Artículo de Manu Ramos
Esta semana he tenido una
experiencia en la red social Twitter algo inesperada. Un twit que escribí por la
mañana ha generado numerosas reacciones en esta red, fundamentalmente porque
algunos usuarios con muchos seguidores han tenido a bien retuitear (que
es como se llama a volver a publicar el twit otra vez) así como
responder a las breves frases que decía. En concreto, estoy hablando de este
comentario:
Portavoz estudiantil de protestas contra
la LOMCE: “Lo que quieren es lanzarnos al mercado laboral”
He de contextualizar la fuente
pues es cierto que, sin información adicional, faltan elementos para terminar
de juzgar una declaración tan descacharrante. Se trata de unas declaraciones
expresadas por una chica a Radio Nacional y que fueron emitidas la
mañana del miércoles 26, para dar cobertura a las manifestaciones contra la Ley
Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que estaban
previstas para ese día. No he podido recuperar el audio pero lo escuché en la
desconexión regional de Andalucía cerca de las 8 menos cuarto, para más señas. Ojalá
alguien pueda acompañar mis vívidos recuerdos con el corte de audio
correspondiente.
La declaración me llamó la atención
enseguida, si bien es cierto que no está completa. No puedo recuperar las
palabras exactas pero añadía después del “lanzamiento” al mercado laboral que
enfrentarse a dicho mercado sin titulación significaba condenar a la juventud
al trabajo precario. Y esa ha sido la puntualización que he realizado a todos
aquellos que echaron en falta la declaración completa que ellos mismos habían
podido escuchar también.
Una vez realizadas estas
puntualizaciones y aprovechando la repercusión que ha tenido el twit, quiero
pararme en señalar la reacción general y particular ante una frase tan
palmaria. La normal es la de sorpresa, risa o también indignación. La paradoja
de estudiar para nunca trabajar choca con la realidad de la inmensa mayoría de españoles que tienen
que ganar el pan con el sudor de su frente. Pero es que, por paradójica, esta
frase pronunciada por esta chica a la que yo me refiero como “portavoz” más que
nada porque estaba hablando en nombre del resto de estudiantes, expresa con una
sinceridad extrañamente reveladora la contradicción en la que vive la educación
controlada por el Estado.
Desde los cursos menores a la
educación superior se ha visto en España una decadencia y mediocridad creciente
en comparación con el contexto internacional. La instrucción básica de un
español cuando es niño y adolescente, hasta que termina de estar obligado a
permanecer escolarizado, es verdaderamente lamentable. Llevamos décadas de
decadencia y la respuesta siempre ha consistido en la relajación y reducción en
la exigencia de la tan cacareada “calidad” de la educación. Títulos para
todos, al igual que el famoso “papeles para todos”, no es más que la eterna
solución del irresponsable que maneja el dinero y el futuro de los demás sin
asumir él la pérdida de dinero ni de futuro.
Gran futuro tiene el demagogo
en España. Desde la odiosa transición, la política ha consistido en repartir
prebendas y estos partidos prebendarios han conseguido transmitir a la sociedad
la idea de que las famosas “libertades” provienen del cielo, como el maná. Los
títulos universitarios también parecen caer del cielo pues todo el que gasta
cuatro o más años en una universidad, sin demasiado esfuerzo, acaba con un
título en su haber. Si cualquiera tiene un título ¿cómo puede ser eso un factor
diferenciador en la sociedad? No digo ya en el mercado laboral en el que dicho
papelito sólo sirve para hacer cribas multitudinarias ante las demandas de
empleo. Unas cribas lamentables pues se pierden por el camino verdaderos
profesionales que no han tenido título superior pero poseen unas capacidades y
experiencia muy por encima de los universitarios que han pasado media vida por
los pasillos de la academia. Las buenas empresas sí que saben valorar, por
encima del papelito, quién es bueno y quién no. Al fin y al cabo se juegan su
dinero.
La respuesta tan enervada
contra estas “rebalidas franquistas” (sic.) estriba en la posibilidad de fallar
ante tal prueba. El mundo de la educación pública quiere asegurar que todo el
que entra en él, salga con su título. Incluso aunque no lo merezca. Quieren “garantías”
de que todo va a ir bien. Tienen aversión a experimentar un esfuerzo mayor
tanto en el estudiante como en el profesor. Se evita, como en tantas facetas de
la vida pública, la confrontación, la competencia, la lucha civilizada por
dilucidar la verdad en cada situación. La respuesta, como en tantas otras
ocasiones, es el consenso, el pensamiento único: todos pensamos igual, nadie es
mejor que nadie, café para todos.
Mientras no se vea combatido el “pensamiento unicornio” que cree que las cosas caen del cielo, que los derechos sociales son universales e innegables a la raza humana (como decía aquel), seguiremos viendo crecer la masa de polizones del Estado, esclavos y esclavistas de la política, que consideran que hay que robar de forma legal el futuro de ciertos ciudadanos y entregárselo a otros a causa de dicha legitimación buenista y utópica. Afortunadamente, la inmensa mayoría de las reacciones a twit han sido sensatas. Otras veces en twitter se agrupan hordas de descerebrados. Pero por suerte he podido comprobar que hay millones de españoles que entienden lo que es trabajar, lo que es conseguir las cosas con esfuerzo, y si no fuera por ellos este bendito país se hubiera ido al traste hace mucho tiempo.
Manu, tuviste muchos más 'retuits' en Facebook. Alcanzaste casi 2000 personas en la página de Facebook 'Willy Tolerdo'' (27 octubre). Un saludo, Rafa.
ResponderEliminar¡Vaya! No tenía ni idea. Gracias, Rafa :)
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