Artículo de Paco Romero
“Quienes han
contribuido al caos resultan ser los menos indicados para oponerse a medidas
que pretenden dar un impulso necesario a una Educación mortecina, mustia,
agonizante...”
Con septiembre comienza un nuevo curso escolar y con 40
grados a la sombra el pasado sábado miles de personas, bajo el lema “Por una
educación pública de calidad: No a los recortes”, se sumaron a la
manifestación para exigir una urgente rectificación sobre la política de
contracción del gasto especialmente intensa en materia educativa.
En inhabitual inicio de curso, por reivindicativo ante la
administración autonómica, junto a "la urgente necesidad" de acabar
con los recortes, se demandó la reversión de la política educativa; la
inmediata aplicación de medidas para la bajada generalizada de las ratios; la
cobertura de todas las vacantes y bajas del profesorado desde el primer día o
la supresión del sistema de cupos para sustituciones.
Si bien es cierto que para nada se refirieron al dantesco fracaso
escolar, nunca antes en pleno verano se habían puesto de acuerdo “unos
cuantos” (y menos aún, algunos sindicatos de clase) para dejar patente en la
calle su malestar.
Entre todos los índices, el de fracaso escolar es el
que, palmariamente, evidencia el agotamiento y las frustraciones del sistema educativo
español. Nuestro país sigue teniendo el dudoso honor de liderarlo en la Unión
Europea: Muy lejos del pretendido 15 % para 2020, el 20 % de los jóvenes
(24 % de hombres y 16 % de mujeres) entre 18 y 24 años ha abandonado
prematuramente el sistema educativo sin haber terminado sus estudios de
secundaria. El índice español, según el último informe publicado por la oficina
estadística de la UE, Eurostat, prácticamente duplica la media comunitaria, que
se sitúa en el 11 %. Solo Malta y Rumanía “nos pisan los talones”.
Si horripilantes, por desalentadores, son los datos a nivel
nacional, los guarismos al respecto en esta Andalucía Imparable, tampoco
invitan al optimismo, todo lo contrario.
Hasta 13 países de la Unión Europea se han adelantado al
objetivo de 2020, situando su porcentaje de abandono por debajo del mencionado
15 %, entre ellos Dinamarca, Grecia, Italia o Francia. ¿Necesariamente hemos de
resignarnos? ¿Alguna vez soñaremos con unas cifras similares a Croacia (2,8 %),
Eslovenia (5 %), Chipre o Polonia (5,3 %)?
La LOMCE puede no ser la panacea, ni siquiera una solución
de parcheo, pero es evidente que no
procede, sin más, oponerse a medidas que pretenden dar un impulso necesario a
una Educación mortecina, mustia, agonizante... que lo está pidiendo a gritos.
El que ha publicado este texto parece que aunque se educó con otras leyes educativas adolece de mala comprensión lectora. En lo que se refiere al número de alumnos por ordenador, cuanto más baja sea la cifra es mejor, no peor como se da entender en el artículo.
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