Artículo de Paco Romero
“Sorprende la prontitud con la que se usa el vocablo ‘fascista’ para
calificar las brutalidades de estos atberzales o aquellos nacionalistas...”
“Supimos por el fiscal superior de Baleares que la niña agredida
en el patio de recreo de un colegio en Palma ‘recibió patadas de compañeros
pero no hay que exagerar’, motivo por el que ha archivado la denuncia”
La agresión sufrida el pasado sábado por dos miembros de la Benemérita y sus parejas a la salida de un bar en Alsasua es solo una pincelada más de las “pinturas negras” que seguimos empeñados en bosquejar en España dos siglos después del genial fuendetodino.
Increpados
primeramente al ser reconocidos, fueron apalizados después en la calle
por medio centenar de “valientes” gudaris que encontraron la ocasión perfecta
para dejar patente la absoluta superioridad de su raza no solo merced al Rh
negativo, también por las más de 200 criminales extremidades descargadoras de
un odio excitado en las ikastolas y abonado con los impuestos de todos. Para
colmo, los dos únicos detenidos por la Policía Foral -la misma que se persona
en Pozoblanco estirando sus billetes competenciales- fueron puestos ayer en
libertad con cargos sin que se conozca el alcance de la misma.
El ataque, que al principio, con la excepción de Bildu y
Podemos, fue condenado por todos, cierto es que algunos de forma light, ha
obtenido como respuesta final dos declaraciones institucionales del Parlamento
Navarro. Una de ellas presentada por Geroa Bai,
Podemos e Izquierda-Ezkerra y que pone en duda la versión de los guardias
civiles, salió adelante gracias al perejil de todas las salsas, léase PSN, la
abstención de EH Bildu y el voto en contra de UPN y PP. La segunda, presentada
por UPN, PP y PSN, se aprobó con sus propios votos y la abstención del resto. Ciudadanos,
por su parte, reputó de “barbarie” la agresión, “obra de un grupo de
verdaderos fascistas, empeñados en destruir la convivencia en Navarra”.
Sorprende la
prontitud con la que se usa el vocablo “fascista” para calificar las
brutalidades de estos atberzales o de aquellos nacionalistas que beben de las
fuentes más puras del leninismo maoísta a las que evitan siempre nombrar
expresamente como lo que fue: un movimiento político y social de
carácter totalitario que implantó la Revolución soviética y afiló sus zarpas en
un intento tan baldío como sanguinario de extender el terror por el mundo.
Casi al tiempo
supimos por el fiscal superior de Baleares que la niña agredida en el
patio de recreo de un colegio en Palma “recibió patadas de compañeros pero
no hay que exagerar”, motivo por el que ha archivado la denuncia. Barceló,
además, refrendó las manifestaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández
Díaz, restando importancia al caso: “No es bullying, es un caso puntual en
el que había unos niños que estaban jugando y le dieron patadas a una niña, que
cayó, porque había cogido una pelota. Eso es en esencia el hecho y no hay que
darle más importancia ni trascendencia de la que tiene”. ¡Y se queda tan
pancho el tío!: le dieron de coces pero, eso sí, sin la mayor importancia.
Los profesores Piñuel y Oñate han descrito hasta ocho
modalidades de acoso escolar, que van desde el bloqueo social y el
hostigamiento (las más utilizadas) a la intimidación y las amenazas, suponiendo
las agresiones casi el 13 % de la casuística. La práctica consiste en tomar
como chivo expiatorio y “destruir” al que se resiste, al diferente, al imbuido
de férreos principios morales.
Como en el asunto anterior, la perversión del lenguaje
vuelve a hacerse patente: es una “simple agresión”, nada de hostigamiento ni de
matoneo escolar, igual que carece de importancia (y por ello seguramente se
ocultó) que los autores (solo una docena) sean de origen musulmán y se haya
acreditado que la chica imponía su criterio de jugar con ellos al fútbol pese a
la intolerancia machista de sus agresores, por lo que recibió la “carta de
libertad” en forma de ingreso en un centro hospitalario cuyos
responsables, por cierto, debieron no solo prevaricar sino también malversar
fondos públicos al procurarle tratamiento médico e importancia manifiesta a
algo que, según el gobierno balear, el Fiscal y el propio Ministro del Interior
“no la tenía”.
Decía Groucho Marx que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Parece claro que, al menos en lo que se refiere a esta España, el escritor, actor y humorista norteamericano no andaba muy lejos de la realidad.
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