Artículo de Rafa G. García de Cosío
Estos días he desempolvado, entre algunos
papeles de 2012, un periódico de agosto de aquel año que me traje como recuerdo
de mi estancia en Nueva Zelanda. Se trata del New Zealand Herald, el
diario más importante del país, y, mientras lo hojeaba, he caído en un detalle
del que ya me percaté entonces, cuando vivía en Auckland. El periódico traía un
gráfico con los detalles de una votación del pleno del parlamento kiwi sobre la
nueva ley que actualizaría la edad de venta de alcohol en el país oceánico.
Pero aquí radica la gran diferencia entre
España y Nueva Zelanda. En Nueva Zelanda, que imita el sistema electoral y
parlamentario británico, son los diputados de distrito, y no los partidos
políticos, los que deciden libremente el sentido de su voto. Así, puede
observarse en el gráfico que aunque todos los diputados ecologistas a excepción
de Kennedy Graham votaron por mantener la edad a los 18, los dos grandes
partidos nacionales - El Partido Nacional y el Partido Laborista- fueron objeto
de importantes divergencias en la votación. Por no decir que quedaron, ambos,
completamemte divididos. Y cómo es que nadie se rasga las vestiduras, y nadie
monta un pollo como el que pasea sin cabeza en estos momentos en nuestro PSOE a
cuenta de la investidura de Rajoy? Muy simple: porque en Nueva Zelanda no
existe eso de la disciplina de voto. Existe el representante de distrito, que
no se debe al partido, sino a sus votantes.
Ya puede Kennedy Graham haber quedado
marginado en la cámara, que él puede volver tranquilamente a su pueblo y decir:
no os he defraudado, además de verde sigo pensando que lo mejor para nuestros
hijos es que puedan adquirir alcohol a partir de los 20. Esto implica,
automáticamente, más democracia. Y sobre todo, más dinamismo en la sociedad.
Pues, y ya he explicado esto varias veces en este periódico, muchas veces las
ideologías nublan a los partidos a la hora de ser pragmáticos. Con un sistema
parlamentario como el neozelandés, les puedo asegurar que Pedro Sánchez habría desaparecido
mucho antes del mapa político español, pues, si bien es cierto que muchos
votantes socialistas están contrariados con una nueva legislatura de Rajoy, no
es difícil pensar que el representante en cuestión de cada distrito se habría
paseado por su circunscripción para explicar a su gente que, votar
constantemente no llevaría al bloqueo y a la obvia reacción de los
conservadores a sumar apoyos. O es que los cinco diputados que perdió el PSOE
de Sánchez el 26J están muy contentos?
Podríamos poner miles de casos más. Esta
semana tenemos el sonado escándalo de Ramón Espinar, que hizo malabarismos para
justificar la especulación con su vivienda de protección oficial. Se creen
ustedes de verdad que una persona cuyo padre fue acusado de usar una tarjeta 'black'
de Caja Madrid habría ganado con facilidad las elecciones de una
circunscripción electoral? Que no habría sido creído sospechoso por la
población? Y, lo más importante, que seguiría en su cargo de senador y diputado
en Cortes, sin volver a pasar jamás por su distrito?
La prensa neozelandesa es buena porque su
sistema político es bueno. Pero seguro que es otra de las miles de cosas que
jamás imitaremos del extranjero.
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