Artículo de Rafa G. García de Cosío
Esta
semana he visto Infierno azul, película americana dirigida, aunque me
enteré al final, por el catalán Jaume Collet-Serra. El argumento es simple, va
de un tiburón. Pero me ha encantado, como todas esas películas de ciencia ficción
que me hacen imaginar historias verosímiles en la vida real. Uno de los
personajes del filme, aunque a usted no se lo revele el trailer, es una
gaviota. Sí, una gaviota. Acompaña durante toda la película a la guapa
protagonista refugiada encima de un islote.
No
voy a desvelarle nada importante ni a cargarme la película si le cuento que la
gaviota, desde el minuto cero, se hace amiga del personaje encarnado por Blake
Lively mientras pertenecen subidas a la roca. Juntas se ofrecen protección: por
las heridas, una no puede volar, la otra no puede nadar. La gaviota alerta a la
actriz de posibles rescates o ataques de las fauces del tiburón, y la actriz
alimenta y cura a la gaviota. Hasta aquí, a usted, querido lector, podría
parecerle todo esto irrelevante, una cursilería típica de las películas
americanas.
Y sin
embargo, yo en el cine me puse a reflexionar. No es la primera vez que un
animal que en la vida real pasa olímpicamente de los seres humanos hace migas
especiales con el gran depredador de la Tierra. Todo un símbolo del valor que los
americanos dan a las relaciones improbables entre personas y bestias, entre dos
géneros de seres vivos destinados a convivir quizá, pero no a compartir. Ya lo
vimos en la película Náufrago, en la que nada menos que una ballena
despierta al personaje de Tom Hanks en su balsa para pedir ayuda a un buque de
mercancías.
Pero
hay más. Qué me dicen de Terminator 2, cuando el perro del niño
protagonista ladra y ladra para que su dueño sepa, desde la cabina de teléfono,
que la madre que se encuentra en la cocina no es su madre, sino un molde con
voz superpuesta por el maligno que los persigue sin descanso? Y aquel gato de Ghost
que entra en contacto milagroso con el mundo de los muertos para saltar y
arañarle la cara al asesino a sueldo del personaje de Patrick Swayze?
Estos
ejemplos (seguro que hay muchos más, sin contar con los dibujos animados) me
llevan a pensar que los americanos reflejan como pueden su cultura y
tradiciones de Boy Scouts o Peace Corps en el primer producto exportador de
América: el cine. Esa cultura en la cual hay cabida para los entendimientos y
alianzas más raras. Un país que, con toda su polémica a cuestas, se esfuerza
por demostrar su compromiso tanto con el extranjero (EEUU es el primer país del
mundo en financiación de ayuda al desarrollo) como en el interior, pues, si
exceptuamos a Donald Trump, si algo ha caracterizado a la política nacional
estadounidense en las últimas siete décadas ha sido un consenso en los temas
más importantes y relevantes del país, como la economía, la política
internacional o el respeto absoluto por los valores y símbolos de la nación.
Nuestros elefantes
Luego
he pensado en algo más flipante aún. Se han dado cuenta de que es impensable
hacerse siquiera a la idea de una película española que resaltara la amistad
entre una persona en apuros y un animal? La reflexión puede resultar nimia,
pero es que no me viene ningún ejemplo a la cabeza! Llego a la conclusión, sin
duda, de que la mentalidad española, tan cainita como es, no permite explorar
siquiera una reconciliación entre dos partes claramente con muchos más puntos
en común que una gaviota y una texana surfista.
Con
el nuevo no es no de Pedro Sánchez esta semana a la investidura de
Mariano Rajoy, queda claro que a España le queda mucho por hacer en aquello tan
conocido (y fácil de entender) que los anglosajones llaman team work, y
que los germanos llevan décadas aplicando en Alemania (gobiernos presididos por
conservadores y apoyados por socialdemócratas) o Austria (gobiernos
socialdemócratas apoyados por conservadores). En realidad, ya en la misma
España tuvimos ejemplos de colaboración entre PSOE y PP para importantes
instituciones, como el gobierno del País Vasco, nada menos (2009-20013). El
pequeño matiz, claro está, es que en País Vasco fue el PP el que ofreció su
apoyo al gobierno presidido por el socialista Patxi López, mientras que resulta
raro pensar en lo opuesto: que el PSOE
ceda el poder al PP. Por qué? Cómo es eso, si las diferencias entre PP y PSOE,
a tenor del pacto de investidura suscrito entre PP y C's, son tan escasas como
la lluvia en Atacama?
Hace
poco leí un interesante estudio publicado en la Proceedings
of the National Academy of Sciences por Karen McComb y Graeme Shannon, de la Universidad británica
de Sussex, según el cual los elefantes de África eran capaces de reaccionar de
manera diferente ante la voz de seres humanos según la tribu a la que
pertenecieran. Según estos científicos, que grabaron la frase ''Mirad allí,
elefantes acercándose'' a dos tribus distintas y la reprodujeron ante 48
manadas diferentes de elefantes, los paquidermos eran capaces de establecer una
clara distinción entre los masai, por un lado, y los kamba.
Los
masai son conocidos en África como una tribu agresiva ante los elefantes porque
consideran que estos mamíferos ponen en peligro sus asentamientos y, sobre
todo, a sus ganados. Los kamba, sin embargo, raramente atacan a los elefantes.
Por ello, las 48 manadas de elefantes investigadas se alteraron y formaron
piñón en el 70% de los casos tras oír a los masai, mientras que solo el 25% de
los elefantes reaccionaron ante las voces de los kamba.
Esta
es la esencia de la política española! Ustedes le muestran grabaciones de audio
a cualquier diputado del Congreso en Madrid y, da igual lo suave que sea lo que
se diga, si es del PP, será anatematizado de inmediato. Rajoy lo resumió bien
antes de fracasar en la votación del miércoles: ''Sr Iglesias, somos malos por
razones genéticas, o es que lo hemos ido adquiriendo a lo largo de la vida?''
Nos falta esa cultura de adoración a los animales hasta el punto de poder representar nuestra capacidad de establecer vínculos y alianzas que siempre habíamos creído imposibles. No me refiero a un consenso de cheque en blanco, lo cual acabaría con la democracia, sino a que de una vez por todas se empiece a mirar por el presente y el futuro de un país, que no es una bandera, un sillón o un presupuesto, sino un conjunto de personas, una tribu. Aunque, ahora que lo pienso... Dije en el primer párrafo que el director de Infierno azul resulta ser un español. Habremos empezado a aprender?
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