Artículo de Mazelmind
Dice la historia que me contaban de niña y
la que les he contado a mis hijos, que en Janucá se celebra el milagro de la
luz. Los Macabeos entraron en el templo profanado por los soldados de Antíoco
IV y solo encontraron aceite para un día. Encendieron la menorah y la luz duró
8 días, el tiempo que necesitaban para volver a producir el aceite para
encender la lámpara y reinaugurar el templo.
Hay una parte mítica, casi mágica que habla
de un milagro, el de la luz que no se apaga, símbolo de lo que permanece contra
todo pronóstico. Agradecemos, al bendecir las velas, por la vida, por estar y
por haber llegado hasta nuestros días. En la oscuridad atenuada por las
luminarias hasta el menos devoto teje finos lazos con personas de otros tiempos
y lugares en medio de frituras y canciones viejas.
Viviendo en España descubrí un día esta
canción en judeoespañol escrita por una mujer sefardí bosnia , Flory
Jagoda. Mientras mi abuela vivía, mis hijos, entonces pequeñitos, se la
cantaban cada año por teléfono a muy larga distancia. Ella ya no está pero
seguimos cantando las kandelikas en la lengua de la bisabuela de Monastir,
tejiendo lazos.
La comparto.
Feliz Janucá, Feliz Navidad y mucha luz
para todos.
(“Ideas sueltas de una
afortunada”, diciembre de 2016)
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