viernes, 22 de abril de 2016

Dos vueltas


Artículo de Eduardo Maestre


Los últimos tres meses de la vida política española, más los dos que nos quedan hasta el 26 de junio, serán contemplados en el futuro como los más pobres, nocivos y obtusos de nuestra historia política y periodística.

Pobres, porque desde el 21 de diciembre de 2015 no ha habido casi ningún hecho que pueda ser considerado aportador de información acerca de lo que nos espera en la próxima legislatura. Nocivos, porque la cantidad de soflamas, panfletos, pasquines y libelos que han corrido por los medios -a cuenta precisamente de esa falta de verdaderos bits de información- han dañado sin duda no sólo la imagen de todos los partidos que se enfrentaron en las elecciones pasadas, sino el espíritu mismo de los ciudadanos, convertidos a nuestro pesar en espectadores atónitos de barbaridades conceptuales sin fin. Y obtusos, romos como tijeras embotadas, porque habrán sido cinco meses en los que no habremos podido pinchar un concepto político serio ni recortar una estructura social que superponer, como las muñequitas de los antiguos recortables, al cuerpo en paños menores de la España que tenemos, a fin de vislumbrar un futuro sin tinieblas.

Vueltas: esto es lo que llevamos dando a la realidad política española. Vueltas y más vueltas. Cábalas, supuestos, posibilidades, cuentas de la vieja; un presente lleno de quizases (qué feo palabro!) que de ningún modo puede aspirar a arrojar luz sobre un futuro ignoto. Porque la capacidad de imaginar una situación se fundamenta en plantar los pies sobre la sólida roca de un presente mineral, y nunca en el pataleo vacilante que ofrece un éter vaporoso oscurecido por gases tóxicos.

En estos tres -más dos- meses perdidos, tanto los ilustres periodistas especializados como los humildes aficionados a glosar la realidad habremos enlazado nuestras sinapsis de mil formas, intentando desentrañar el resultado de combinar las fuerzas desatadas de la naturaleza (Pablo Iglesias) con los últimos límites en la capacidad de humillación del Hombre (Pedro Sánchez); habremos pretendido analizar las contorsiones de un saltimbanqui desideologizado dando cabriolas al ritmo que se le marque (Albert Rivera) mientras intentábamos comprender ese silencio sonoro en el que se recorta la silueta de un león gordo y paciente (Mariano Rajoy), capaz de agazaparse durante semanas, meses y hasta años sin mover una uña hasta que sea el momento idóneo de saltar -sin saltar jamás!

Intento fallido, el nuestro! No vimos que era imposible adivinar qué va a ocurrir; qué iba a ocurrir. Porque hemos enfocado nuestros análisis desde una óptica newtoniana, y a lo que nos enfrentábamos era a una realidad cuántica. Dicho de otro modo: uno podía hacer cábalas sobre si Felipe González iba a pactar o no con Jordi Pujol; si Aznar iba a mandar a los nacionalistas a hacer puñetas en la intimidad o no; porque lo que salía de las urnas hace veinte, hace quince, hace diez años era una materia orgánica que respondía a las leyes de la física newtoniana, mientras que lo que tenemos hoy en el Parlamento español no es el fruto de una volición política ciudadana, sino el producto final de una campaña de márquetin maravillosamente orquestada y que presenta la misma carga emocional que el anuncio de la Coca-Cola por navidad. Y, todo hay que decirlo, la misma carga política: ninguna! Su comportamiento, por lo tanto, es impredecible.

Es decir: hay elementos en las Cortes que no son políticos al uso; es más: no representan ni siquiera a su propio partido! El batiburrillo llamado Podemos, compuesto por el núcleo duro de los bolivarianos de Iglesias más lo que ellos denominan las confluencias (como si confluir significara discurrir de forma más o menos paralela sin encontrarse nunca!), no es un partido político normal, sino una masa heterogénea cuyo único punto común es el desprecio absoluto por las Leyes, las Instituciones y la libertad de expresión! Y hay más de cien diputados dispuestos a pactar con ellos!

De este modo, nuestras cuentas de la vieja no valen nada; no han valido nada nunca; en ningún momento. Yo mismo, en este diario digital, he dejado por escrito vaticinios muy diferentes, cábalas y hasta profecías: he mantenido que íbamos a perder varios meses para acabar yendo a elecciones de nuevo, y que a esas elecciones no iban a presentarse ni Rajoy ni Sánchez como cabezas de lista de sus respectivos partidos, sino Soraya y Susana; pero, pasados los meses, también he dicho que Pedro pactaría con Pablo in extremis. Porque todo ha sido posible en un paisaje cuyas figuras, alejadas de las verdaderas nociones de Política y Democracia, ven el consenso como algo positivo, el pacto como demostración de capacidad de diálogo (qué será eso?) y los apaños como muestra de flexibilidad, cuando la realidad es todo lo contrario; al menos, en Política.

Además, están los lugares comunes, esas trampas para vagos mentales en las que el común de los españoles se deja atrapar -empezando por los periodistas que las difunden- sin plantearse el grado de estupidez que contienen. Veamos algunos ejemplos: “el mandato de la ciudadanía ha sido claro: que los diferentes partidos nos pongamos de acuerdo”. Menuda majadería! Qué estupidez es ésta? Yo no he votado a quien voté para que se pusiera de acuerdo con su adversario, sino para que ganara las elecciones e impusiera, a través del Poder, la línea de actuación económica y social que me parecía más acorde con mi forma de pensar el mundo! Los ciudadanos no hemos encargado a nadie que abarate su programa, recorte sus aspiraciones políticas (las nuestras, depositadas en las urnas!) y se amolde a las de otra formación completamente distinta!

Otra majadería: “los partidos que han intentado pactar son los únicos que han demostrado responsabilidad política”. A mi juicio, tanto los socialistas como los… (no sé cómo llamarlos! Su ausencia de dirección política me lo impide!) …los de Ciudadanos, con ese pacto que han ido ofreciendo como una tarta de azúcar fondant en el pabellón de los diabéticos extremos, han dejado claro que no creen ni han creído jamás en sus propios parámetros políticos. Si eres socialista, eres socialista! Pactar con un batiburrillo socialdemócrata o democristiano como Ciudadanos minimiza la acción socialista que la verdadera izquierda (la espantosa izquierda melancólica) necesita para ir metiendo en cintura al ciudadano hasta despojarlo de su capacidad de iniciativa, último objetivo del verdadero socialismo. Por otra parte, decir sí a las políticas de gasto e impuestos del socialismo destruye el núcleo íntimo de un partido conservador y pretendidamente liberal (que no es tal, como se ve en Andalucía) como el de Rivera. Por ello, y aunque entre vecinos de un mismo bloque o entre miembros de un club de pesca el limado de asperezas puede ser una señal de inteligencia y no menoscaba la integridad individual, en las lides políticas son cañas que se vuelven lanzas y se clavan mortalmente tanto en la idiosincrasia como en la imagen pública de los partidos que la practican.

Para colmo, y por si alguien tenía dudas, en estos cinco meses (de los cuales, tres ya han transcurrido) los políticos electos habrán ahogado en una bañera, entre estertores y arañazos terminales, varios conceptos: la integridad ideológica, con todo lo que ello conlleva de contradicción; la dignidad personal del cabeza de lista; la homogeneidad interna de los partidos, y la representatividad del ciudadano.

La integridad ideológica ha quedado herida de muerte. Y conste que yo, que jamás me he podido adscribir -ni externa ni internamente- a ideología alguna porque no creo que la Inteligencia pueda vivir en un búnker asentado y apartado del Todo, en cierto modo respeto y casi siento conmiseración por aquéllos que ven el Universo desde su parcela acotada y llena de alambres de espinos. Por ello, y pese a carecer de lo que comúnmente se conoce como ideología (ideología comunista; ideología socialista, conservadora, socialdemócrata…), creo que aquéllos que sí la profesan, y que gracias a ello han logrado un escaño en el Congreso y un sueldo muy jugoso casi de por vida, no tienen derecho ni legitimidad alguna para abandonarla a las primeras de cambio para pactar, consensuar o lograr acuerdos con otros cuya ideología chocaba a las claras contra la suya antes de las elecciones!

La dignidad personal de los cabezas de lista ha sido destruida y los inhabilita para cualquier intento futuro de presentarse con credibilidad a unas elecciones. Sánchez se ha convertido en la alegoría del Hombre Humillado; su nombre, su partido y su cargo han sido pisoteados una y mil veces por Iglesias sin haber presentado aquél batalla ni haber levantado la voz en ningún momento. Pablo Iglesias, a su vez, se ha revelado como un tirano dentro de su heterogénea formación, decapitando a quien se le ha puesto por delante, tomando decisiones contrarias a lo que sus bases habían previsto y usando unos modos y maneras más propios de un dictadorzuelo centroamericano que del profesor de Ciencias Políticas que se supone que es; si esto lo hace con los suyos, qué sería de los españoles si éste trincara el Gobierno de la nación?

Rivera, a base de contorsionar su cintura, ha quebrado la columna vertebral de su débil formación política; su sumisión a los socialistas, a los que ha estado acompañando como el amaestrado perro de un ciego de la ONCE ha debilitado su imagen de supuesto liberal para los restos. Y Rajoy, rodeado de corruptelas en provincias, inerme ante los separatistas y lamentándose de que el cretino que lo insultó llamándolo indecente en público no quiera reunirse con él, ha terminado de hundir su imagen; sólo le faltaba recibir en la Moncloa al bedel separatista Puigdemont y regalarle un facsímil de la primera edición de la Segunda Parte de El Quijote para que le abandonara todo crédito. Es decir: sólo le faltaba tratar a un delincuente como si fuera un político. Y lo ha hecho.

Por otra parte, la heterogeneidad de cada partido ha quedado de manifiesto; no sólo la de ese cajón de sastre que es Podemos, que ya dije arriba, sino la de los dos grandes partidos estatales de toda la vida, cuyas corrientes internas amenazan con hundir el barco que flota en la superficie.

Y, finalmente, la falacia de la representatividad de los diputados se ha puesto bajo la lupa de los hechos: no nos representan. Y no lo digo por las razones que aducían los indignados del 15M, que no eran otras que las de no estar de acuerdo con la política de recortes de un PP recién llegado a Moncloa en 2012, sino porque ni estos diputados ni los cinco o seis Presidentes del Gobierno que en España han sido, desde el 78, fueron elegidos por los ciudadanos, sino por las cúpulas de los partidos que los metieron en las listas; no son revocables. Y no se les puede exigir responsabilidad frente a sus electores, porque no tienen electores, sino selectores (quienes los seleccionan para ir en dichas listas cerradas!).

Haciendo un ejercicio de madurez impropio de mí, y aunque la democracia española sea un oxímoron y me repugne contemplar lo que llevo años contemplando, asumo que ésta es la realidad que tenemos -de momento- y, sin limitarme a volver la cabeza a esta realidad para no sufrir, afirmo que todas estas cábalas que estamos viendo, todos esos giros copernicanos en las exigencias programáticas de los partidos contorsionistas no son más que vueltas y más vueltas de una noria infinita que no lleva a nadie a ninguna parte salvo a matar el tiempo, y que aplicada al devenir de una nación, nos lleva a matar sólo una parte del tiempo: el futuro.

Así, si en España hubiera una Ley Electoral en condiciones y no la locura de Ley que tenemos, todas estas vueltas se reducirían a sólo dos: una primera vuelta que nos quitaría de encima a todos los partidos nacionalistas, localistas, extremistas, bolivarianos, proterroristas y filoimbéciles, y una segunda vuelta que entregaría el Poder, con mayoría absoluta, a quien finalmente los ciudadanos decidieran entregarlo; un Poder cuyo ejercicio no tendría deudas con otros partidos, y cuya única fiscalización -si hubiera en España separación de Poderes, que no hay- residiría en la Oposición, en la Justicia y en la Prensa.


Dos vueltas. Ni una más.



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