
con los ignorantes, puede arrastrar con ellos a los conformistas que se creían
a salvo de la negritud mental de los bárbaros. Muchos hablan demasiado sin
saber de casi nada, cuando, si razonaran un poco y aprendieran, a lo mejor no
hablaban tanto.
Producto de este estado de cosas es lo que ya escribía el
blog de Zheimer en 2004: "He visto y
sufrido magnificas transformaciones de seres humildes que crecieron hasta poner
de manifiesto lo déspotas ladinos que siempre fueron". Pues esa es la
pretensión de tantos funambulistas, separatistas y populistas que pretenden
sumergirnos en la ignorancia supina sobre sus verdaderas intenciones, imbuidos
por la prepotencia de muchos que ignoran su propia ignorancia: "Nescencia Necat".
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