Artículo de Luis Marín Sicilia
A nadie se le escapa que tanto el Brexit
como las medidas de Trump suponen un repliegue proteccionista de intereses
egoístas, ajenos al espíritu expansionista anglosajón
No extraña que la izquierda más radical, en
España y en el mundo, coincida con Trump en la derogación de todo lo
concerniente al libre comercio y la globalización
La paralización definitiva del mega tratado del Pacífico (TTP) y su oposición al área de libre comercio transatlántico entre EEUU y la Unión Europea (TTIP) por parte de Trump confirman el giro proteccionista que está tomando la economía mundial. Tal deriva ha sido objeto de debate y análisis en la 47 edición del Foro Económico Mundial (WEF) conocido como Foro de Davos, con más de tres mil asistentes en unas cuatrocientas reuniones, en el que se ha lanzado un claro mensaje de "rechazo a las barreras proteccionistas que pretende imponer el populismo".
Curiosamente, mientras el Foro ha mirado con prevención al proteccionismo de Trump y a las inciertas medidas que provoque el Brexit, frente a las cuales hay que "apoyar el libre comercio y la globalización", el presidente chino Xi Jinping afirmaba que su país seguirá "comprometido con el libre comercio y la inversión, por lo que hay que facilitar la apertura y decir no al proteccionismo". "China mantendrá su puerta abierta y no la cerrará, porque nadie ganaría en una guerra comercial", concluyó.
A nadie se le escapa que tanto el Brexit como las medidas de Trump suponen un repliegue proteccionista de intereses egoístas, ajenos al espíritu expansionista anglosajón, por lo que la intervención de Theresa May en el Foro carece de credibilidad cuando, tras afirmar que abandonarán el mercado único europeo, se permite decir que "abandonamos la Unión Europea para abrazar el mundo". No es de extrañar que entidades como el HSBC y la UBS ya anuncien el traslado desde Londres a otra ciudad europea, y que Goldman Sachs se plantee el mismo camino.
La ansiedad, la incertidumbre que ha provocado la crisis mundial, ha facilitado la expansión de mensajes populistas, tanto a la derecha como a la izquierda, que con su simplismo pretenden salvaguardar los intereses de sus destinatarios, colocando muros y alambradas, físicas o jurídicas, para excluir a los semejantes. No extraña, por tanto, que la izquierda más radical, en España y en el mundo, coincida con Trump en la derogación de todo lo concerniente al libre comercio y la globalización.
En el fondo, el gran problema del momento es entender que el desafío exige analizar con detenimiento el reto tecnológico, la llamada Cuarta Revolución Industrial y la gran amenaza que la misma supone para el empleo, de lo que ya advirtió el Foro de Davos el año pasado, puesto que la digitalización conlleva una clara destrucción de puestos de trabajo. Y los gobiernos deben esforzarse en paliar tal efecto con medidas imaginativas, alejadas del simplismo proteccionista emprendido por Trump y los británicos.
La gran batalla del momento es que China, con mil cuatrocientos millones de habitantes, ha despertado al capitalismo y esa es una marea imposible de parar con medidas proteccionistas. Porque si los trescientos veinte millones de estadounidenses son incapaces de entenderse con los quinientos diez millones de europeos (incluidos los sesenta millones de británicos), y se refugian americanos e ingleses en lo excluyente, no cabe duda de que el futuro es asiático. Porque, como se ha dicho, los chinos son más, trabajan más y compiten más.
La situación debe abordarse desde criterios de exigencia para que nadie juegue con ventaja. Se trata de plantear la vigencia universal de derechos sociales y de políticas laborales, asistenciales y sanitarias, como premisa ineludible para competir en igualdad. Es un reto complicado, difícil, pero inexcusable a medio y largo plazo.
Quienes a la sombra de una crisis profunda han lanzado mensajes populistas como instrumento de futuro, que en el fondo enmarcan planteamientos renovados del comunismo, el fascismo o el nacionalismo, provocarán la frustración de la ciudadanía. Porque el desafío no se resuelve con apelaciones populistas como "no os fallaré", "recuperemos nuestro orgullo, nuestras fronteras, nuestro trabajo, nuestros sueños y riquezas" como hace Trump, ni con mensajes sin fondo como "reforzar lo nuestro", "repudiar a la casta o al stablishment", "recuperar el poder de la gente", "el pueblo", "levantar la economía con obra pública", y otras apelaciones intervencionistas y proteccionistas tan queridas por los "neocomunismos" y "neofascismos" del momento.
Hay expertos que desconfían de que China sea realmente abanderada del libre comercio porque sus prácticas comerciales levantan ronchas en otros países. Y ciertamente que se juega con ventaja cuando el costo de producción se reduce a costa de los derechos humanos. Es ahí donde estará la exigencia futura en un comercio libre no contaminado.
Pero para mentes liberales en lo económico y humanitario en lo social, los mercados, tan abominados por los totalitarismos de todo signo, seguirán siendo la clave del progreso de la humanidad. El libre mercado, las reglas comunes, los derechos humanos y el trabajo bien hecho. Quien mejor lo interprete liderará el futuro.
Señor Marin, normalmente suelo coincidir en gran medida con sus opiniones y apreciaciones, pero en este caso, veo mas voluntarismo que realidad. La realidad es que vivimos en un mundo globalizado, o casi,que las mieles de este mercado mundial estan siendo disfrutadas por una elite y siendo sufridas por una gran parte del resto de la sociedad, y que si esta globalizacion sirve para igualarnos a la baja con el resto de ciudadanos del mundo,flaco favor nos estamos haciendo, tratando de incentivarla.Habria primero que hacer un marco de leyes economicas y sociales comunes a todos los paises que vayan a formar parte de este mercado total, y despues desarrollar ese mercado, para asi poder jugar con las mismas posibilidades, y no al contrario,primero formamos el mercado, y despues salvese quien pueda. La realidad mas cruda, es que los sufridores directos de todo este desaguisado son las clases medias y bajas, y de ahi que terminen refugiandose en ideologias extremistas. No sera nada facil llegar a ese estado de mercado total, y para ejemplo, no hay mas que ver la CEE, en la que hay paises de primera , de segunda y hasta de tercera division, en la que Alemania y algun que otro pais fundador hace de señoritos, y otros, como España hemos quedado relegados como pais de turismo y retiro para la gente de alto poder adquisitivo del resto de la union. El tipo de globalizacion al que tendemos,llenara de mas desigualdad e injustia a los ciudadanos de los paises que se adhieran a ella. Un saludo.
ResponderEliminarCreo que no discrepamos en exceso, cuando apunto que será decisiva la búsqueda de "un comercio libre no contaminado" para evitar que se juegue "con ventaja cuando el costo de producción se reduce a costa de los derechos humanos." Espero que el futuro lo lidere quien mejor intérprete "el libre mercado, las reglas comunes, los desechos humanos y el trabajo bien hecho". En el fondo creo que pensamos lo mismo. Gracias en todo caso.
EliminarCreo que no discrepamos en exceso, cuando apunto que será decisiva la búsqueda de "un comercio libre no contaminado" para evitar que se juegue "con ventaja cuando el costo de producción se reduce a costa de los derechos humanos." Espero que el futuro lo lidere quien mejor intérprete "el libre mercado, las reglas comunes, los desechos humanos y el trabajo bien hecho". En el fondo creo que pensamos lo mismo. Gracias en todo caso.
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