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jueves, 9 de marzo de 2017

Censura o cierre

Artículo de Luis Marín Sicilia



“No produce sorpresa que medios internacionales como The Economist publicaran la foto de Pablo Iglesias junto con Lenin y Stalin, dada la identidad totalitaria de los personajes”

“En esta casa, tenemos claro que, en la hipótesis no deseada, como no aceptaríamos censuras de ningún tipo, estaríamos abocados al cierre. Porque aquí solo hay una dependencia y sujeción: la de cada cual a su libre pensamiento”



Aunque algunos no se enteran, los hechos históricos acreditan que todos los populismos tienen la misma obsesión y aspiran al mismo sometimiento a sus ideas. Sean integristas o revolucionarios; fascistas o comunistas; de extrema izquierda o de la ultraderecha, en sus comportamientos y pretensiones actúan con las mismas tácticas y obsesiones controladoras.

Los enfrentamientos extravagantes del presidente norteamericano con la prensa no difieren, en el fondo, con la denunciada conducta llevada a cabo en España por los no menos estrambóticos podemitas. Ambos se quejan primero y acosan después al periodista que no transmite las consignas trasladadas mediante las redes sociales o por admoniciones personales. El "mundo nuevo" que los populistas pretenden imponer está por encima de toda consideración y respeto a una información libre y veraz.

La prensa se ocupa estos días de la petición formal y pública de la Asociación de la Prensa de Madrid para que el partido de Pablo Iglesias cese en su campaña de acoso a los periodistas que informan de sus actos, los cuales le han documentado y probado el amedrentamiento y amenaza que sufren cuando su información no es del agrado de Podemos. Editorialistas de todos los colores han puesto de manifiesto su repulsa a ese proceder que pretende persuadir al periodista de la conveniencia de "escribir al dictado" del partido morado, conduciéndolo hacia la autocensura mediante "mensajes y llamadas intimidantes".

Que los periodistas siempre están sujetos a una especie de presión ambiental por parte de los partidos, y en general de todos los grupos de influencia, respecto al trato que dan a las noticias que les conciernen es tan viejo como la propia profesión periodística. Intentar atraerse la simpatía de los medios es, por supuesto, legítimo, pero insultarlos, ridiculizarlos y coaccionarlos termina resultando atentatorio a la libre expresión.

Negar ahora que los populistas de Podemos han seguido una trayectoria atentatoria con la libertad informativa es desconocer las múltiples descalificaciones, coacciones, insultos y comentarios vejatorios dirigidos a profesionales del periodismo por las huestes de Pablo Iglesias. Decir ahora que las acusaciones son falsas y pretender que sean los periodistas los que las hagan buenas en los tribunales es pervertir la carga de la prueba. Si Iglesias dice que son imputaciones falsas atentatorias a su dignidad es él y su partido quien debe querellarse por injurias y calumnias para salvaguardar su honor mancillado.

Como dice Rafael Halcón (Diario Republica 06-03-17) "todos los medios, incluso los afines a Podemos, deben denunciar estas prácticas propias de regímenes totalitarios donde el culto al líder y al partido único se convierten en un valladar contra la libertad". Y es que Podemos ha crecido con una obsesiva idea de controlar los medios hasta el extremo de que el propio Iglesias proclamó que "los medios privados atentan a la libertad de expresión". Criados en el "escrache" como método de presión, con escasa o nula autocrítica, los podemitas aspiran a modelos bolivarianos de censura informativa y persecución del disidente.

En el fondo la realidad siempre se impone: tanto el líder morado como su jefa de gabinete, compañera y portavoz se criaron en las juventudes comunistas, como la gran mayoría de sus correligionarios. Por tanto su alimento doctrinario lo llevan en los genes y lo impondrán a la menor ocasión que se les presente. No produce, pues, sorpresa que medios internacionales como The Economist publicaran la foto de Pablo Iglesias junto con Lenin y Stalin, dada la identidad totalitaria de los personajes.

Como es sabido Lenin despreció la tradición democrática del socialismo europeo y adoptó una dictadura violenta de partido único, proscribiendo la oposición y creando una policía política que persiguió a los disidentes por métodos represivos brutales. Stalin, por su parte, maniobró eficazmente para, controlando la información y el aparato del partido, imponerse a Trotsky, desembarazándose de él y de todos sus adversarios que fueron purgados por una sangrienta dictadura personal.

Es cierto que los tiempos no son los del siglo pasado, pero no cabe duda de que el ADN que circula por las venas de los totalitarios limitará, si alcanzan el poder, los principios democráticos que imperan en Occidente. Y por supuesto, como siempre ocurre, los primeros a descabezar serían los liberales, enemigos comunes de los dictadores de derechas y de izquierdas. Por lo que, en esta casa, tenemos claro que, en la hipótesis no deseada, como no aceptaríamos censuras de ningún tipo, estaríamos abocados al cierre. Porque aquí solo hay una dependencia y sujeción: la de cada cual a su libre pensamiento.

http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Luis%20Mar%C3%ADn%20Sicilia

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