Artículo de Manu Ramos
“Supone un desprecio a los
ciudadanos colocar en la Moncloa a una persona que no haya sido elegida por
éstos con sus votos”. Son palabras textuales de Miguel Ángel Vázquez
el portavoz del gobierno de la Junta de Andalucía en su blog “A pelotazos” en
una publicación web con nombre “Expreso del sur”. Hay
tanto que comentar que no sé ni por dónde empezar.
El comentario de este señor
viene a colación de la ocurrencia de Albert Rivera de proponer a una persona “independiente” como presidente del gobierno de España. En
su breve nota, trata de igualar el partido estatal Ciudadanos con el
partido estatal Podemos que, efectivamente, son la misma cosa: Estado. Intentan
hacer el juego de que son distintos, de que unos son más “buena gente” que
otros, que van a robar menos. Pero a mi y a muchos españoles no nos engañan. Cada
día más ciudadanos se dan cuenta del juego de trileros con el que se ganan la
vida. Un juego al que la única manera de ganarles es no jugando.
Pues bien el citado portavoz de
la Junta sostiene que es un “disparate democrático” lo que califica de “designación
digital” al referirse a esa designación arbitraria de un “presidente
independiente”. Esta idea, que también sugirió Podemos en marzo, es lo que le
sirve al señor Vázquez para erigirse en una pretendida suficiencia democrática
y denigra a estos “partidos emergentes” por querer alterar las normas
establecidas y saltarse el procedimiento a la torera.
El escrito es breve pero tiene
una enjundia de análisis muy profunda dado que presenta una contradicción tal,
una mentira tan flagrante, que provoca el espejismo necesario para que el
español irreflexivo asista atónito, con la boca abierta y afirmando con la
cabeza, a una suerte de espectáculo de magia. Este señor afirma que los
ciudadanos deben elegir a sus representantes y que lo contrario es un desprecio
para ellos y eso es precisamente lo que hace el sistema electoral español
actual. Los votos no eligen a nadie, dan votos a partidos en bloque sumando
números que luego se tiene que medir en proporción con el resto de partidos. No
son personas sino listas, por lo tanto el votante no elige a las personas.
Por culpa de este sistema
llevamos viendo durante tres meses lo que el señor Vázquez llama “reproches al
estilo Pimpinela” entre políticos de diferentes facciones del Estado. Si
tuviéramos en España un sistema electoral representativo, en el segundo después
de terminar el recuento de votos sabríamos si hay que ir a una segunda vuelta o
no y, en caso afirmativo, la fecha de esa vuelta. Una vez realizada, no cabría
duda de quién es el presidente del poder ejecutivo.
La poca vergüenza del discurso
socialdemócrata está en afirmar justo lo contrario de lo que se está haciendo,
comenzando por llamar democracia a esta partidocracia. La demagogia es tan
irreflexiva que no cae en que la afirmación en sí de la frase es rotunda y
cualquier persona sensata, de cualquier ideología, cualquier individuo de
pensamiento libre entiende que tienen que elegirse personas y no listas, que tiene
que ganar el que saque mayoría y no un ajuste de cuentas post-voto. Sin embargo
y a pesar de tener esto claro, los españoles siguen yendo a votar con la
esperanza absurda de que la buena voluntad de la clase política se autorregule,
se autovigile y cumpla lo que ha prometido, cuando los que han votado no tienen
manera de controlar que se respeten las reglas. Quizá es que mucha gente ni
siquiera conoce las reglas.
Cuando el señor Vázquez habla
de “partidos clásicos” sabe cómo escoger los términos. Lo “clásico” es lo que
el español conservador anhela. La comodidad, los cambios cuanto menos mejor, el
sosiego y la paz. La paz de los cementerios. Su idea propagandística es la de
transmitir una diferencia con respecto a los alborotadores “emergentes” y
apelar al abrevadero habitual de siervos voluntarios. Lo contrario, dice el
señor Vázquez, es un “disparate democrático”. ¿Sabrá acaso lo que significa “democracia”
este hombre? ¿Lo sabrán la mayoría de los españoles? Cita además Italia con
el ejemplo del tecnócrata Mario Monti, presidente del gobierno puesto a
dedo por Bruselas. Nuestro modelo de partidocracia es el italiano y
vamos camino de la propuesta de Renzi de premiar a los partidos más
votados. Al tiempo. Ya se hace en Grecia de forma brutal dando un porcentaje
desmedido a la lista más votada. ¿Democracia? Por ningún lado. ¿Representación?
Ni está ni se la espera.
Termina el portavoz de la Junta
repitiendo la idea de que los “ciudadanos” deben dar el refrendo a “los que
tienen que tomar decisiones” y, en este caso, la nueva formulación de la idea
expresada anteriormente delata su verdadero pensamiento. Efectivamente lo que
el señor Vázquez quiere es que los “ciudadanos” refrenden, es decir, apoyen
algo preestablecido, algo que no sale de la sociedad civil sino de órganos del
Estado, y que esa cosa preestablecida tome las decisiones. Lo necesitan.
Necesitan de nuestro voto pero no para gobernar. Si votaran sólo 20 españoles
en todo el país y pudieran hacer recuento proporcional, sacarían gobierno y
leyes. Lo que necesitan de verdad es que les demos legitimidad, que sigamos
yendo a votar para que se vea justificada su farsa. Si los dejamos tirados,
colgados de sus propias mentiras, serían como el trilero al que se le va yendo
el público hasta quedarse solo. Haciéndose trampa a sí mismo y teniendo que
comerse la bolita.
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