Artículo de Rafa G. García de Cosío
En un país con monarquía, pongamos que hablo
de España, si te saltas un semáforo en rojo es posible que te pongan un
multazo.
En una república, pongamos que hablo ahora de
Alemania, si me salto un semáforo, ocurre lo mismo.
En una república como la alemana, ocurre a
veces que el caballo de mi novia es mordido por otro caballo que ve invadido su
territorio al comer.
Estoy seguro de que en el reino de España, los
caballos actúan de la misma forma.
En una monarquía, toca siempre hacer la
declaración de la renta, generalmente en primavera.
En una república, toca siempre hacer la
declaración de la renta, y también generalmente en primavera.
En una república, si me voy sin pagar de un
restaurante puedo meterme en problemas.
En una monarquía, si me voy de pagar de un
restaurante, también puedo meterme en problemas.
Ir en pelota picada por la calle en una
monarquía te ridiculiza. Y te llevaría a morirte de frío.
En una república, salir desnudo a la calle te
ridiculizaría y te llevaría también a morirte de frío.
En una república se pagan impuestos.
En una monarquía se pagan impuestos.
La gente muere de cáncer en una monarquía.
La gente muere de cáncer en una república.
En una república, a la gente le gusta presumir
de coche.
En una monarquía, a la gente le gusta presumir
de coche.
Seanme sinceros, antes de que continúe
poniendo otros miles de ejemplos: No creen, de verdad, que el modelo de Estado
es irrelevante -o, en todo caso, secundario- para el progreso en el siglo XXI?
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