domingo, 14 de agosto de 2016

Ciudadanos y el truco de la estampita


Artículo de Rafa G. García de Cosío


Sevilla, principios de siglo. Eran unos tiempos, aquellos años 2000-2001, en los que uno no podía salir a la calle por el riesgo continuo de ser atracado. La verdad es que aún no sé si se trataba de una oleada real de criminalidad en la capital andaluza o si todo se debía a mi aún corta edad y la consiguiente cara de pardillo para salir solo por la calle.
 
El caso es que un día me harté, y, antes de salir a El Corte Inglés, decidí meterme dos carteras en el pantalón. En una llevaba el dinero de verdad. En la otra, una ingrata sorpresa. Tomé la calle más peligrosa (el camino más corto) a mi destino: la que separa el estadio Sánchez Pizjuán del Nervión Plaza. No me equivoqué: un cani unos 5 u 8 años mayor que yo me preguntó si tenía "un euro", que era lo que se preguntaba como preámbulo para quitarle la cartera a alguien cuando estrenábamos moneda y los euros brillaban.

Le di la cartera falsa (del Betis, por cierto) repleta de billetes del monopoly. Echó a correr a lo largo del gol norte y yo también, en dirección a El Corte Inglés, y en la entrada de Luis de Morales me topé con mi primo Jesús, que, al contarle entre jadeos lo sucedido, se echó a reír.

Me he acordado esta semana de esta historia de juventud con motivo de la aparición solemne de Albert Rivera anunciando sus seis medidas para negociar el sí a la investidura de Mariano Rajoy. Aunque en un primer momento me ilusionó su puesta en escena de la regeneración que tanto ansían los españoles, luego no pude sino contemplarlo como mero postureo. Ojo! Para nada culpa exclusiva de Albert Rivera, sino, sobre todo, del sistema parlamentario español. Me voy a explicar, ahondando en tres de las seis medidas propuestas:

1- Ley Electoral: quedó muy bonito ese gesto de indignación con la cabeza, más propio de un mitin electoral que de una comparecencia en el Congreso, al denunciar la exclusión de los partidos pequeños. Pero la medida es imposible de llevar a cabo, ni aun con el sí del PP, si no se suman otras fuerzas, empezando con el PSOE. Porque puede que las matemáticas acaben posibilitando la investidura de Rajoy, pero ninguna fuerza ajena a PP o Ciudadanos encontraría incentivo alguno para votar a favor de una nueva ley; siquiera para votar algo junto a lo que Pedro Sánchez denomina, en lenguaje de la II República, "las derechas".

2- Limitación de mandatos: También fue emocionante y romántico lo de limitar los mandatos a dos legislaturas u ocho años, pero eso, que es perfectamente razonable en un sistema presidencialista, no tiene ningún sentido en un sistema parlamentario, donde el presidente del Gobierno es un diputado más (recordemos que Rivera estuvo en el Parlamento de Cataluña de 2006 a 2015, ocupando un escaño durante tres legislaturas; y ahora se dispone a ocupar por segunda vez desde 2015 escaño en el Congreso de los Diputados: dejará entonces la política  en 2020? Permítanme que lo dude).

3- Comisiones de investigación: comparto absolutamente la opinión de Arcadi Espada de esta semana en El Mundo, donde criticó las comisiones de investigación como entes paralelos a las investigaciones judiciales, donde, por tanto, siempre acaba imponiéndose una verdad paralela, e inevitablemente política, a los hechos.

Las medidas de Rivera son inviables o simplemente incongruentes. Y con un PSOE que es un barco a la deriva y con pataletas en vez de remos, no llegan ni a papel mojado.


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