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miércoles, 8 de marzo de 2017

Andalucía: Miles de “ricos” repudian la herencia


Artículo de Paco Romero



Clavelina, una asturiana de 82 años, es noticia estos días por la cruzada que ha emprendido contra el expolio del impuesto de Sucesiones y Donaciones allí donde don Pelayo comenzó a mostrar su hartazgo: tras heredar el piso de su hermano valorado en 300.000 euros, el Principado le reclamó la friolera de 80.000 en efectivo. Solo le quedaba buscarse la vida para lograr la pasta, malvender el inmueble en el plazo de seis meses marcado por la ley para pagar íntegra y religiosamente la cuota, u olvidarse del ahorro en forma de ladrillos labrado por su pariente durante años.

Y no solo en Asturias: el impuesto sigue de latente actualidad. Las alharacas ciudadanitas del pasado verano, que acompañaron la puesta en escena de la nueva regulación, han devenido en marcha fúnebre con su entrada en vigor a primeros de año.

Los chicos de Albert han podido constatar en tan breve lapso de tiempo la injusticia -por su cortedad- y la ineficacia del tan celebrado acuerdo. Tanto que su intento de nuevas reformas de la mano de los populares tendrá que esperar al menos hasta que se negocien los próximos presupuestos.

Cierto es que la nueva regulación supone un cierto alivio en determinados casos. El artículo 14 de la Constitución, que proclama la igualdad de los españoles ante la ley, continúa vigente al parecer, salvo para el Ministerio de Hacienda que puso en manos de las 17 taifas -y sigue sin enmendar- una horquilla en la sucesión mortis causa que va desde el gratis total de la herencia al repudio forzado de la misma.

Solo las herencias de las explotaciones agrarias han obtenido una apreciable reducción, merma que, en sí misma considerada, no es tal porque se requiere que el heredero esté inmerso en el uso y aprovechamiento del negocio.

El problema no es de riqueza ni de pobreza sino de justicia, de legalidad. La doble imposición se pone de manifiesto cuando una misma renta está sujeta a más de un gravamen, aunque sea en personas distintas. Sigue sin tener sentido que al heredar haya que pagar por bienes que han tributado durante años y por diferentes conceptos como ocurre -aunque no solo- con los inmuebles, y que hemos logrado sacar adelante estoica y milagrosamente tras el continuo bombardeo en forma de IVA, IRPF, IBI, contribuciones especiales o plusvalías.

Veinte andaluces, ante la imposibilidad de pagar el impuesto de la muerte, repudian a diario la herencia. Veinte “ricos” menos en la búsqueda gozosa de la revolución pendiente. Veinte “ricos” que el 21 de marzo a las 12 están llamados a las puertas de todos los ayuntamientos de España para decir basta.


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