Artículo de Manuel Ramos
La celebración del 28 de febrero, día de
la comunidad autónoma de Andalucía, es un acto protocolario propio de los estados
(en este caso mini-estado) que no tienen una verdadera conexión con los ciudadanos.
Las comunidades autónomas se basaron en las regiones españolas y de su herencia
han adoptado poses que intentan imitar al propio estado español. No hay nada de
malo en reivindicar el terruño, la patria chica. Lo que ocurre es que aquí no se
celebra la región andaluza y sus habitantes sino el estado andaluz, la Junta de
Andalucía. Una vez más, el estado sobre la nación pero ahora en menor escala.
El estado, en este caso, son los partidos
estatales. Esos partidos pagados por el estado que recibirán 52,7 millones de euros, según
publica Sueldos Públicos. Vuelvan a pensar, por un momento, la cantidad de dinero
de todos que se llevan de nuestros bolsillos mediante impuestos. Y la cantidad de
cargos sin control que toman decisiones de todo tipo. Si al menos cada cual decidiera
dónde va a poner su dinero, como le ocurre a cualquier hijo de vecino, sería consciente
de que se ha equivocado y no se volvería a financiar aquello que uno no apoya. Pero
los partidos son como cualquier cuerpo de funcionarios. Una vez aplicada la partida
presupuestaria es imposible suprimir ese gasto. Es una garrapata adherida al bolsillo
del pagador de impuestos que se mete debajo de la piel.
Nuestros impuestos les dan vida material,
nuestro voto les da vida espiritual. Por eso una manera parcial de retirarles la
respiración es dejar de votar en este régimen, cosa que hago con la alegría de saber
que, al menos, estoy colaborando en su lenta decadencia.
Como en cuanto a dinero de los demás la cosa
no decae, lo que sí decae es en credibilidad, es decir, la legitimidad. El 28F es
otra ceremonia del mini-estado andaluz para hacer alarde de poder. Conceder medallas,
lanzar globos y zamparse comidas con dinero público. No hay votaciones cerca, cosa
rara, pero sí se prepara a una candidata. “La” candidata. Olvídense ustedes de los
demás pues los partidos de masas no funcionan mediante democracia interna. Ya se
ha explicado aquí. La jefa del PSOE tiene su cortijo algo revuelto pero no duden
que todo acabará atado y bien atado, como les enseñó su antecesor.
Para hacer campaña dan dinero público a los
partidos ¿por qué no emplear una celebración estatal para la propaganda de un partido?
Pues porque la oligarquía necesita tener un equilibrio. Es necesario que el dinero
esté bien repartido y no haya demasiados abusos. Podemos
se ha quejado de que se le dé la “medalla de Andalucía” a Antonio Caño, director
de El País. Dicen que Susana Díaz usa “las instituciones” para su conveniencia.
¡Anda, igual que todos los demás partidos! Para eso son estatales, para usar el
estado a su conveniencia. Lo que pasa siempre con Podemos es que desprende la ingenuidad
de señalar el problema pero ser parte del problema también. Es la ventaja de no
tener poderes separados.
Para esta ocasión la jefa del PSOE ha vuelto
a reiterar su mensaje, no para Andalucía, sino para España. Según ella se propone:
«el reto de impulsar un pacto federal, pluralista, cooperativo y social para España,
basado en el reconocimiento y respeto de las singularidades, la solidaridad y en
la igualdad».
Es decir, un pacto (¿quién con quién?) federal (¿de qué estados habla?
Una federación es entre estados), pluralista (no plural, sino “pluralista”, a saber
qué es eso), cooperativo y social (qué bien quedan esas palabras aunque no signifiquen
nada) para España, basado en el reconocimiento y respeto de las singularidades (unas
singularidades pluralistas), la solidaridad (¿de qué color nos ponemos el lacito
para solidarizarnos?) y en la igualdad (¿de qué igualdad habla? ¿Legal, material,
moral, intelectual?).
Pueden comprobar el índice de socialdemocracia
que tiene esta mujer en sus frases. La demagogia, común en todos los políticos socialdemócratas,
se exacerba en las fiestas estatales. El 28F será la fiesta del PSOE, una vez más.
A pesar de que el jefe del PP andaluz haya querido también tener su cuota de pantalla
en este despropósito. Los andaluces, mientras, seguimos con nuestros problemas.
Pagando impuestos y teniendo que llevar adelante cada uno su casa tras el robo e
impunidad constante de los políticos. Muchos nos sentimos felices de ser andaluces,
de nuestra cultura, nuestro paisaje, nuestra familia y amigos. Y nos alegramos que
otros andaluces triunfen por su valía y profesión. Que vengan los políticos del
estado a fastidiarnos con sus peleas en un día que podría perfectamente ser un motivo
de celebración, no ya de la creación de la Junta de Andalucía, ente siniestro, sino
del orgullo de una tierra que tanta Historia tiene como cuento tienen sus gobernantes.
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