Artículo de Manuel Ramos
En la noticia que publica ayer Pedro de Tena en Libertad Digital, titulada “Encuentran un agujero de 1.400 millones de euros en la Junta de Andalucía” conocemos otro episodio más de la terrible ristra de casos que apuntan a un uso del dinero público completamente desbocado y sin control. El relato aterrador de las prisas por vender inmuebles para conseguir dinero rápidamente recuerda al drogadicto que empeña las joyas robadas de su madre para un último enajenamiento psicotrópico.
Se añade, además de este pufo de 131 millones en temas inmobiliarios, 779 millones detectados en el informe sobre conciliación de saldos de las agencias públicas, 444 millones del informe sobre la agencia IDEA y los 60 millones de la Agencia de Medio Ambiente. En total 1.414 millones. Todos esto observando los informes de la Cámara de Cuentas que se hicieron entre 2014 y parte de 2015.
Quizá puedan marearse con tanto dinero. En España hemos manejado unas cifras de corrupción tan tremendas en estas última décadas que los investigadores de estos casos tan clamorosos ya no saben cómo llamar la atención sobre las cifras que encuentran una y otra vez repasando los informes que además están a la vista de todos. Paradójicamente, para ocultar algo del común de los mortales, lo mejor es colocarlo en un tablón de anuncios. Rodeado de tanta información jamás dará ninguna pista de la importancia que tienen estas noticias para la tan esperada revolución de la libertad que consiga por fin la democracia en España.
La Cámara de Cuentas es un organismo extrañamente independiente a la hora de señalar los pufos cometidos por los gobernantes de la Junta de Andalucía. Hay cierta independencia en la propia profesionalidad de los miembros que tienen unos cargos que duran 6 años. Lo extraño viene en que son elegidos por el Parlamento andaluz, eso sí por una mayoría de 3/5 lo que obliga muchas veces a que el PSOE tenga que pactar con un socio. Aún así, y aún siendo unas cifras tan enormes sobre las que estos inspectores plantan la duda, no hay consecuencias más allá de algunos dignos titulares. No hay verdadera rendición de cuentas y lo estamos viendo con el caso de los cursos de formación (caso EDU) y el caso ERE.
La falta de consecuencias lleva a la pérdida de sensación de realidad cuando uno lee estos titulares que estamos comentando. Cualquier andaluz puede comentar con seguridad que estas acusaciones no llevarán a la cárcel a nadie. Si acaso a algún chivo expiatorio, pero nunca a los altos mandatarios. Se saben perfectamente aforados. Igualdad ante la Ley ¡ja!, me río de quien intente defenderla en España.
El descenso a la tierra firme de la realidad se produce al empezar a pensar que esas personas con sueldazos de dinero público, hijos muchas veces de los mandamases de la Junta, tienen un futuro hoy maravilloso. Quizá tienen veinte años y, a pesar de ser mediocres, están muy bien situados y con planes de futuro: viajes, comprar una casa, casarse, tener niños, comprar otro coche, comprar otra casa... Todos esos planes están basados en los cimientos del dinero público que le están robando a ese otro chaval, estudioso, de veinte años también, que no encuentra trabajo y que a duras penas llega a fin de mes. Ni loco piensa en que tendrá una casa o una propiedad mucho mayor que la de su teléfono y un vehículo utilitario. Los caprichos son someros y los planes de futuro, cortoplacistas. Nota que su futuro se ha recortado lejanía de miras. Ahora ya no puede mirar tan lejos. En Andalucía hay que mirar abajo, al suelo para no caerse.
Pero los privilegiados de la Junta de Andalucía, familias enteras viviendo del erario público, están mirando lejos. Allá donde abarca su campo de visión erradican todas las esperanzas plantadas por los andaluces. Donde ellos pasan no vuelve a crecer la prosperidad, la riqueza, el futuro. Todo está subordinado a que esta casta de mangantes viva muy por encima de lo que podrían conseguir con su esfuerzo. La mediocridad, encaramada en partidos políticos, nos está recortando el futuro, directamente de nuestros bolsillos.
Quizá porque un bolsillo es una parte de la prenda muy pequeña y hay muchos bolsillos en esta bendita tierra, no percibimos el robo de futuro que nos están haciendo en conjunto, como sociedad. La incapacidad de resistir el robo resigna a muchos a consentir este atropello. Si acaso, esperan que alguna vez les toque a ellos robar. Es la única esperanza que queda al siervo voluntario. Pero no es una esperanza digna, no cuando sabemos que cuando hay escasez todos nos hemos tenido que apretar el cinturón y ese esfuerzo ha sido el de unos padres, abuelos, amigos, hermanos... Gracias a las familias y amigos España ha salido adelante, a pesar de que nos han esquilmado con sus impuestos y diezmos.
Termino con una pregunta: ¿conoce usted a alguien en su ciudad o su pueblo que viva con un cargo a dedo y con lujo a cuenta del dinero público? Pues esa persona le está robando su dinero, le está quemando su futuro.
Gracias por la mención. UN saludo Pedro
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