Artículo de Mazelmind
He ido para que no me lo cuente nadie y quizás la noticia es que conservo intacta la capacidad de asombro ante la manipulación histórica, arqueológica y política financiada con fondos públicos. Si usted me está leyendo sepa que le ha costado una pasta el sitio por el que me he paseado con un amigo tan friki y con tantas tragaderas como yo. Esto le da derecho a saber lo que hemos visto.
El viejo Mercado del Born es un bonito y excelentemente restaurado edificio de tiempos de la exposición universal de Barcelona que iba para biblioteca provincial cuando se destaparon los restos arqueológicos de una zona bombardeada que Felipe V había hecho cubrir con tierra. No es la única zona con restos en Barcelona pero, a diferencia de otras zonas descubiertas que finalmente
Es verdad que al excavar se encontraron paredes, pavimentos, zonas por donde discurría el agua, cerámicas azules catalanas, valencianas e italianas(pocas) datadas desde el siglo XVII y el XVIII. Para quien haya visto el Templo Mayor de
Bajo las ciudades están los restos de las vidas de las personas de otras épocas y Barcelona no es excepcional en eso. Lo excepcional, es el trato que se ha dado a algunos de los restos de nuestra ciudad.
Como ya dije, este no es el único barrio con restos de la época pero estos han sido “bien utilizados”.
Intentaré compartir con el lector más sensaciones que informaciones respecto a la visita. Quien esté interesado en la parte científica del tema puede consultar la carta arqueológica del Born aunque hay que decir que esta solo incluye los restos de la “Barcelona de
Cito a a Arqueòleg glamurós :“El yacimiento no está acabado excavar ni mucho menos: Solamente se ha sacado la runa que cubría las estructuras del 1714. Debajo hay restos de
Ahora si me acompañan, vamos a la visita. A la entrada, preside esta plaza prácticamente vacía el mástil de 17,
Tampoco entiendo qué pinta la exaltación patriótica en un recinto supuestamente arqueológico si solo se pretende mostrar reseñar y explicar lo encontrado a menos que ese no sea el objetivo.
El acceso al recinto del mercado para mirar las ruinas desde los balcones es gratuito a no ser que uno quiera una audioguía o una visita guiada. La audioguía se obtiene previa entrega del DNI en prenda, para prevenir que a alguno le dé por escuchar en casa los tesoros del lugar. En el artefacto han grabado todos los textos escritos dentro del museo uno a uno y alguna cosa más, de modo que mi sacrificado acompañante y yo la aguantamos poco rato y optamos por leer y compartir impresiones.
El relato del museo comienza en
Se cuenta que antes de la guerra de sucesión los habitantes de la ciudad tenían sus almacenes de hielo, hacían bailes y chocolatadas en terrazas, caminaban por paseos con pintas vienesas y los galanes con peluca se arrodillaban para pedir matrimonio a sus amadas.
Esto, por lo visto, no es
extraño dada la cercanía de la época. Claro que es más fácil datar la Barcelona de 1714 que
los estratos de la Sierra
de Atapuerca. Estas ruinas son muy recientes y están en excelente estado de
conservación pero según cuenta Arqueòleg Glamurós hay mapas detallados de la
zona anteriores a la excavación del yacimiento y se conocen incluso los nombres
de las calles y de los propietarios de cada casa. Entonces, además de ser
bonitos, y conservar buenas alturas de muros los restos destapados no
aportan ninguna información que no fuese conocida con anterioridad.
Se habla de testamentos encontrados y documentos varios, he llegado a ver hasta empuñaduras de espada de 1710. La mayoría de los elementos tienen, como es normal fechas aproximadas dentro de pequeños márgenes pero la exactitud de las espadas (seguramente de algún mártir) solo había yo visito en sitios que no necesitaban excavarse.
Según avanzábamos por la sala que explica cómo era Barcelona antes de los Borbones iban apareciendo piezas, de Barcelona y de otras zonas y épocas que a veces daban la sensación de no encajar en un relato que obviamente está escrito antes de montar las piezas de museo. Los museos arqueológicos se construyen y las exposiciones se montan al servicio de las piezas que supuestamente tienen un valor histórico y científico. El Born tiene piezas y leyendas puestas ahí al servicio de un relato y un discurso político.
Esta incomodidad de las fechas perfectas yla Ciudad de las Maravillas
destruida me embargaba cuando salimos de la sala para descubrir que la historia
de la destrucción de Barcelona y los horrores que han hecho que nunca más sea
el paraíso había continuado después y lo que es peor, aún no se acaba.
El yacimiento está rodeado por paneles que describen las terribles torturas que sufrieron los demócratas subversivos en Barcelona a manos dela Guardia Civil. En
un mapa de 1973 se localizan todas las comisarías de policía y Guardia civil de
Barcelona. Se ve que los catalanes eran todos de izquierda,
antifranquistas y súper-beligerantes. Busqué algo sobre los escamots peo no vi
nada, la verdad. Será que eso no encajaba en la historia de 1714 tan bien como
la represión “fascista”. En fin.
La exposición sigue en ese tono hasta que uno llega, conteniendo el aliento, a la transición y termina con un llamamiento a la libertad de los catalanes, bandera estrellada incluida.
Suerte que dentro del recinto los dueños de la cerveza separatófila Moritz fabricada en Zaragoza tienen un chiringuito ( El 300 del Born) donde quitarse el disgusto comiéndose un simpático “bocadillo botifler” que por supuesto está hecho de morcilla. Si al final el visitante aún se siente poco patriota para eso hay una librería maravillosa donde comprarle a los niños algún libro en el que no quepa un español más ni una estrellada menos.
La experiencia me dejó la sensación de haber sido llevada de la mano por la historia de un pueblo oprimido con muchas ganas de liberarse. El hilo conductor del paseo siempre lleva hacia un final épico. En ningún momento me sentí espectadora del trabajo hecho por científicos que trabajaron para desentrañar y explicar lo que había allí. Ciertamente, para el trabajo arqueológico, la museización del Born hace poca justicia. Cuentan algunos de los que trabajan en el sitio que va poca gente, tan poca que se puede entrar sin pagar (total para eso pagamos impuestos) y que el recinto solo suele llenarse cuando llevan chavales de colegios a hacer la visita del noensestimen i ens volen aixafar para ver si los amos ganan algún adepto y la causa aguanta un poco más.
Y ya lo ven, para el catalanismo nacionalista obsesivo y creyente el mausoleo del Born es la prueba fehaciente de que los españoles no somos buena compañía y de que hay que marchar. Bueno, marchar no, más bien quedarse con todo.
Se habla de testamentos encontrados y documentos varios, he llegado a ver hasta empuñaduras de espada de 1710. La mayoría de los elementos tienen, como es normal fechas aproximadas dentro de pequeños márgenes pero la exactitud de las espadas (seguramente de algún mártir) solo había yo visito en sitios que no necesitaban excavarse.
Según avanzábamos por la sala que explica cómo era Barcelona antes de los Borbones iban apareciendo piezas, de Barcelona y de otras zonas y épocas que a veces daban la sensación de no encajar en un relato que obviamente está escrito antes de montar las piezas de museo. Los museos arqueológicos se construyen y las exposiciones se montan al servicio de las piezas que supuestamente tienen un valor histórico y científico. El Born tiene piezas y leyendas puestas ahí al servicio de un relato y un discurso político.
Esta incomodidad de las fechas perfectas y
El yacimiento está rodeado por paneles que describen las terribles torturas que sufrieron los demócratas subversivos en Barcelona a manos de
La exposición sigue en ese tono hasta que uno llega, conteniendo el aliento, a la transición y termina con un llamamiento a la libertad de los catalanes, bandera estrellada incluida.
Suerte que dentro del recinto los dueños de la cerveza separatófila Moritz fabricada en Zaragoza tienen un chiringuito ( El 300 del Born) donde quitarse el disgusto comiéndose un simpático “bocadillo botifler” que por supuesto está hecho de morcilla. Si al final el visitante aún se siente poco patriota para eso hay una librería maravillosa donde comprarle a los niños algún libro en el que no quepa un español más ni una estrellada menos.
La experiencia me dejó la sensación de haber sido llevada de la mano por la historia de un pueblo oprimido con muchas ganas de liberarse. El hilo conductor del paseo siempre lleva hacia un final épico. En ningún momento me sentí espectadora del trabajo hecho por científicos que trabajaron para desentrañar y explicar lo que había allí. Ciertamente, para el trabajo arqueológico, la museización del Born hace poca justicia. Cuentan algunos de los que trabajan en el sitio que va poca gente, tan poca que se puede entrar sin pagar (total para eso pagamos impuestos) y que el recinto solo suele llenarse cuando llevan chavales de colegios a hacer la visita del noensestimen i ens volen aixafar para ver si los amos ganan algún adepto y la causa aguanta un poco más.
Y ya lo ven, para el catalanismo nacionalista obsesivo y creyente el mausoleo del Born es la prueba fehaciente de que los españoles no somos buena compañía y de que hay que marchar. Bueno, marchar no, más bien quedarse con todo.
(“Central de opinión”, diciembre de 2016)
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