Artículo de Rafa G. García Cosío
Con periodistas de nuevo cuño no me refiero a
los flamantes plumillas que empiezan en una redacción. No tengo nada contra
ellos. Yo mismo fui uno de ellos alguna vez! Me refiero a los nuevos
periodistas en esta era loca de la información en la que cada día hay un
novedoso soporte con nuevos y sedicentes comunicadores. Pero, qué es el
periodismo? Primero habría que responder a esa pregunta.
La primera definición de periodismo que da la
RAE es la siguiente: 'Captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico
de la información en
cualquiera de sus formas y variedades'.
Pero... qué es información? También la primera
definición de esta palabra ofrecida en la RAE es la 'acción y efecto de
informar'.
No les llama algo la atención? No falta claramente
algo? No da la impresión, con este par de definiciones, de que cualquiera de
los 7.000 millones de habitantes en la Tierra podría ser periodista sin
saberlo?
Verán, cuando estudiaba Periodismo en la
Complutense, se nos repitió hasta la saciedad el concepto de interés público. Sí, el periodismo puede
tener toda la captación de información, todo el tratamiento, todas las fotos y
toda la literatura que uno quiera echarle, pero necesariamente tiene que tener
el interés público por delante, un concepto completamente olvidado por la RAE.
Digo esto porque últimamente siento gran
rechazo por la actitud de lo que yo llamo periodistas de nuevo cuño, aquellos que, cámara en
mano, no se van por ahí a narrar algo de interés público, sino a hacerse
reportajes de sí mismos. Hace algunos meses, una persona (a la que suelo
apreciar mucho, pese a lo que van a leer) se fue durante un mes por trabajo a
Indonesia, y creó un grupo de Wassap ex profeso para contarnos a las pobres
hormiguitas congeladas de este hormiguero llamado Alemania lo bien que se lo
pasaba la cigarra del trópico. La amiga no solo nos condenó a ver fotos diarias
de su vida indonesia (montada en moto, de visita en un templo, en un barco,
comiendo, dando clases de alemán...), sino que su marido se encargó de poner
firmes a las hormiguitas del grupo haciéndoles saber que el grupo era
unidireccional. Es decir, que solo su mujer podía comunicar cosas, mientras los
demás debían responder en privado.
Hace mucho menos, una persona (a la que no
aprecio tanto) hizo algo parecido. Creó en Facebook una página dedicada a un
viaje en moto por Europa del Este que le llevará cinco meses, y nos invitó a
todos a seguir dicha página. Cómo explicarles...? Como buena alemana que es, pasó
las cuatro semanas antes de partir contándonos a diario noticias sobre los
minuciosos preparativos: el sillín extra que había adquirido, el primer rodaje,
la compra de los guantes, el primer lavado de la moto, una foto de la guía de
viajes, etc. Todo bullshit,
vamos.
Permítanme que comparta con ustedes mi regla
de oro como humilde periodista desde hace, al menos, unos cuatro años, que es
cuando empecé a viajar a lo bestia. Lo
principal es mantenerse uno al margen y dar voz a aquellos que no la tienen.
Suena a tópico, pero la realidad es que no se cumple, al menos en nuestro país.
Desde hace cuatro años, mi presencia en las fotos que cuelgo (generalmente en
Facebook, donde tengo todos los álbumes) es mínima. Tampoco me gusta
fotografiar paisajes, pues eso ya nos lo da Google. Lo mejor (y más difícil) es
fotografiar a personas. Y se puede fotografiar con una cámara o con la pluma.
Como cuando, en este mismo periódico, dejé escrito hace meses que el mayor
sueño de cualquiera de los jóvenes iraníes con los que hablé en Persia era
estudiar en Estados Unidos o Europa. El mayor para la clara mayoría, se lo
aseguro.
Digo que no se cumple lo de dar voz a los
demás porque, realmente, en España no se cumple. Así de simple. Les voy a dar
un ejemplo muy claro. Si preguntan ustedes a cualquiera por la calle sobre la
utilidad de las Comunidades Autónomas, estarán de acuerdo conmigo en que la
mayoría (si tiene una opinión propia, cosa cada vez más rara en España) quiere
o bien eliminarlas o bien redimensionarlas, como mínimo. Sin embargo, las CCAA
son un tema tabú en nuestros medios de comunicación. Son intocables, como
aquellos que las manejan. Pese a que es tan claro como el agua que las CCAA
aguantan la mayor parte del gasto del país, jamás entran en el debate de los recortes.
Me encanta El Demócrata Liberal porque, siguiendo las dos definiciones de
la RAE para periodismo e información -además del componente de interés público archimencionado en
la Complutense- no veo otro medio en Andalucía con ideas tan frescas, colaboradores
tan comprometidos y valientes e informaciones tan relevantes para el interés
general o el sentido común, que es el menos común de los sentidos en nuestro
país.
Un
homenaje a Fernando Múgica
Les cuento todo este rollo porque esta semana
ha muerto Fernando Múgica, un grandísimo ejemplo de lo que en mi opinión
debería ser un periodista: Un
tío que esté en todos lados, pero discreto. Fíjense si era
discreto que he visto su cara por primera vez en la noticia de su obituario.
Devorador de periódicos como soy, había visto millones de veces su nombre en
fotos de El Mundo hechas en los rincones más miserables y atomarporculo del planeta, pero
nunca su cara.
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