Artículo de Manuel Ramos
La socialdemocracia tiene en su interior la semilla de su autodestrucción:
la nada. Una nada que roba bastante dinero público, todo hay que decirlo. Usando
la expresión del filósofo Carnap, “la nada nadea” y bastante.
El próximo domingo 26 de marzo Susana Díaz se convertirá oficialmente en candidata a la Secretaría
General del PSOE y el escenario para
semejante acontecimiento cósmico es el Ifema
de Madrid: pasarela de moda en Cibeles, paseo de jubilados en FITUR y expositor de “arte” moderno en ARCO. Qué conveniente. Además van a obligar
a un montón de secuaces a ir al acto con lo cual será multitudinario. En España
los partidos políticos son empresas públicas de colocación y, como dijo aquél, el que no va a Ifema no sale en la foto.
Y la foto es la misma desde la muerte de Franco: bandas organizadas que viven del
presupuesto público con un control férreo de su organización, sin que ni los gobernados
ni los propios militantes de cualquier supuesta formación política puedan hacer
nada. Muchos creen que en la democracia interna de los partidos está el secreto
de la democracia en sí misma. Sin embargo lo más importante es poder elegir a personas
en elecciones separadas legislativo/ejecutivo. La manera en la que se acaben decidiendo
esas personas es prácticamente irrelevante. Eso si hubiera libertad política, pero
como no la hay la forma en que se eligen a los cabezas de lista es fundamental pues
son los que deciden luego todos los puestos en la lista.
El PSOE, por ejemplo, controla tanto dicha selección que incluso
aunque Borrell ganara a Almunia en 1998, al final acabó con el puesto el candidato del
aparato, Joaquín Almunia. Es gracioso cómo los llaman “líderes” a los jefes de partido.
Un líder no se vota, un líder no se designa. Un líder destaca de forma natural porque
la gente le sigue, sin necesidad de certificarlo en un papel o la aprobación de
ninguna institución. Pero la socialdemocracia actual no puede premiar el mérito
o el talento natural así que fabrica ritos para nombrar “líderes indiscutibles”.
Y si se comete el error de elegir de forma
clara una opción que no quiere el aparato/la
gestora, entonces se corrige el desliz de manera sibilina.
Ya hemos explicado en otra ocasión que las elecciones primarias
sirven sólo para ciertas situaciones. Sobre todo en países de gran extensión de
terreno y cuando se trata de elegir a una persona, como es el cargo de presidente
de la república de EEUU. En España ni
siquiera se eligen a personas. Los medios de comunicación oficiales, grandes difusores
de la confusión en la partidocracia, hablan de Susana, de Mariano, de Pablo, de Albert. Pero en realidad son los partidos estatales los actores de la
política. No hay responsables personales, es cosa del partido. Por eso es tan fácil
combatir la corrupción en democracia, porque se pueden purgar a las personas pero,
en España, ¿cómo purgamos un partido? Habría que eliminar el partido completo y
eso es muy difícil, por eso la corrupción es sistémica.
El hecho sangrante de la financiación de los partidos es algo
que se sigue admitiendo sin crítica alguna. Enla “primarias” del PSOE, una de las peleíllas ha sido por la forma en la que sereparte el dinero para la campaña. Pedro
Sánchez, candidato detestado por el aparato, optó por una financiación con micro-créditos
o crowdfunding. Unsistema, por cierto, del que Sánchez se mofó cuando Podemos lo usó. El ex
jugador de baloncesto tiene tan poco apoyo de la jerarquía que tiene que recurrir
a un medio honesto para financiarse. Pedro se ha equivocado, ahí no está el dinero
de verdad. Hoy para forrarse hay que meterse en política, como decía el otro, pero
bien adentro. Si uno quiere ir de sincero y honrado en la partidocracia, no llegará
lejos.
Si no, miren a Susana Díaz. Ya tiene cuentacorriente oficial del partido y ni se ha presentado formalmente ni se ha aprobadoel sistema de financiación. Eso es ir por delante de los acontecimientos. Esta
mujer ha sabido desde joven trepar de una forma despiadada entre sus adláteres.
En cambio Sánchez es un producto de márquetin que se ha creído el eslogan publicitario
que lo anunciaba. Y lo principal, Susana Díaz tiene el apoyo del aparato. No hay
más que discutir.
Recordemos que la gestora tiene el censo de militantes, un dato
silenciado y fundamental a la hora de un proceso electoral. Dicha gestora decide
también sobre el sistema de avales que habilitan a los pretendientes al “liderazgo”.
La gestora decide cómo se va a repartir el dinero para la campaña entre los candidatos
y, por si fuera poco, hay apoyos desde las poderosas empresas del Íbex a la candidata del aparato que se
han expresado siempre de forma sutil.
Los sentimientos, como en la foto que hay al comienzo de este
artículo, están muy mediatizados. Desde luego la publicidad ha cambiado con el uso
de internet y que algo se vuelva viral, es decir muy comentado, no siempre supone
algo positivo para aquello de lo que se habla. Como los medios de comunicación están
dejando, poco a poco, de ser la referencia de la opinión, unaimagen o un comentario no controlado por el régimen puede despertar la indignación.
Pero poco más. Insisto en que, al final en este sistema electoral y con estos partidos
estatales, el cambio es imposible. El único cambio positivo es que, simplemente,
desaparezcan. Vemos el ejemplo de UPyD
que hasta el final estuvo dirigido por un aparato impertérrito ante las críticas
y peligros de desaparición. No existe otra forma de librarse de la corrupción en
España, el régimen de partidos debe desaparecer y debemos instaurar la democracia.
Es un cambio que, poco o poco, puede ir calando en el resto
de Europa. Hoy los problemas derivados de la Unión Europea por la desconexión con los habitantes y el horror burocrático,
hace plantearse a los europeos qué quieren de verdad. El sistema proporcional y
de listas, imperante en toda Europa salvo excepciones, controla los cambios. No
deja que se manifiesten de verdad las elecciones ciudadanas. Pero va naciendo una
preocupación por los intereses verdaderos, los acuciantes y no dictados por la socialdemocracia.
Sin embargo, para poder ocuparse de los verdaderos problemas de los ciudadanos,
estos últimos deben poder elegir. Debe haber elecciones a personas, por
distrito, por mayoría y, si es necesario, una segunda vuelta. Así se deciden
las cosas en política y no los apaños proporcionales que, en un panorama cada
vez más fragmentado, dejan a los Estados sin gobierno y a los compromisos
electorales sin contenido ninguno.
Los que votan en la primarias del PSOE, que abandonen toda
esperanza. Está todo amañado. Los que votan hoy día en España (y en
prácticamente toda Europa) que no confíen en que el resultado represente a los
ciudadanos. Este sistema se hizo para controlarnos, no para que decidamos.
Votar hoy día sigue siendo otra forma de balar en el rebaño de la
partidocracia. Saldrá Susana Díaz, la voten o no la voten. ¿No ha salido Rajoy?
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