Artículo de Rafa G. García de Cosío
Todos deberíamos volver a leer el legendario artículo del escritor alemán Henryk M. Broder titulado Ihr feigen Deutschen! (Cobardes alemanes o Vosotros, los cobardes alemanes) y publicado en el diario Die Welt el 8 de mayo de 2011. Hace algo más de cinco años, este intelectual germano lanzaba una espeluznante crítica a sus paisanos tras las reacciones benevolentes de los medios de comunicación con Osama Bin Laden con motivo del asesinato del entonces considerado líder de Al Qaeda.
Deberíamos leerlo, si no enmarcarlo, porque
nos ayudaría a entender muchas de las cosas que han sucedido en los últimos
meses en Europa, y en especial durante la cadena de atentados en Alemania en el
mes de julio. Pero también deberíamos leerlo con especial atención en España
porque nos ayudaría a analizar nuestra propia actitud ante terroristas como
Arnaldo Otegi; aunque de ello hablaré más tarde. Me gustaría poder traducir y
publicar aquí el artículo entero en español, pero lamentablemente carezco del
tiempo necesario. Aún así, publicaré algunos extractos interesantes.
Broder comienza echando en cara a los alemanes
sus interminables complejos con la historia nazi. El nacionalsocialismo,
arguye, habría inoculado en la mentalidad teutona un pacifismo que en realidad
no es tal, sino más bien una apacibilidad a modo de excusa para no complicarse
mucho la vida. Broder reprochaba a sus compatriotas que se fueran a la cama
''citando a Carl von Ossietzky y levantándose pensando en Mahatma Gandhi''. Concientes
de la penitencia con la que cargan desde 1945, el autor creía que los vagos
alemanes se servían de su supuesto pacifismo para no actuar ni sufrir nuevas
consecuencias.
Sin embargo, Broder sacaba a la luz la gran
paradoja del pueblo alemán, un pueblo que en realidad se balancea entre dos
extremos, pues lo mismo hoy condena (condenaba) el asesinato de un hombre
desarmado como Osama Bin Laden -estaba viendo la tele cuando le pegaron un tiro
en la frente- que mañana se organizaba en una Bürgerinitiative (Iniciativas
ciudadanas famosas en Alemania por querer tomar la justicia por su propia
cuenta amenazando a la misma policía) si un violador era liberado en un
pueblecito sin garantías de vigilancia o seguimiento por parte de las
autoridades, poniendo así en peligro la calidad de vida de los pueblerinos. Un
pueblo que margina el recuerdo de los casi 1000 ciudadanos de la Alemania
comunista muertos en su intento de cruzar el muro a la Alemania occidental,
pero que al mismo tiempo se lleva las manos a la cabeza con una ola de
indignación tras la muerte de un padre de familia -cerebro de los atentados del
11-S- oculto en Pakistán.
LA INTELLIGENTSIA ALEMANA
El autor Broder, nacido en Polonia de padres
judíos que sobrevivieron a los campos de exterminio nazis, o sea, nada
sospechoso de zumbado derechista, hacía un esfuerzo recopilatorio de
declaraciones públicas de figuras mediáticas y políticas los días
inmediatamente posteriores a la operación contra Bin Laden. Recordó las
palabras del presentador de la cadena WDR Jörg Schönenborn, quien el día D se
preguntó ''qué tipo de país celebra una ejecución de esta manera?'', tras
anunciar que la felicidad de ese día ''no se debía a una vacuna descubierta
contra el sida o una receta para la paz, sino a la muerte de un cabeza de
familia''.
Broder criticó también con dureza que la
Comisión de Consejo de Paz del Parlamento alemán publicara una nota en la que
condenaba las celebraciones por la muerte de Bin Laden al rebajar a sus
protagonistas al nivel de los terroristas. A Schönenborn y a la comisión de
Marras, el intelectual Henryk M. Broder recordó que los 16 estados de la
República Federal de Alemania tienen una ley que permite el denominado
''finalen Rettungsschuss'' o disparo de rescate final, la acción
por la que la policía puede abatir a un delincuente en casos de peligro
inminente. Todos lo hemos visto este verano con el derribo del atacante afgano
en el tren de Würzburg, o con el abatimiento del pistolero adolescente en
Munich. Esta vez, en 2016, ningún intelectual alemán se ha atrevido a
cuestionar las muertes de estos terroristas. Porque el terrorista no estaba en
un desierto a 10.000 kilómetros, sino en este dörfliche Idyll, este
idilio pueblerino que es Alemania, y por extensión toda Europa.
LA ESTUPIDEZ HISPANA
Entre burkinis, pactos PP-Ciudadanos y
Olimpiadas, un tema de extrema importancia ha recorrido de puntillas las
noticias de los medios de comunicación españoles; aunque, de haber ocupado las
portadas, en tiempos de chiringuito y playa tampoco habría llegado muy lejos:
la candidatura de Arnaldo Otegi a lendakari.
Este viernes, según la prensa española, ''un
centenar de personalidades'', entre los que se encuentran el destacado
terrorista norirlandés Gerry Adams o la exconsejera socialista vasca Gemma Zabaleta,
han firmado un documento (para Euskal Herria y el mundo, reza el preámbulo) por
el derecho de Arnaldo 'Mandela' Otegi de presentarse a las elecciones de País
Vasco en septiembre. Y, perdónenme si es que mi autoexilio en Alemania me priva
de informaciones de que ustedes disponen, pero no veo gran resistencia de la
sociedad y la prensa o una clara determinación política por anatematizar al
secuestrador y exlíder de la ilegalizada Batasuna Arnaldo Otegi. Es más, uno
solo blanqueo de su figura con entrevistas como la del Follonero, perdón, don
Jordi Évole, hace algunos meses. Somos capaces de movilizar a 20.000 béticos
para protestar contra el descenso, o a 50.000 en la puerta del sol a izar
banderas republicanas, pero no para pedir el respeto a las leyes contra
aquellos que no hace mucho mataban indiscriminadamente.
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