Artículo de Antonio Robles
Las revelaciones del juez Santiago Vidal sobre los planes
secretos del catalanismo para dar un golpe
de Estado institucional, dejan nacionalismo catalán al descubierto. ¿Al
descubierto? Sí, para muchos pánfilos que durante estos 35 años han mirado para
otro lado, o simplemente han colaborado con él. Caso del Partido Socialista de
Cataluña (PSC). Para quienes nos hemos negado a ser sordos, ciegos y mudos, los
datos son una simple constatación de otros muchos realizados con luz y
taquígrafos por todos los dirigentes nacionalistas a lo largo del tiempo. Otra
cosa es que las autoridades del Estado, periodistas, políticos e intelectuales
se hayan negado a admitirlo y a hacer cumplir la ley. Como se está negando a
hacer Rajoy en estos momentos.
Datos sobran. Retrocedamos unos años. Esto escribía hace
unos meses en el artículo “Los Pata Negra” a propósito del hacedor de todos los
males, el gran timonel, el honorable corrupto, Jordi Pujol:
Se conoce con el apodo de “Pata Negra” a un supuesto
servicio de inteligencia en la sombra organizado y ocultado por el ex
presidente Jordi Pujol durante los 23 años que presidió el gobierno de la Generalidad
de Cataluña y gestionado por ex agentes untados del entonces CESID con el
objetivo de elaborar informes sobre personas relevantes de la política española
implicados en redes de corrupción, extorsiones, prevaricaciones e
investigaciones comprometidas a personas
influyentes con el objetivo de hacerse valer, y de paso, protegerse.
La “leyenda” asegura, que el Gobierno actual del PP y los
centros del poder del Estado, incluyendo al resto de gobiernos de la democracia
habrían entrado en pánico ante la
posibilidad de que Jordi Pujol haga uso de los dossiers que guarda si los
miembros del Clan Pujol pisan la cárcel. La exageración llega a sostener que
pondrían en jaque los pilares mismos de la democracia (¿?). Esto explicaría la
inmunidad que goza la famiglia catalanista, desde Félix Millet a Pujol.
Esta “leyenda” ha ido apareciendo recurrentemente durante
los dos últimos años ante la extrañeza de ver que ninguno de sus hijos y él
mismo ha pisado la cárcel a pesar de los innumerables indicios de corrupción y
la propia confesión de Pujol reconociendo un delito fiscal.
Es la misma extrañeza que las buenas gentes de esta
castigada piel de toro sienten ante un Mariano Rajoy que se quita de en medio
al Alcalde de Granada sin pensárselo un segundo y, sin embargo blinda a Rita
Barberá en el Senado a pesar de tener hasta el último de sus colaboradores
hundidos en el chapapote de la corrupción. Es la misma extrañeza que siente
toda España al comprobar cómo este mismo presidente se niega a hacer cumplir la
ley en Cataluña, consiente la exclusión de la lengua común en las escuelas, se
haga el loco ante el golpe institucional por etapas, o no haga nada por meter
en la cárcel a Jordi Pujol y su famiglia. ¿Tan cogido está?
Las sospechas de la ciudadanía son legítimas. Un líder que
ha ocupado todos los cargos del PP, que ha estado en varios gobiernos, y
preside el actual, ha de tener alguna responsabilidad en las innumerables
imputaciones por corrupción que asolan los telediarios y los juzgados. Es
evidente que su empecinamiento al frente del PP está haciendo de muro de
contención para evitar que los pesos pesados de su partido y los amigos más
comprometidos con él en el pasado sean procesados por innumerables corruptelas.
¿Es altruismo mal entendido, o miedo a lo que pudieran decir? Una cosa es
segura, su condescendencia con la corrupción está condenando a su partido al
desguace. Su falta de honestidad con el proyecto que lidera y con los jóvenes
dirigentes que desean un PP limpio, como Pablo Casado, Andrea Levy o Javier
Maroto, es la prueba evidente de su escasa honradez con su partido y una
deslealtad con su país. Porque no se trata sólo de limpiar el PP, o de poner a
recaudo de la ley a los enemigos de España, sino de devolver a los ciudadanos
el derecho a confiar en sus servidores públicos.
Mariano Rajoy no puede seguir de Don Tancredo ante Rita
Barberá y el resto de presuntos delincuentes del nacionalismo secesionista. Le
cueste lo que le cueste. Ha de dejar el poder con dignidad y defender a la
nación a la que juró servir. Si se ha de inmolar, que se inmole, pero sólo
después de limpiar el PP, y a continuación dimitir. Empezando por expulsar del
partido a esa caradura de Rita Barberá. Puede hacerlo, es parte de sus
atribuciones, y cada segundo que pase sin ser despedida del partido, es la
sospecha más evidente de que todo está podrido en esa cueva de Ali Babá.
También él. Y si le queda una brizna de patriotismo, poner a los Tejeros de
guante blanco y levita plurinacional en el lugar que siempre ocuparon los responsables
de asonadas, golpes militares y conspiradores contra la soberanía nacional y el
bien general.
Sigue la leyenda de los “Pata Negra”, que la prueba de su
existencia es el rastro de amenazas que ha dejado su inspirador desde el Caso
Banca Catalana. Quizás la amenaza más evidente fue la que eructó en su
comparecencia ante los diputados del Parlamento de Cataluña el 21 de Septiembre
de 2014 a
requerimiento de éste. Acosado por los continuos casos de corrupción que los
medios sacaban a diario a la luz y los diputados esgrimieron, les amenazó con
tirar de la manta de manera explícita y bronca, más propia de un capo de la
camorra acostumbrado a disponer de la vida de los demás, y ahora acorralado,
que del respeto debido a un Parlamento democrático:
“Si siegas la rama de un árbol, al final cae toda la rama, pero no solo
cae esa rama, caerán todos los nidos que hay en ellas, no descarten, no descarten que caigan de
raíz; ¡no, no!, ¡caerán todos!”
La sintaxis es horrorosa, pero se entiende todo. No era la
primera vez que amenazaba a los poderes públicos para evitar su propia cárcel.
En Mayo de 1984, con ocasión de la querella del Fiscal General del Estado
contra él y una veintena de antiguos directivos de Banca Catalana por los
presuntos delitos de apropiación indebida y maquinación para alterar el precio
de las cosas, convocó “al pueblo de Cataluña” en la Plaza Sant Jaume para
violentarlo contra el Gobierno de España con estas palabras: “A partir de ahora,
cuando se hable de ética, de moral y de juego limpio, podremos hablar nosotros,
pero no ellos”. Y añadió: “sí, somos una nación, somos un pueblo, ¡y con un
pueblo no se juega!” Nunca antes nadie se había envuelto en la bandera con más
cinismo para esconder actos delictivos. Su tono melodramático y el chantaje
moral que lo envolvía simulaban la amenaza a la vez que la ejercía. Muchos años
después, Salvador Sostres delataba con detalles concretos la compra de
voluntades para evitar ser procesado por el caso Banca Catalana: “Piqué Vidal hizo una lista de los 41
magistrados de la Audiencia de Barcelona que tenían que decidir si procesaban o
no a Pujol y visitó uno a uno a los que calculaba que estaban más dispuestos a
dejarse convencer. Y a cada uno de ellos les hizo una oferta que no pudieron
rechazar. No una oferta genérica, sino perfectamente personalizada: ayudas al
hijo yonqui, el puesto de trabajo de la esposa con problemas, ayudas económicas
para las situaciones desesperadas, etcétera. Todo ello, naturalmente, con cargo
al erario público. Un día antes de la votación, en 1986, Piqué Vidal estuvo en
condiciones de anunciarle a Pujol: «Presidente, ganaréis por 33 a ocho», que fue
exactamente el resultado de la votación del día siguiente” (Lo que hemos
pagado. Salvador Sostres. El Mundo, 19-11-2012).
¿Son suficientemente explícitas estas amenazas como para dar
crédito a esas teorías de la conspiración que explican todo sin explicar nada?
No soy dado a dar crédito a ninguna. Pero sí a los rastros psicológicos que
deja el personaje. En especial el que dedicó en una octavilla de protesta
contra el dictador Franco con ocasión de su visita a Barcelona el 15 de Abril
de 1960: “ El general Franco, l'home que aviat vindrà a
Barcelona, ha escollit com a instrument de govern la corrupció. Ha afavorit la
corrupció. Sap que un país podrit és fàcil de dominar, que un home compromès
per fets de corrupció econòmica o administrativa és un home presoner. Per això
el Règim ha fomentat la immoralitat de la vida pública i econòmica. Com es fa
en certes professions indignes, el Règim procura que tothom estigui enfangat,
tothom compromès. L'home que aviat vindrà a Barcelona, a més d'UN OPRESOR, ÉS
UN CORRUPTOR”.
A la luz de la
corrupción manifiesta que hoy definen los 23 años del gobierno del personaje y
de todos sus hijos, queda de manifiesto que la acusación de Jordi Pujol a
Franco, no es sino la proyección en el otro de las propias pulsiones totalitarias
e inconfesables. Como el resto de su obra política, el rencor malsano que anida
en él lo proyecta en España, sobre su lengua común y sobre cuanto percibe como
un obstáculo para la construcción de su nación imaginaria. Desde esa
perspectiva, la tentación de controlar la debilidad ajena para chantajearla y
ponerla a su servicio encaja perfectamente en el personaje.
Y una más, la
mordida mejor guardada y sellada por la mala conciencia de un hijo atormentado
cuando solo era un adolescente carcomido por su integrismo católico, y que se
llevó a la tumba su padre, el abuelo Florencio. Y no me refiero únicamente al
contrastado contrabando de divisas, estraperlo, venta de oro en Tánger y otros
chanchullos de la época junto a su socio judío, el polaco David Tennenbaum (los
dos fueron condenados por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios el 18 de
marzo de 1959 por evasión de capitales a Suiza), me refiero específicamente al
origen de la fortuna inicial que hizo posible la capitalización de tales
tropelías. Las mismas que están en el origen de su fortuna familiar y de su
educación delectiva. Tiempo habrá de sacar a la luz esa turbia historia. En ella se condensa toda la hipocresía de
ese santurrón de sermones patrioteros que han infectado el alma de la Cataluña
actual.
Así pues, si es verdad que Pujol tiene información
comprometida de los poderes del Estado capaz de poner en riesgo, incluso, a la
propia democracia, ya está tardando en darla toda. Sería la más grande
contribución que podría hacer a la democracia. Lejos de ponerla en riesgo, la
fortalecería. Porque dejar al descubierto a todos los políticos y responsables
institucionales corruptos, no es atacar a la democracia, es librarla de sus
mayores enemigos. Los políticos no son la democracia, sólo son sus gestores,
los políticos corruptos no son la democracia, sino su patología. Librarnos de
ellos sería la mayor bendición para España.
Gran articulo y muy valiente.
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