Artículo de Eduardo Maestre
A mí nunca me gustó la película Gremlins; no me pareció nunca un espectáculo apto para niños. Precisamente por ello, jamás olvidaré algunas de sus desagradables secuencias; así como las tres reglas de oro que hay que seguir rigurosamente si alguna vez eres dueño de un mogwai, que es como se llaman estos extraños animalitos: no exponerlos a la luz solar ni a los flashes brillantes; no arrojarles agua. Y la más importante: no darles de comer nunca a partir de la medianoche.
Estas tres clarísimas reglas hay que seguirlas a rajatabla, porque si a los mogwai se les expone a la luz brillante se confunden y pueden ser incontrolables; si les diera la luz del sol, morirían antes de un minuto; si se mojaran, se reproducirían descontroladamente, y si ingirieran alimento tras la
medianoche –Dios no lo quiera!-, dejarían de ser mogwai para convertirse en gremlins, monstruos de pequeño tamaño pero sin escrúpulos, destructivos y hasta sanguinarios!
Ya sabemos lo que pasó con el adorable mogwai del protagonista de la película: que se mojó y se reprodujo; que uno de sus hijos engañó a su dueño y consiguió comer de madrugada, convirtiéndose en un horrible gremlin que, además, se tiró intencionadamente a una piscina de la que salieron cientos de bichos de la misma calaña que acabaron destruyendo la ciudad y asesinando gente.
Hace casi 40 años, los políticos españoles -tal y como le ocurrió al irresponsable protagonista de la película-, a causa de un prurito de vergüenza tardía por saberse criados en el Régimen franquista o por miedo a la propia identidad, no fueron capaces de mantener alejado del agua al esperanzado e inocente mogwai que era España en aquel momento, y cedieron a la tentación de satisfacer el espíritu destructivo del nacionalismo vertiendo una jarra de complejos estúpidos sobre el concepto de nación española, haciendo que brotasen de él, una tras otra, diecisiete bolitas peludas de otros tantos colores, todas ellas con la cara de inocencia que tiene siempre un mogwai al nacer.
Luego, llegaron Gobiernos sin mayoría absoluta y, por lo tanto, la necesidad de pactar con aquellas criaturas de ojos enormes y expresión beatífica. Pero con los pactos llegaron los flashes y las luces brillantes, y con ellas la confusión con la que siempre castiga el repentino protagonismo a aquéllos que se saben sin posibilidad alguna de gobernar. La confusión, a algunos de estos animalitos surgidos de la espalda del mogwai principal les llevó a soñar que eran superiores a sus hermanos, pues todo nacionalismo está aparejado íntimamente a un sentimiento de superioridad. Incluso algunos de estos mogwai comenzaron a edificar un muro cultural y lingüístico que -hoy se ve- ha supuesto la mayor perversión a la que nunca se ha sometido al logos, porque la difusión de un idioma se lleva a cabo para unir, y estos nacis (abreviatura de nacionalista: es más rápido y más expresivo decirlo así) han utilizado durante las últimas décadas la lengua catalana para fracturar.
Estas tres clarísimas reglas hay que seguirlas a rajatabla, porque si a los mogwai se les expone a la luz brillante se confunden y pueden ser incontrolables; si les diera la luz del sol, morirían antes de un minuto; si se mojaran, se reproducirían descontroladamente, y si ingirieran alimento tras la
medianoche –Dios no lo quiera!-, dejarían de ser mogwai para convertirse en gremlins, monstruos de pequeño tamaño pero sin escrúpulos, destructivos y hasta sanguinarios!
Ya sabemos lo que pasó con el adorable mogwai del protagonista de la película: que se mojó y se reprodujo; que uno de sus hijos engañó a su dueño y consiguió comer de madrugada, convirtiéndose en un horrible gremlin que, además, se tiró intencionadamente a una piscina de la que salieron cientos de bichos de la misma calaña que acabaron destruyendo la ciudad y asesinando gente.
Hace casi 40 años, los políticos españoles -tal y como le ocurrió al irresponsable protagonista de la película-, a causa de un prurito de vergüenza tardía por saberse criados en el Régimen franquista o por miedo a la propia identidad, no fueron capaces de mantener alejado del agua al esperanzado e inocente mogwai que era España en aquel momento, y cedieron a la tentación de satisfacer el espíritu destructivo del nacionalismo vertiendo una jarra de complejos estúpidos sobre el concepto de nación española, haciendo que brotasen de él, una tras otra, diecisiete bolitas peludas de otros tantos colores, todas ellas con la cara de inocencia que tiene siempre un mogwai al nacer.
Luego, llegaron Gobiernos sin mayoría absoluta y, por lo tanto, la necesidad de pactar con aquellas criaturas de ojos enormes y expresión beatífica. Pero con los pactos llegaron los flashes y las luces brillantes, y con ellas la confusión con la que siempre castiga el repentino protagonismo a aquéllos que se saben sin posibilidad alguna de gobernar. La confusión, a algunos de estos animalitos surgidos de la espalda del mogwai principal les llevó a soñar que eran superiores a sus hermanos, pues todo nacionalismo está aparejado íntimamente a un sentimiento de superioridad. Incluso algunos de estos mogwai comenzaron a edificar un muro cultural y lingüístico que -hoy se ve- ha supuesto la mayor perversión a la que nunca se ha sometido al logos, porque la difusión de un idioma se lleva a cabo para unir, y estos nacis (abreviatura de nacionalista: es más rápido y más expresivo decirlo así) han utilizado durante las últimas décadas la lengua catalana para fracturar.
Verán ustedes: los nacionalismos, surgidos entre mediados y finales del siglo XIX en toda Europa, y que tuvieron su clímax en el III Reich alemán, quedaron resueltos para mucho tiempo en la mayor parte del territorio europeo; pero no en España, a causa de la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, que los congeló. Esta especie de catatonia a la que sometió la dictadura a los nostálgicos supervivientes del nacionalismo influyó decisivamente en que se mantuvieran en estado latente durante 40 años. Tras la muerte de Franco y la aparición de los primeros atisbos de libertad política en España, los nacis saltaron como divas histéricas al rebufo de la apertura del proceso constituyente que finalmente vino a resolverse en la fallida Constitución del 78, trufada de privilegios supremacistas, hechos diferenciales, fueros trasnochados, cupos inexplicables y todo género de agravios a aquellas regiones a las que, de repente, se las despojó de la categoría de históricas.
Para ejemplificar la falacia que supuso estampar en la Constitución del 78 los más graves insultos que a los españoles se nos han podido hacer, podría hablar de cualquier otra región española, pues todas están preñadas de Historia; igualmente podría hablar de La Mancha, de Murcia o de Canarias; pero como soy andaluz, permítanme que tome como ejemplo mi tierra.
Así las cosas, regiones como Andalucía, cuna de Tartessos, madre de dos emperadores romanos y numerosos senadores; sostén del Imperio de los Omeya; tierra de los reinos de Granada, Sevilla, Córdoba… Andalucía, que fue el centro del Imperio durante los Siglos de Oro y que estructuró el Nuevo Mundo; Andalucía, la tierra en la que no hay manera de excavar sin toparse con restos árabes, visigóticos, romanos, celtíberos, tartésicos… La tierra en donde se refugió la libertad y se redactó aquella gaditana Constitución que hizo frente a la invasión napoleónica; la región que fue centro de la Corte en la época liberal y que documenta casi 3.000 años continuados de Historia… no fue declarada Comunidad Histórica! Como Extremadura, como Galicia, como Valencia, que tampoco lo fueron!. Ni siquiera se reconoció como Comunidad Histórica a la propia Castilla! Una locura!
Esta actitud falsaria hizo que todas las regiones exigieran ser reconocidas como entes históricos, pues precisamente Cataluña y el País Vasco, las dos únicas regiones que jamás habían sido un reino ni una entidad política y geográfica independiente, pretendían tener más privilegios y recibir más prebendas que el resto! Y, de hecho, los han tenido y los siguen teniendo desde hace más de tres décadas!
Se dan cuenta de la gravedad de estos hechos? Es que es tan terrible que no sé si mis palabras alcanzan a explicarles a ustedes las consecuencias a nivel subconsciente que este agravio constante ha producido sin duda en la mayoría de los habitantes de un país cuya Constitución-Medea es capaz de hacerle esto a sus hijos!
Sin embargo, y pese a los insultos y constantes agravios que el resto de los españoles hemos tenido que sufrir por parte de estos lobbys nacionalistas, los españoles hemos dado y seguimos dando ejemplo de tolerancia, respeto y capacidad de discernir entre aquéllos que ya campan en los terrenos de la delincuencia y sus paisanos, la mayoría de ellos oprimidos por estos nacis.
Sin embargo, y pese a los insultos y constantes agravios que el resto de los españoles hemos tenido que sufrir por parte de estos lobbys nacionalistas, los españoles hemos dado y seguimos dando ejemplo de tolerancia, respeto y capacidad de discernir entre aquéllos que ya campan en los terrenos de la delincuencia y sus paisanos, la mayoría de ellos oprimidos por estos nacis.
A pesar de nuestra paciencia infinita, se han dado pasos que hasta el más sereno de los españoles se ve obligado a denunciar. Hasta que se instaló en la Moncloa el pusilánime y estólido Gobierno de Mariano Rajoy jamás se había atrevido ningún gobernante a romper la tercera y más importante de las reglas para con los mogwai: no darles de comer después de la medianoche. Pero Rajoy lo ha hecho!
Rajoy -y su Gobierno del PP- les dio de comer de madrugada cuando permitió el arrinconamiento y prohibición del uso del castellano en la rotulación de los comercios y en la enseñanza en las escuelas; los alimentó tras la medianoche cuando les concedió la capacidad de abrir unas embajadas a través de las cuales se da una imagen repulsiva de España; les sirvió en bandeja carne de español asado cuando no les impidió celebrar aquel referéndum de cartón, o cuando les ha dejado seguir jugando hasta proclamar la República catalana desde el Parlament, que es un foro oficial del Estado. Enfín, qué quieren que les diga? Que Rajoy, conociendo sus fechorías, les ha seguido alimentando cada madrugada a través del FLA. Y se ha quedado tan pancho!
Cuáles son las consecuencias? Pues que el que nunca pasó de ser un mogwai presuntuoso y bravucón se ha transformado en un gremlin monstruoso y se ha tirado a la piscina, esa piscina enorme que supone la ausencia absoluta del Estado en Cataluña, territorio tomado en donde la Ley se ha impreso en suaves rollos de papel higiénico de triple capa (una, administrativa; otra, penal, y una última constitucional) para que se limpien su cuatribarrado trasero los puigdemonios, las adacolaus, los pujoles, los arturmases, los de la CUP, el miserable Otegui, la ANC, los de Omnium, los chinos que fabrican las esteladas y hasta la Puta y la Ramoneta!
Ahora bien, no lo duden: Cataluña no es el único gremlin que le ha surgido a España. También están los separatistas vascos, que han abandonado el asesinato porque, como dice el candidato al Nobel de la Paz Arnaldo Otegui, no funcionaba. Es decir: han dejado de matar a ciudadanos desarmados e inocentes porque la vía catalana es más efectiva. No por el dolor causado! No por las casi mil víctimas! No por los más de 200.000 desplazados! No! Han dejado de matarnos porque no funcionaba! Ahí va la hostia, Iñaki! Kabenzotz!
Y como éstos de la txapela, los navarros: no ha sido suficiente que durante cuatro décadas no hayan pagado impuestos al Estado que los protege! Y los gallegos, que ahí ahí… Por no hablar de los valencianos desde que mandan los de Bolívar a través de los sociatas. Coño, si hasta en Andalucía nos salen separatistas!
Lo que quiero decir es que, en mayor o menor medida, con más o menos teatralidad en los gestos y arrebatos, los ciudadanos españoles mantenemos desde hace 40 años a 17 gremlins, uno de los cuales está cortando la cuerda del puente colgante ante nuestras narices. Y a éste le sigue el otro. Y luego, el otro. Y antes o después, si no hacemos nada por evitarlo (y no lo está haciendo nadie), estos monstruos que creamos en el 78, que son el mayor obstáculo que ha tenido jamás nación alguna para poder prosperar personalmente; estos bichos insaciables y herméticos, cuyas reglas de mantenimiento y control han incumplido sistemáticamente todos y cada uno de los Gobiernos habidos en España, se columpiarán en el ventilador del techo, lanzarán palomitas de maíz a la cara de la gente, echarán alcohol en los biberones de los niños y encontrarán divertido ahorcar a los ciudadanos que no les rían las gracias.
No hay país en el mundo que pueda soportar sobre las espaldas de la ciudadanía tanto derroche, tanta duplicidad y hasta triplicidad administrativa, tantas normas antitéticas, tanto gasto inútil, tal peso impositivo y tanta pérdida de tiempo y ausencia de objetivos! España, uno de los países más ricos del mundo, se desangra por la herida de la estructura del Estado, que son las Comunidades Autónomas, verdaderas cuevas de bandoleros!
Cuánto gremlim suelto! Cuántos privilegios! Cuánto desprecio por el ciudadano! Quizás vaya siendo hora de plantear –figuradamente, claro- la solución que dio Joe Dante a la película: meterlos a todos en un cine y prenderles fuego!
Rajoy -y su Gobierno del PP- les dio de comer de madrugada cuando permitió el arrinconamiento y prohibición del uso del castellano en la rotulación de los comercios y en la enseñanza en las escuelas; los alimentó tras la medianoche cuando les concedió la capacidad de abrir unas embajadas a través de las cuales se da una imagen repulsiva de España; les sirvió en bandeja carne de español asado cuando no les impidió celebrar aquel referéndum de cartón, o cuando les ha dejado seguir jugando hasta proclamar la República catalana desde el Parlament, que es un foro oficial del Estado. Enfín, qué quieren que les diga? Que Rajoy, conociendo sus fechorías, les ha seguido alimentando cada madrugada a través del FLA. Y se ha quedado tan pancho!
Cuáles son las consecuencias? Pues que el que nunca pasó de ser un mogwai presuntuoso y bravucón se ha transformado en un gremlin monstruoso y se ha tirado a la piscina, esa piscina enorme que supone la ausencia absoluta del Estado en Cataluña, territorio tomado en donde la Ley se ha impreso en suaves rollos de papel higiénico de triple capa (una, administrativa; otra, penal, y una última constitucional) para que se limpien su cuatribarrado trasero los puigdemonios, las adacolaus, los pujoles, los arturmases, los de la CUP, el miserable Otegui, la ANC, los de Omnium, los chinos que fabrican las esteladas y hasta la Puta y la Ramoneta!
Ahora bien, no lo duden: Cataluña no es el único gremlin que le ha surgido a España. También están los separatistas vascos, que han abandonado el asesinato porque, como dice el candidato al Nobel de la Paz Arnaldo Otegui, no funcionaba. Es decir: han dejado de matar a ciudadanos desarmados e inocentes porque la vía catalana es más efectiva. No por el dolor causado! No por las casi mil víctimas! No por los más de 200.000 desplazados! No! Han dejado de matarnos porque no funcionaba! Ahí va la hostia, Iñaki! Kabenzotz!
Y como éstos de la txapela, los navarros: no ha sido suficiente que durante cuatro décadas no hayan pagado impuestos al Estado que los protege! Y los gallegos, que ahí ahí… Por no hablar de los valencianos desde que mandan los de Bolívar a través de los sociatas. Coño, si hasta en Andalucía nos salen separatistas!
Lo que quiero decir es que, en mayor o menor medida, con más o menos teatralidad en los gestos y arrebatos, los ciudadanos españoles mantenemos desde hace 40 años a 17 gremlins, uno de los cuales está cortando la cuerda del puente colgante ante nuestras narices. Y a éste le sigue el otro. Y luego, el otro. Y antes o después, si no hacemos nada por evitarlo (y no lo está haciendo nadie), estos monstruos que creamos en el 78, que son el mayor obstáculo que ha tenido jamás nación alguna para poder prosperar personalmente; estos bichos insaciables y herméticos, cuyas reglas de mantenimiento y control han incumplido sistemáticamente todos y cada uno de los Gobiernos habidos en España, se columpiarán en el ventilador del techo, lanzarán palomitas de maíz a la cara de la gente, echarán alcohol en los biberones de los niños y encontrarán divertido ahorcar a los ciudadanos que no les rían las gracias.
No hay país en el mundo que pueda soportar sobre las espaldas de la ciudadanía tanto derroche, tanta duplicidad y hasta triplicidad administrativa, tantas normas antitéticas, tanto gasto inútil, tal peso impositivo y tanta pérdida de tiempo y ausencia de objetivos! España, uno de los países más ricos del mundo, se desangra por la herida de la estructura del Estado, que son las Comunidades Autónomas, verdaderas cuevas de bandoleros!
Cuánto gremlim suelto! Cuántos privilegios! Cuánto desprecio por el ciudadano! Quizás vaya siendo hora de plantear –figuradamente, claro- la solución que dio Joe Dante a la película: meterlos a todos en un cine y prenderles fuego!
Sensacional maestro Maestre.
ResponderEliminarMuy muy bueno el artículo. La supresión de las autonomías es, cada vez,mas necesaria.
ResponderEliminarPero una de las mayores desgracias de España son sus políticos.
Que Dios nos coja confesasdos.
Veracidad y genialidad de la mano.Que pena que haya tanto ciego, sordo y mudo en este jodido pais.
ResponderEliminarEsperanza Aguirre seguro que patrocinaria este blog, Ella Es un ejemplo de liberalismo y democracia.
ResponderEliminarO es que es mentira?
ResponderEliminarRevisarlo, autorizarlo?... Lo dudo.
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