Artículo de Luis Escribano
“Trick-or-treat”, podría decirle Albert Rivera a
Susana Díaz, tras llamar al timbre de su casa y abrir ella la puerta, como
tienen por costumbre, entre otros, los niños irlandeses, ingleses y
estadounidenses en la fiesta de Halloween con su calabaza Jack
O'Lantern. O también podría dirigirse a Susana con cualquiera de sus tantas
traducciones al español, si no captara su significado: "travesura o
dulce", "susto o trato", "truco o trato"...
No es de mi agrado, ni por asomo, el actual sistema político
español, como he sentenciado en anteriores artículos, pues es imposible que, en
un "Estado de partidos", la democracia y la justicia puedan ser
reales. Y en esta tesitura, hacer propuestas que no pasen por modificar la
situación denunciada no sería coherente. Sin embargo, en un ejercicio
carnavalesco, me disfrazaré hoy de Maquiavelo en versión
castellana-riojana-andaluza (mi estigma familiar), y desempeñando el
correspondiente rol en el actual escenario político, prescindiré en mis
planteamientos de consideraciones éticas -los medios- para conseguir el fin:
formar gobierno en España, una "razón de Estado".
Si Rivera actuara con astucia y determinación, la
investidura del candidato popular estaría casi asegurada en la primera
votación, y España contaría con un gobierno estable en breve tiempo. Si no ocurriera esto, la consecuencia podría ser la extinción del PSOE, como verán a continuación, y Ciudadanos
ocuparía gran parte de ese espacio. Analicemos el escenario y a los actores.
En Andalucía, el PSOE-A de Susana Díaz gobierna en solitario
gracias al apoyo de Ciudadanos. Susana quiere la cabeza de Sánchez y llegar a
la Secretaría General del PSOE vitoreada por los suyos y otros barones
socialistas, y ser la candidata sin tener que pasar por ningún Congreso en el
partido (ídem al proceso andaluz), y para ello espera el fracaso
estrepitoso de su jefe de filas. Una contrariedad para Pedro Sánchez, que
necesita que los diputados andaluces del Congreso apoyen sus propuestas
-incluido el no al PP-, porque es la única manera que tiene para mantenerse
como Secretario General del PSOE y mantener vivo al partido, aunque sea con
mínimos vitales en su lenta agonía.
Por otro lado, Rajoy quiere llegar a un acuerdo con
Ciudadanos y otros partidos (¿Coalición Canaria, PSOE con abstención...?) para
conseguir la investidura y constituir un gobierno para España con cierta
estabilidad, lo cual se presume muy complejo, aunque no tanto si Rivera actuara
en el sentido que se expone a continuación. No obstante, si PP y Ciudadanos
firmaran un pacto a nivel nacional y no se consiguiera la investidura de Rajoy, podría
dificultarse en extremo el pacto en Andalucía entre Ciudadanos y el PSOE de
Susana Díaz, dada la influencia de la política nacional en la autonómica. Si el pacto se mantuviera intacto en Andalucía tras dicha firma, la incoherencia de Ciudadanos les costaría muy caro en las urnas.
Mientras tanto, los diputados autonómicos de Ciudadanos en
Andalucía, con Juan Marín a la cabeza, rehuyen encarecidamente romper el pacto
con el PSOE andaluz, porque equivaldría a poner en peligro su zona de confort,
perdiendo sus cómodos puestos en el Parlamento andaluz, que se traduce en
varios años con nómina pública, dietas, eco en los medios de comunicación,
etc., y todo ello sin responsabilidades de gobierno, es decir, sin despeinarse,
como llevan haciendo los diputados andaluces del PP (antes AP) durante treinta
y pico años. Por este motivo, los diputados naranjas defenderán con uñas y
dientes en el seno de su partido mantener la situación actual por "el bien
de Andalucía", expresión recurrente de nuestros políticos para justificar
sus desmanes, a pesar de que en las últimas elecciones, Ciudadanos ha perdido
miles de votos en Andalucía, proceso que se mantendrá si sigue apoyando al
partido del Régimen (no hay más que observar lo acontecido al PA e IU-CA).
Y no puedo seguir este artículo sin hacer necesariamente un
inciso, dirigido a los "sabios" de Ciudadanos: Andalucía sólo
podrá mejorar el día que el PSOE deje de gobernar la Comunidad y finalice su
Régimen. Si no lo entienden, más vale que dejen la política y vuelvan a sus
quehaceres -los que los tenían- o al paro.
Si tienen ocasión de leer las últimas declaraciones de Pedro
Sánchez y de sus afines en el PSOE nacional, observarán la insistencia que
tienen en calar en la opinión pública el siguiente mensaje, aunque va dirigido
directamente a los barones autonómicos, y especialmente a Susana Díaz: aquél
que apoye la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy será castigado por
"la militancia" -y los órganos disciplinarios del partido, añado- y
no podrá ocupar nunca la Secretaría General. Hasta intentan convencer a los
suyos añadiendo en su mortecino discurso que Unidos Podemos bajará en votos y
los recuperará el PSOE. Sin embargo, Sánchez sabe que el PSOE nacional depende
en exceso del apoyo del PSOE andaluz, y acrecentar su debilitamiento acabaría
hundiéndolo definitivamente, destino al que, por activa y por pasiva, se dirige
inevitablemente.
Si tienen ocasión de buscar las últimas declaraciones del
círculo de confianza de Susana Díaz, observarán el casi mutismo reinante,
aunque no exento de una gran tensión interna, dado lo que está en juego: el
pacto con Ciudadanos en Andalucía, y por ende, un tsunami en el PSOE
andaluz por un bloqueo que conllevaría unas posibles nuevas elecciones en
Andalucía. Y ya saben lo que esto supondría para el Régimen andaluz: nóminas en
el aire, contratos perdidos, subvenciones que no llegan...es decir, el
hundimiento acelerado del partido en Andalucía y, por consiguiente, a nivel
nacional.
Susana Díaz sabe que está entre la espada y la pared, y de
hecho es lo que revelan las escasas declaraciones realizadas por miembros de su
equipo y ella misma. Tratan de desviar la atención con artificios para intentar
enmascarar su situación real, que para un buen estratega político se presume
adversa. El Gobierno de Susana en Andalucía está en manos de Rivera, incluso su
futuro personal, y ella lo sabe, como también sabe que su partido está más que
tocado: se mueva una u otra ficha, el jaque mate al "rey" Sánchez
está asegurado, y no habrá barón que salve al partido.
El PSOE no tiene salida airosa en ningún caso: si hay
terceras elecciones, seguirá perdiendo votos y escaños en su larga agonía, y la
salida de Pedro Sánchez como Secretario General, más tarde o temprano, está asegurada;
y si Rajoy consigue la investidura con la abstención de diputados andaluces del
PSOE, también se traducirá en pérdida de votos. No es de extrañar, por tanto,
la aparente tranquilidad de Rajoy y, en general, del PP. De hecho, han optado
por no hacer sangre con el PSOE, al haber decidido éste hacerse el harakiri.
Como manifestaba al inicio del artículo, Rivera podría
llamar a la puerta de Susana en cualquier momento, y decirle aquello de "trato
o susto". Dicho de forma más coloquial, dado que entre pillos anda el
juego y no caben remilgos: “como te
niegues, te monto un pollo”. Concretando, que es gerundio: ¿o acordamos que
un número mínimo de diputados socialistas andaluces en el Congreso -o todos- se
abstengan en la investidura de Rajoy y apoyen durante toda la Legislatura lo
acordado entre el PP y Ciudadanos a nivel nacional, manteniendo a cambio el
pacto en Andalucía con nuevas condiciones de "regeneración
democrática", o rompo el pacto actual, con bloqueo de los Presupuestos de
la Comunidad andaluza para 2017 y de cualquier otra norma de rango legal, con
apoyos a propuestas del PP y Podemos, con varias Comisiones de Investigación en
el Parlamento, e incluso apoyando una moción de censura en el Parlamento
andaluz presentada por el PP para provocar unas elecciones anticipadas?
Como andaluz sufridor del Régimen del PSOE-A, me encantaría
que se rompiera el maldito pacto andaluz, medida que, por cierto, podría
conseguir la recuperación de muchos votos a Ciudadanos en Andalucía. Sin
embargo, y dado que sigo desempeñando mi rol maquiavélico, le aconsejaría a
Rivera que actuara sin dobleces y con contundencia, y llamara urgentemente
a la puerta de Susana para proponerle el acuerdo (abstención en la investidura,
apoyo del acuerdo de Ciudadanos y PP durante toda la Legislatura, y
mantenimiento del pacto en Andalucía con nuevas condiciones). Y ello especialmente
por tres motivos.
El primero, de no hacerlo, quedaría en evidencia que
Ciudadanos realmente no buscaba que se formara gobierno en España, sino que
todo sería una farsa, lo cual debilitaría al partido; segundo, fortalecería la
posición de Ciudadanos en Andalucía, aunque para ello tuviera que quitarse de
encima a Juan Marín con patada hacia arriba, proponiendo su nombramiento, por
ejemplo, para senador por Andalucía, con el "apoyo" de Susana Díaz; y
tercero, sería el hundimiento definitivo de Pedro Sánchez y del PSOE -un
adversario menos, cuyo espacio "socialdemócrata" podría ocupar- si
logra esa abstención en el Congreso, aunque posiblemente también lo conseguiría
si rompiera el pacto en Andalucía. Es decir, Ciudadanos siempre obtiene
beneficios con el "susto o trato": es una apuesta
ganadora.
El terror del PSOE-A a este posible proceder de Rivera se
trasluce en las palabras manifestadas en la noticia publicada en El
Confidencial por Agustín Rivera el pasado 19 de agosto, y que sigue
manteniéndose: <<“No creo que haya comité extraordinario. La presión
es para los pequeños grupos”, subraya a El Confidencial un diputado andaluz con
varios ‘trienios’ de experiencia en el escaño del Congreso. “Ahora no es el
momento de Susana, ahora es el momento de Pedro Sánchez. Susana no pinta nada
en el proceso político en que estamos en estos momentos”, remarca a este
diario.>>. Es evidente el intento de desviar la atención para que, ni
por asomo, pueda ocurrírsele a Rivera celebrar el día de "Halloween".
De hecho, el PSOE no hace más que repetir que la presión que recibe para
abstenerse es del PP -no de Ciudadanos-, todo con tal de no mentar a la bicha.
La pregunta a realizar es: ¿tendrá Rivera los arrestos
necesarios para forzar a Susana Díaz a tomar una u otra decisión? Y si
Susana se negara a la abstención y eligiera "susto", ¿estaría
dispuesto Rivera a romper el pacto en Andalucía? Tendría una clara
justificación: su pacto con el PP a nivel nacional. Rivera y Díaz saben que el
PSOE está agónico, que ya no se trata de susto o muerte para el partido, pues sólo queda
elegir entre una muerte lenta o muerte súbita.
Además, con la actual política de Ciudadanos, apoyando
constantemente en el Parlamento al PSOE andaluz y sus desmanes (de nuevo acaba
de hacerlo), la pérdida de votos de Ciudadanos en la Comunidad andaluza será
imparable. Y si Rivera no actuara tal como he descrito, también recibiría el
castigo de sus expectantes seguidores.
Concluyendo, Rivera tiene la llave de la gobernabilidad
de España. Susana es ahora, le guste o no, un títere en sus manos, y podría
sacarla del escenario -también al PSOE- en cuanto decidiera actuar. Ella lo
sabe, y de ahí su silencio: sus asesores la han ocultado entre bambalinas para
no convertirla en la perfecta diana. Si yo fuera Rivera, lo tendría muy claro y
apostaría a ganador:
Acertado análisis; no en vano Maquiavelo escribió El Principe basándose en el primer gobierno que tuvimos: ¡poco hemos progresado los súbditos españoles desde Fernando el Católico! Sin embargo, Luis, habida cuenta de la caterva que Ciudadanos reclutó a toda prisa para rellenar su sección sureña y que tan felizmente ahora pisa moqueta en el parlamento andaluz, no sé yo hasta que punto Albertín Rivera podría presionar a la Sultana Diaz. Estos transfugas de cien partidos, reconvertidos en ciudadanitas, que por fin han asentado sus gordas posaderas en el buen sillón de cuero rojo que siempre anhelaron y les había negado su ausencia de escrúpulos y disciplina de partido... ¿acatarían las inconvenientes directrices de Barcelona? Fuertes dudas asolan mi alma en este sentido, especialmente con la andaluza de museo ilustre trabajandoselos cada día. Y eso que empezar a ejercer de oposición sería lo único que vendría a salvarles la cara, como bien dices. Pero se está tan fresquito en un despacho gubernamental andaluz, con su aire acondicionao... ahhhh, y con vistas a la basílica de la Macarena, ¡qué maravilla!
ResponderEliminarGracias, Emilio!
EliminarVisto lo visto, estoy de acuerdo contigo: no veo a Ciudadanos actuando por el bien de todos. Son más de lo mismo, buscando exclusivamente su rédito electoral. Otro partido más para hacer negocio de la política. Por eso de nuevo me abstendré en las terceras elecciones, y en las siguientes, y en las siguientes, y en... hasta que los españoles despierten de una vez de su letargo y se unan a la única acción -la abstención- que puede realmente transformar esta aberrante situación que nos tiene "atrapado en el tiempo". No se si llegaré a verlo...
Saludos!
Profundo análisis de Luis y acertada reflexión de Emilio: Quién manda realmente en los ciudadanitas andaluces?
ResponderEliminarGracias, Paco!!
EliminarUn fuerte abrazo!!