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jueves, 2 de febrero de 2017

Los “Pata Negra”



Artículo de Antonio Robles


Las revelaciones del juez Santiago Vidal sobre los planes secretos del catalanismo para dar un golpe de Estado institucional, dejan nacionalismo catalán al descubierto. ¿Al descubierto? Sí, para muchos pánfilos que durante estos 35 años han mirado para otro lado, o simplemente han colaborado con él. Caso del Partido Socialista de Cataluña (PSC). Para quienes nos hemos negado a ser sordos, ciegos y mudos, los datos son una simple constatación de otros muchos realizados con luz y taquígrafos por todos los dirigentes nacionalistas a lo largo del tiempo. Otra cosa es que las autoridades del Estado, periodistas, políticos e intelectuales se hayan negado a admitirlo y a hacer cumplir la ley. Como se está negando a hacer Rajoy en estos momentos. 

Datos sobran. Retrocedamos unos años. Esto escribía hace unos meses en el artículo “Los Pata Negra” a propósito del hacedor de todos los males, el gran timonel, el honorable corrupto, Jordi Pujol:

Se conoce con el apodo de “Pata Negra” a un supuesto servicio de inteligencia en la sombra organizado y ocultado por el ex presidente Jordi Pujol durante los 23 años que presidió el gobierno de la Generalidad de Cataluña y gestionado por ex agentes untados del entonces CESID con el objetivo de elaborar informes sobre personas relevantes de la política española implicados en redes de corrupción, extorsiones, prevaricaciones e investigaciones comprometidas a personas  influyentes con el objetivo de hacerse valer, y de paso, protegerse.

La “leyenda” asegura, que el Gobierno actual del PP y los centros del poder del Estado, incluyendo al resto de gobiernos de la democracia habrían entrado en pánico ante la posibilidad de que Jordi Pujol haga uso de los dossiers que guarda si los miembros del Clan Pujol pisan la cárcel. La exageración llega a sostener que pondrían en jaque los pilares mismos de la democracia (¿?). Esto explicaría la inmunidad que goza la famiglia catalanista, desde Félix Millet a Pujol.

Esta “leyenda” ha ido apareciendo recurrentemente durante los dos últimos años ante la extrañeza de ver que ninguno de sus hijos y él mismo ha pisado la cárcel a pesar de los innumerables indicios de corrupción y la propia confesión de Pujol reconociendo un delito fiscal.

Es la misma extrañeza que las buenas gentes de esta castigada piel de toro sienten ante un Mariano Rajoy que se quita de en medio al Alcalde de Granada sin pensárselo un segundo y, sin embargo blinda a Rita Barberá en el Senado a pesar de tener hasta el último de sus colaboradores hundidos en el chapapote de la corrupción. Es la misma extrañeza que siente toda España al comprobar cómo este mismo presidente se niega a hacer cumplir la ley en Cataluña, consiente la exclusión de la lengua común en las escuelas, se haga el loco ante el golpe institucional por etapas, o no haga nada por meter en la cárcel a Jordi Pujol y su famiglia. ¿Tan cogido está?

Las sospechas de la ciudadanía son legítimas. Un líder que ha ocupado todos los cargos del PP, que ha estado en varios gobiernos, y preside el actual, ha de tener alguna responsabilidad en las innumerables imputaciones por corrupción que asolan los telediarios y los juzgados. Es evidente que su empecinamiento al frente del PP está haciendo de muro de contención para evitar que los pesos pesados de su partido y los amigos más comprometidos con él en el pasado sean procesados por innumerables corruptelas. ¿Es altruismo mal entendido, o miedo a lo que pudieran decir? Una cosa es segura, su condescendencia con la corrupción está condenando a su partido al desguace. Su falta de honestidad con el proyecto que lidera y con los jóvenes dirigentes que desean un PP limpio, como Pablo Casado, Andrea Levy o Javier Maroto, es la prueba evidente de su escasa honradez con su partido y una deslealtad con su país. Porque no se trata sólo de limpiar el PP, o de poner a recaudo de la ley a los enemigos de España, sino de devolver a los ciudadanos el derecho a confiar en sus servidores públicos.

Mariano Rajoy no puede seguir de Don Tancredo ante Rita Barberá y el resto de presuntos delincuentes del nacionalismo secesionista. Le cueste lo que le cueste. Ha de dejar el poder con dignidad y defender a la nación a la que juró servir. Si se ha de inmolar, que se inmole, pero sólo después de limpiar el PP, y a continuación dimitir. Empezando por expulsar del partido a esa caradura de Rita Barberá. Puede hacerlo, es parte de sus atribuciones, y cada segundo que pase sin ser despedida del partido, es la sospecha más evidente de que todo está podrido en esa cueva de Ali Babá. También él. Y si le queda una brizna de patriotismo, poner a los Tejeros de guante blanco y levita plurinacional en el lugar que siempre ocuparon los responsables de asonadas, golpes militares y conspiradores contra la soberanía nacional y el bien general.

Sigue la leyenda de los “Pata Negra”, que la prueba de su existencia es el rastro de amenazas que ha dejado su inspirador desde el Caso Banca Catalana. Quizás la amenaza más evidente fue la que eructó en su comparecencia ante los diputados del Parlamento de Cataluña el 21 de Septiembre de 2014 a requerimiento de éste. Acosado por los continuos casos de corrupción que los medios sacaban a diario a la luz y los diputados esgrimieron, les amenazó con tirar de la manta de manera explícita y bronca, más propia de un capo de la camorra acostumbrado a disponer de la vida de los demás, y ahora acorralado, que del respeto debido a un Parlamento democrático:

 “Si siegas la rama de un árbol, al final cae toda la rama, pero no solo cae esa rama, caerán todos los nidos que hay en ellas, no descarten, no descarten que caigan de raíz; ¡no, no!, ¡caerán todos!”

La sintaxis es horrorosa, pero se entiende todo. No era la primera vez que amenazaba a los poderes públicos para evitar su propia cárcel. En Mayo de 1984, con ocasión de la querella del Fiscal General del Estado contra él y una veintena de antiguos directivos de Banca Catalana por los presuntos delitos de apropiación indebida y maquinación para alterar el precio de las cosas, convocó “al pueblo de Cataluña” en la Plaza Sant Jaume para violentarlo contra el Gobierno de España con estas palabras: “A partir de ahora, cuando se hable de ética, de moral y de juego limpio, podremos hablar nosotros, pero no ellos”. Y añadió: “sí, somos una nación, somos un pueblo, ¡y con un pueblo no se juega!” Nunca antes nadie se había envuelto en la bandera con más cinismo para esconder actos delictivos. Su tono melodramático y el chantaje moral que lo envolvía simulaban la amenaza a la vez que la ejercía. Muchos años después, Salvador Sostres delataba con detalles concretos la compra de voluntades para evitar ser procesado por el caso Banca Catalana: “Piqué Vidal hizo una lista de los 41 magistrados de la Audiencia de Barcelona que tenían que decidir si procesaban o no a Pujol y visitó uno a uno a los que calculaba que estaban más dispuestos a dejarse convencer. Y a cada uno de ellos les hizo una oferta que no pudieron rechazar. No una oferta genérica, sino perfectamente personalizada: ayudas al hijo yonqui, el puesto de trabajo de la esposa con problemas, ayudas económicas para las situaciones desesperadas, etcétera. Todo ello, naturalmente, con cargo al erario público. Un día antes de la votación, en 1986, Piqué Vidal estuvo en condiciones de anunciarle a Pujol: «Presidente, ganaréis por 33 a ocho», que fue exactamente el resultado de la votación del día siguiente” (Lo que hemos pagado. Salvador Sostres. El Mundo, 19-11-2012).

¿Son suficientemente explícitas estas amenazas como para dar crédito a esas teorías de la conspiración que explican todo sin explicar nada? No soy dado a dar crédito a ninguna. Pero sí a los rastros psicológicos que deja el personaje. En especial el que dedicó en una octavilla de protesta contra el dictador Franco con ocasión de su visita a Barcelona el 15 de Abril de 1960: “ El general Franco, l'home que aviat vindrà a Barcelona, ha escollit com a instrument de govern la corrupció. Ha afavorit la corrupció. Sap que un país podrit és fàcil de dominar, que un home compromès per fets de corrupció econòmica o administrativa és un home presoner. Per això el Règim ha fomentat la immoralitat de la vida pública i econòmica. Com es fa en certes professions indignes, el Règim procura que tothom estigui enfangat, tothom compromès. L'home que aviat vindrà a Barcelona, a més d'UN OPRESOR, ÉS UN CORRUPTOR”.

A la luz de la corrupción manifiesta que hoy definen los 23 años del gobierno del personaje y de todos sus hijos, queda de manifiesto que la acusación de Jordi Pujol a Franco, no es sino la proyección en el otro de las propias pulsiones totalitarias e inconfesables. Como el resto de su obra política, el rencor malsano que anida en él lo proyecta en España, sobre su lengua común y sobre cuanto percibe como un obstáculo para la construcción de su nación imaginaria. Desde esa perspectiva, la tentación de controlar la debilidad ajena para chantajearla y ponerla a su servicio encaja perfectamente en el personaje.

Y una más, la mordida mejor guardada y sellada por la mala conciencia de un hijo atormentado cuando solo era un adolescente carcomido por su integrismo católico, y que se llevó a la tumba su padre, el abuelo Florencio. Y no me refiero únicamente al contrastado contrabando de divisas, estraperlo, venta de oro en Tánger y otros chanchullos de la época junto a su socio judío, el polaco David Tennenbaum (los dos fueron condenados por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios el 18 de marzo de 1959 por evasión de capitales a Suiza), me refiero específicamente al origen de la fortuna inicial que hizo posible la capitalización de tales tropelías. Las mismas que están en el origen de su fortuna familiar y de su educación delectiva. Tiempo habrá de sacar a la luz esa turbia historia. En ella se condensa toda la hipocresía de ese santurrón de sermones patrioteros que han infectado el alma de la Cataluña actual.

Así pues, si es verdad que Pujol tiene información comprometida de los poderes del Estado capaz de poner en riesgo, incluso, a la propia democracia, ya está tardando en darla toda. Sería la más grande contribución que podría hacer a la democracia. Lejos de ponerla en riesgo, la fortalecería. Porque dejar al descubierto a todos los políticos y responsables institucionales corruptos, no es atacar a la democracia, es librarla de sus mayores enemigos. Los políticos no son la democracia, sólo son sus gestores, los políticos corruptos no son la democracia, sino su patología. Librarnos de ellos sería la mayor bendición para España.

¿Pero tiene Pujol dossiers, o solo es una más de sus fantasmadas para seguir doblegando la voluntad del Estado y librarse del peso de la ley?

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