Artículo de Rafa G. García de Cosío
Sevilla,
principios de siglo. Eran unos tiempos, aquellos años 2000-2001, en los que uno
no podía salir a la calle por el riesgo continuo de ser atracado. La verdad es
que aún no sé si se trataba de una oleada real de criminalidad en la capital
andaluza o si todo se debía a mi aún corta edad y la consiguiente cara de
pardillo para salir solo por la calle.
El caso es que
un día me harté, y, antes de salir a El Corte Inglés, decidí meterme dos
carteras en el pantalón. En una llevaba el dinero de verdad. En la otra, una
ingrata sorpresa. Tomé la calle más peligrosa (el camino más corto) a mi
destino: la que separa el estadio Sánchez Pizjuán del Nervión Plaza. No me
equivoqué: un cani unos 5 u 8 años mayor que yo me preguntó si tenía "un
euro", que era lo que se preguntaba como preámbulo para quitarle la
cartera a alguien cuando estrenábamos moneda y los euros brillaban.
Le di la cartera
falsa (del Betis, por cierto) repleta de billetes del monopoly. Echó a correr a
lo largo del gol norte y yo también, en dirección a El Corte Inglés, y en la
entrada de Luis de Morales me topé con mi primo Jesús, que, al contarle entre
jadeos lo sucedido, se echó a reír.
Me he acordado
esta semana de esta historia de juventud con motivo de la aparición solemne de
Albert Rivera anunciando sus seis medidas para negociar el sí a la investidura
de Mariano Rajoy. Aunque en un primer momento me ilusionó su puesta en escena
de la regeneración que tanto ansían los españoles, luego no pude sino contemplarlo
como mero postureo. Ojo! Para nada culpa exclusiva de Albert Rivera, sino,
sobre todo, del sistema parlamentario español. Me voy a explicar, ahondando en
tres de las seis medidas propuestas:
1- Ley
Electoral: quedó muy bonito ese gesto de indignación con la cabeza, más propio
de un mitin electoral que de una comparecencia en el Congreso, al denunciar la
exclusión de los partidos pequeños. Pero la medida es imposible de llevar a
cabo, ni aun con el sí del PP, si no se suman otras fuerzas, empezando con el
PSOE. Porque puede que las matemáticas acaben posibilitando la investidura de
Rajoy, pero ninguna fuerza ajena a PP o Ciudadanos encontraría incentivo alguno
para votar a favor de una nueva ley; siquiera para votar algo junto a lo que
Pedro Sánchez denomina, en lenguaje de la II República, "las
derechas".
2- Limitación de
mandatos: También fue emocionante y romántico lo de limitar los mandatos a dos
legislaturas u ocho años, pero eso, que es perfectamente razonable en un
sistema presidencialista, no tiene ningún sentido en un sistema parlamentario,
donde el presidente del Gobierno es un diputado más (recordemos que Rivera
estuvo en el Parlamento de Cataluña de 2006 a 2015, ocupando un escaño durante tres
legislaturas; y ahora se dispone a ocupar por segunda vez desde 2015 escaño en
el Congreso de los Diputados: dejará entonces la política en 2020? Permítanme que lo dude).
3- Comisiones de
investigación: comparto absolutamente la opinión de Arcadi Espada de esta
semana en El Mundo, donde criticó las comisiones de investigación como entes
paralelos a las investigaciones judiciales, donde, por tanto, siempre acaba
imponiéndose una verdad paralela, e inevitablemente política, a los hechos.
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