Artículo de Luis Marín Sicilia
Los ciudadanos están hartos de que los políticos les puedan citar otra vez a las urnas para encubrir su incapacidad
Si no hay acuerdo para formar gobierno, los diputados electos no deberían cobrar un euro por haber fracasado en la misión para que fueron elegidos, y a los 350 fracasados se les debería inhabilitar para evitar que puedan volver a presentarse a otra elección futura
Indignante,
inaceptable, bochornoso... Esos y otros epítetos es lo que se oye en la calle
después del espectáculo ofrecido por los llamados "padres de la
patria" en su incapacidad de interpretar la voluntad popular, expresada
por dos veces en las urnas, y dotar a este país de un Gobierno que asuma la
dirección política del mismo.
Si Rajoy, que ha sido el único candidato que ha reforzado la confianza popular en el segundo intento, merece el rechazo de una mayoría de 180 diputados, estos son unos irresponsables si no son capaces de ponerse de acuerdo para construir una alternativa de gobierno. Pero, claro, son tan distantes entre sí los planteamientos de estos 180 que su purismo político solo los pone de acuerdo en rechazar a un candidato, convirtiéndose en el "perro del hortelano de la política", ese planteamiento liderado por un tal Sánchez que ni forma gobierno ni deja a otro que lo forme.
Las consideraciones políticas, en todo caso, no son las que ahora preocupan a los ciudadanos, pese a que todos los presidentes de la democracia han gobernado con menos de 170 diputados de apoyo. Pero de lo que ahora se trata es de que los ciudadanos han dicho lo que piensan en dos ocasiones y están hartos de que los políticos les puedan citar otra vez a las urnas para encubrir su incapacidad. Y proclaman que se dejen de palabrería ridícula y se pongan a trabajar, que para ello les pagan. Ya está bien de un año de vacaciones remuneradas con el dinero de todos los ciudadanos.
Reiterando lo que en otro artículo sugería, inspirándose en la constitución canónica "Ubi Periculum", son muchos los españoles que no ven más salida, antes de que vuelvan a molestarlos para que se pronuncien en las urnas, que la de convertir el Congreso en un CÓNCLAVE, es decir encerrarlos a todos bajo llave (del latín "cum clavis"), a dieta absoluta y sin paga de clase alguna hasta que cumplan con su obligación. El cónclave congresual solo finalizaría al terminar los dos meses sin haber elegido presidente, o antes si hubiera candidato electo. Solo si al término del plazo legal, que expira el 31 de octubre, no hubiera candidato electo, habrían elecciones por tercera vez, pero con doble exigencia ciudadana: que ni los diputados electos cobrarían un euro por haber fracasado en la misión para que fueron elegidos, y que los 350 fracasados no podrían volver a presentarse a ninguna elección futura, quedando inhabilitados.
Ya está bien de que esta caterva de nuevos políticos, con planteamientos tan añejos como sectarios, tomen el pelo a los ciudadanos, se cachondeen de ellos, pretendan molestarlos por tercera vez, y encima cobren por todo ello.
Si Rajoy, que ha sido el único candidato que ha reforzado la confianza popular en el segundo intento, merece el rechazo de una mayoría de 180 diputados, estos son unos irresponsables si no son capaces de ponerse de acuerdo para construir una alternativa de gobierno. Pero, claro, son tan distantes entre sí los planteamientos de estos 180 que su purismo político solo los pone de acuerdo en rechazar a un candidato, convirtiéndose en el "perro del hortelano de la política", ese planteamiento liderado por un tal Sánchez que ni forma gobierno ni deja a otro que lo forme.
Las consideraciones políticas, en todo caso, no son las que ahora preocupan a los ciudadanos, pese a que todos los presidentes de la democracia han gobernado con menos de 170 diputados de apoyo. Pero de lo que ahora se trata es de que los ciudadanos han dicho lo que piensan en dos ocasiones y están hartos de que los políticos les puedan citar otra vez a las urnas para encubrir su incapacidad. Y proclaman que se dejen de palabrería ridícula y se pongan a trabajar, que para ello les pagan. Ya está bien de un año de vacaciones remuneradas con el dinero de todos los ciudadanos.
Reiterando lo que en otro artículo sugería, inspirándose en la constitución canónica "Ubi Periculum", son muchos los españoles que no ven más salida, antes de que vuelvan a molestarlos para que se pronuncien en las urnas, que la de convertir el Congreso en un CÓNCLAVE, es decir encerrarlos a todos bajo llave (del latín "cum clavis"), a dieta absoluta y sin paga de clase alguna hasta que cumplan con su obligación. El cónclave congresual solo finalizaría al terminar los dos meses sin haber elegido presidente, o antes si hubiera candidato electo. Solo si al término del plazo legal, que expira el 31 de octubre, no hubiera candidato electo, habrían elecciones por tercera vez, pero con doble exigencia ciudadana: que ni los diputados electos cobrarían un euro por haber fracasado en la misión para que fueron elegidos, y que los 350 fracasados no podrían volver a presentarse a ninguna elección futura, quedando inhabilitados.
Ya está bien de que esta caterva de nuevos políticos, con planteamientos tan añejos como sectarios, tomen el pelo a los ciudadanos, se cachondeen de ellos, pretendan molestarlos por tercera vez, y encima cobren por todo ello.
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