Artículo de Paco Romero
El 2 de abril de 2014,
cuando la crisis combatía con toda su fiereza, se anunciaba una inversión de
7,6 millones de euros para la compra de 27.423 tabletas digitales híbridas
destinadas a los alumnos de 6º de Primaria de los centros educativos públicos
andaluces.
La nota informativa de la Consejería de Educación
enfatizaba: “una vez eliminado el programa Escuela 2.0 por parte del
Gobierno de España en 2012, con la consiguiente merma en la financiación (más
de 25 millones anuales), la Junta mantiene su política de fomentar el uso de
las nuevas tecnologías en la educación. Andalucía destaca como la comunidad
autónoma que más recursos tecnológicos pone a disposición del alumnado y es la
única que cuenta con pizarras digitales en todas las aulas de 5º y 6º de
Primaria y 1º y 2º de ESO”, presumiendo, naturalmente, de cómo los alumnos
andaluces “siguen haciendo uso de los 400.000 portátiles distribuidos
durante los últimos años entre el alumnado y el profesorado de Primaria y
Secundaria”.
En nada se compadece aquella situación con la verdad por
todos conocida y que ha vuelto a reverdecer esta semana -en póstumo homenaje a
los colores corporativos de lajunta- a través de un reportaje en ABC:
«Se vende portátil de la Junta en muy buenas condiciones».
Efectivamente, “San Google” ofrece variopintas posibilidades
de adquirir a precio de saldo un ordenador en perfecto estado por “no haberse
usado nunca”, o de alguno más achacoso para piezas de recambio, en todo caso “desechos
de tienta” del programa Escuela 2.0.
Enseñar sin educar, sin concienciar, no es buena idea. A lo
mejor, el día que volvamos a la tiza, mejoramos en el ranking del informe PISA.
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