Artículo de Manu Ramos
Así, tal cual. Ahora la
superioridad moral mundial está enervada por el triunfo de Donald Trump en la
elección presidencial. La presidenta de la Junta ha pronunciado unas
declaraciones en un tono pretendidamente serio respecto al carácter de nuevo
líder de EEUU. También ha expuesto exigencias respecto a las bases militares en
el territorio de la comunidad andaluza. Los partidillos se han entretenido más
en las acusaciones entre ellos: -que si eres un populista -pues tu más -no, tu. Quiero obviar ese debate infantil pues todos mienten, todo
el tiempo.
Prefiero centrarme en las
declaraciones de Susana Díaz respecto a lo que ella considera que “representa”
la “victoria de Trump”.
Además, se ha parado en exigir más puestos de trabajo para las bases militares
de Morón y Rota. Dijo que exigirá “lo mismo” que a Obama. No puedo dejar de
pararme en la parte de la noticia de La Vanguardia donde se refiere a las
declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el
cual ha pedido que Trump “haga mucho de lo que ha criticado a sus oponentes e
incumpla lo prometido durante la campaña electoral”. No he visto la declaración
por vídeo pero seguro que después de espetar semejante tontería vendría una
risita estúpida.
Comentar las ocurrencias de los
jefes del Estado de partidos en el que vivimos siempre es un dolor, pero cuando
la comparación es con la única democracia que existe en el mundo, donde los
mayores problemas políticos están tan lejos del agujero en el que nos
encontramos me resulta descacharrante. Me recuerda a la anécdota del que, sumido
en un pozo sin poder salir, le dice al que está fuera y a salvo “si me ayudas a
salir te perdono la vida”.
A este respecto, percibo en la
sociedad un progresivo hastío ante la suficiencia moral que se arroga la bondad
y la justicia bajo su manto ideológico, descalificando de forma categórica y
propagandística a lo que ella considera que son sus enemigos. El hecho de que
la victoria de Trump suponga para ella, me refiero a Susana Díaz, una amenaza
para la convivencia y que apele a la fortaleza de la Unión Europea sólo muestra
la contumaz insistencia en intentar dar vida a una moribunda “Unión Soviética
Europea”. Ya se va el Reino Unido y el año y medio que viene presagia malos
momentos para la UE ¿tiene la culpa Trump?
Vean ustedes la diferencia de
la dignidad que supone el cargo de presidente de los EEUU, elegido directamente
por toda la nación (nada de listas) encima teniendo en contra a su propio
partido, al poder establecido, a los medios de comunicación... etc. Aún así,
esta asesina política que se ha forjado la carrera a base de eliminar de forma
artera a sus colegas de partido, a encaramarse en el mayor órgano estatal
clientelar de España, sin control ninguno, y dando lecciones de moralidad y
convivencia a una institución que le supera en moralidad y dignidad política en
distancias sólo mesurables en años luz.
Una presidenta que tiene en su
cortijo un índice de paro y de corrupción (íntimamente ligados estos índices)
que se atreve a ponerse digna pidiendo y exigiendo. También tendrá Trump la
culpa del paro en Andalucía. El ridículo que hace es tolerado y fomentado
además por la indecencia de los mamones del cortijo, que la rodean en el “parlamento”
de la Junta y le bailan el agua en el enésimo plató de “Sálvame” que son los
supuestos debates parlamentarios. Ningún elemento elegido por el pueblo, ningún
representante tenemos. Al menos tenemos que estar tranquilos de que no, no nos
representan.
Y sin embargo, y a pesar de las
correcciones técnicas que yo haría en el sistema electoral estadounidense, Trump
sí representa a EEUU. Representa al gobierno, no a los americanos, ojo. Ellos
saben muy bien qué es el pueblo y qué es gobierno, qué es la nación y qué es el
estado. Ha elegido a su presidente, pero ellos eligen muchas cosas:
congresista, senador, fiscal del distrito, sheriff... En España no elegimos
NADA. Sólo señalamos al partido que queremos que tome todas las decisiones y
cuando estos mismos despliegan su máquina de robar sin control, que para eso
esto es un Estado de partidos, no podemos eliminar al partido entero y se
quedan como lapas en las rocas. Incrustados.
Trump ahora tiene el contrapeso
del congreso que, aunque tiene mayoría republicana, las mayorías para realizar
las leyes son puntuales y ya se ha visto que allí los partidos no son órganos
de listas sino agrupaciones electorales, formadas por facciones no siempre bien
avenidas. Sobre todo porque eligen de forma uninominal, un candidato. Y si
alguien falla por lo que sea, se quita a ese candidato.
¿Se imaginan que pudiéramos
elegir a nuestro presidente del gobierno directamente? ¿creen que saldría
Mariano Rajoy? ¿Susana Díaz tendría alguna ocasión de ser la mejor valorada
entre todas las mujeres capaces de Andalucía?
Hasta que no tengamos representantes, deberíamos hacer como los propios EEUU hicieron con la metrópoli inglesa en 1773, dejar de pagar impuestos: “no taxation without representation”. Veríamos cómo se le quedaba la cara a todos los mamones del Estado de partidos si visulmbran siquiera la posibilidad de que les cortaran el grifo de dinero público que derrochan cada día, cada hora.
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