sábado, 17 de septiembre de 2016

Pactar


Artículo de Manu Ramos

Continúa la cantinela política del verano con la pegadiza letra “que se pongan de acuerdo”. Todo el mundo la baila, todo el mundo la canta, pero nadie se fija en la letra. Lo cierto es que el baile es cansado y algunos están ya por sentarse. Se oye como un gemido “que pacten ya, que se pongan de acuerdo...”. Todos exasperados. 

Pactar en sí no es malo. En su etimología el origen viene de algo que está fijado, clavado, ensamblado. La palabra latina “pactum” viene del verbo “pangere” (fijar, atar, asegurar) del cual se derivan otras palabras como “pax, pacis” (paz), “palus” (poste), “pagina” (hoja ensamblada con otras), etc. Se deduce que dos elementos que no están naturalmente unidos se unen mediante un mecanismo o forma que queda bien asegurada. De las palabras derivadas del verbo original he citado “pax” (paz), un concepto cercano a la política. Dos bandos firman la paz cuando uno vence al otro o se resuelve la contienda de forma que se produce un equilibrio. Igual pasa en el ámbito de la política. El pacto -lo más parecido a una paz entre bandos- es fruto de la victoria de uno o el reparto de dos (o más) pactantes.

Pocas guerras han acabado en tablas. El resultado habitual es que uno de los bandos pierde y el otro gana. En política, la llamada socialdemocracia (a medio camino entre la nada y la nada) ha encontrado la forma de mantenerse en el poder, o al menos parecerlo, repartiendo prebendas y pactando. Al no definirse, al no haber resultados mayoritarios propios de elecciones y decisiones democráticas, se juega mediante el sistema proporcional a pactar, a fingir y a mentir para sumar apoyos con la idea de seguir detentando el poder.

El que dijo que estaba en contra del aborto, apoya a un partido abortista. El que dijo que estaba en contra del capitalismo se alía con magnates de la banca. La mentira se ha instalado de forma tan natural en el discurso político español que hasta los súbditos gritan ¡miénteme!, “que se pongan de acuerdo”. Hay impaciencia. Quieren mentiras pero las quieren ya.

Es ignominioso que una persona que se dice decente, que defienda una política, se presente a unas elecciones, le voten mayoritariamente y luego no lleve a cabo lo que prometió si estaba en su mano. El descrédito sería mayúsculo. Pero ¿rendirse antes de plantear batalla? Eso es lo que piden cuando claman por un pacto de gobierno. Es un “donde dije digo” colosal. Antes de votar leyes en la cámara legislativa, antes de dar discursos públicos para convencer a la sociedad civil, antes de todo eso se renuncia a lo que en conciencia se defiende para tener un cargo en el gobierno. O incluso, como se está planteando hoy día en España, para dejar gobernar al que no tiene mayoría.

Por eso no duden que si hay pacto, hay reparto. Lo que no hay es un vencedor, a no ser que haya mayoría absoluta de algún partido. Cuando nadie la tiene, sólo queda la ignominia. La resistencia a caer en el ridículo así como los cálculos de las próximas votaciones es lo que lleva a los jefes actuales a mantener esta situación. Las estratagemas son endiabladas. Dentro de los partidos -estructuras férreas debidas al jefe de las listas- se desmoronan en cuanto descabezan al que confecciona las listas electorales. Como no está claro que ninguno de los cabecillas está completamente denostado dentro de sus organizaciones, se espera que dichas cabezas rueden en el mínimo traspiés. Vemos a Susana Díaz cómo le quema estar sentada esperando que ruede la testa de Sánchez si cosecha un peor resultado que el anterior. Vemos a muchos dentro del PP con nada sobre los hombros, cual reguero de cuerpos tras el paso de Rajoy y Sáenz Santamaría Vemos incluso las guerras internas dentro de Unidos Podemos tras el último batacazo de votos. Por supuesto, vemos a Ciudadanos, ese partido que nació en Cataluña con unas idea definida sobre el nacionalismo que ha abandonado para confundirse en la marea gris de la socialdemocracia.

La tendencia al pacto hará grandes a unos y destruirá a otros, como pasó con Izquierda Unida en Andalucía. Como le ha pasado al Partido Comunista al aliarse con Podemos. Esa es la razón por la que no “se ponen de acuerdo” y no la defensa de sus ideas por decencia política. Porque si el PSOE apoya al PP, se hunden los socialistas y si apoya a Podemos, igual. Ciudadanos no se ha dado cuenta de que ya está hundido. Rajoy lo ha desangrado.

Y así, seguimos contemplando un panorama que puede ser eterno por el sistema de votaciones que tenemos: el sistema de listas proporcional. Si tuviéramos un sistema representativo, es decir, mayoritario, uninominal, por distrito y a doble vuelta, sabríamos al terminar el recuento cuál es el resultado como lo sabremos tras las elecciones en EEUU. Allí tendremos claro cuál ha sido la candidatura ganadora que estará comprometida a llevar adelante sus ideas porque tiene el respaldo de la mayoría.

Como en España no se tienen elecciones representativas, los políticos pactan sus ideas al mejor postor. Venden su programa electoral pues, como ya dijo el viejo profesor, “las promesas electorales están para no cumplirlas”. 


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