sábado, 19 de marzo de 2016

El consenso de la Bernarda


Artículo de Manu Ramos
El presidente del gobierno en funciones, que sigue siguendo gobierno aunque esté en funciones, ha declarado que “no hay que ser inquisidores” con los ex-presidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y Jose Antonio Griñán, porque de momento “no son culpables”. Según la nueva y flamante Ley de Enjuiciamiento Criminal, el sevillano y el madrileño son “investigados” (en vez de “imputados”) por prevaricación en el caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE) falsos. Esta práctica, que se remonta como poco al 2001, ha regado de dinero público a no se sabe cuántos afectos al régimen andaluz durante los reinados de dichos reyezuelos. Como siempre, ellos no sabían nada. Al igual que el indulgente Rajoy el cual no tenía “ni idea” de lo que pasaba en Valencia, o el taimado Felipe González que se enteraba “por la prensa” de la financiación ilegal de su partido (frase que repetiría Chaves, a su vez). El amigo de los millonarios, a pesar de la veneración que le tienen aún algunos, tampoco tiene “ni idea” de nada ahora.
Aquí nadie sabe nada, pero eso sí, dinero se ha repartido a borbotones. Alguna cabeza rodará para calmar a la plebe sedienta de sangre pero no veremos a ninguna de estas cabecillas segadas por las cuchillas de la maquinaria judicial. Estos intocables saben cómo proteger su casta (¡qué poco se menciona esta palabra últimamente!) incluso aunque sean de partidos políticos supuestamente enemigos. La confusión de este humo vaporoso que envuelve la política española no hace distingos entre las figuras amorfas que lo componen. Si alguna vez llegan a formar un gobierno frankenstein de varios colorines, la mezcla puede provocar tal resaca que no quiero pensar en el dolor de cabeza. De todas formas el consenso socialdemócrata tiene sus leyes. 

Por ejemplo, la derecha tiene que defender a la izquierda y a su vez esta tiene que tolerar que exista la derecha. Ya desde los tiempos en que, al comienzo de esta partidocracia, alguien atacó en las Cortes a Santiago Carrillo y el que salió a defenderlo fue Manuel Fraga, este teatro se ha seguido representando con alternancias en el poder, protegiendo las vergüenzas del precedente. Por ejemplo la no entrega de los papeles del CESID o el indulto de Zapatero a banqueros. La protección es mutua y lleva así desde el comienzo solo que ahora hay más manos en el plato y pronto tocan arrebato.Es el terrible consenso el que ha mantenido la mentira de la constitución de 1978. Esta palabra (consenso) que usada en otro ámbito puede llegar a ser hasta positiva, en política es lo que marca la no existencia de la democracia. Por definición, la política es la ciencia de la lucha, conquista y mantenimiento del poder. Es decir, no estamos ante una obra de caridad o un trabajo asalariado sino el ámbito explícitamente definido para desplegar todas las ambiciones (legítimas, por supuesto) de conseguir el poder. ¿En qué cabeza cabe que dos poderes independientes se pongan de acuerdo? Es falso, si dos poderes políticos se ponen de acuerdo es porque 1º) ha habido reparto de beneficios y 2º) ya no hay dos poderes sino uno solo. Uno ha fagocitado al otro mediante dicho reparto.

En España sólo hay un poder político: el ejecutivo. Todo lo demás depende de él. El otro poder del Estado, el legislativo, es directamente dependiente del gobierno pues todos los diputados están en una lista confeccionada por ¡qué casualidad! el jefe del partido que además ¡qué casualidad! es el presidente del gobierno. Rajoy, presidente en funciones pero presidente, es el hombre con más poder político de España porque no tiene nadie que lo frene. Es todopoderoso político, pero sabe cómo mantener la ficción. Sabe que la oligarquía debe permanecer unida y por eso es condescendiente con los reyes de la taifa andaluza. Al fin y al cabo, controlado el legislativo (es decir, las leyes) y controladas las más altas instancias de la administración de Justicia ¿qué pueden temer los jefes? Por eso Rajoy dice con calma que no hay que ser “inquisidores”, él sabe que les va ir bien como dijo de la infanta
Y así, la sensación de los gobernados es que nunca se hará justicia, de que al final de la película los malos ganan (han visto la película muchas veces) y que habrá una treta de última hora que los salvará, por mucho que digan que sufren “penas de telediario” o “paseíllo” y que de Llera diga que “viven bastante probremente”. Esta alteración torticera en la propia concepción de la ley, confeccionada para salvar a los jefes de la oligarquía, ha sido señalada recientemente la juez Mercedes Alaya en una conferencia que ha dado en la Universidad de Sevilla. En ella, de forma sutil, ha mencionado al Poder Legislativo como origen de la interferencia a la hora de instruir causas tan enormes como es el caso de los ERE. Los plazos están fijados para que prescriban los delitos, las protecciones mediáticas están preparadas para tapar las caras de los políticos, los mecanismos están dispuestos para bloquear a los jueces díscolos... etc. Pero el condicional “si” me ha dado la pista de que Alaya es mucho más lista de lo que la mayoría puede apreciar. “Si eres el Poder Legislativo” dice “no te metas donde no te llaman y deja trabajar a los jueces”. Esta mujer sabe, pero no puede decirlo, que no hay poder legislativo, que es una facultad del Estado, pero no un poder independiente. Y es verdad pues en España no legisla la nación, como debería ser, sino el Estado, como en cualquier país totalitario.
Además, emplea el plural “jueces” de forma correctísima. En España hay jueces, no Justicia. Reto a cualquier que me señale en la “constitución” de 1978 dónde está configurada la independencia del Poder Judicial. Hay un apartado, sí, pero repásenlo y verán que no existe en realidad la causa de la independencia de dicho poder sino de los “jueces”, personas que libremente deben tener juicio crítico, pero no un poder independiente de los otros dos. A la vista está de cómo se configura el Consejo General del Poder Judicial o el lamentable Tribunal Contitucional.
No quiero abrir más frentes en esta breve reflexión semanal sino que quiero cerrar volviendo al eterno círculo del consenso. Todo está atado y bien atado con el consenso de la Transición/Transacción. Un consenso en el que, por mucho que diga que no, también está Pablo Iglesias. Por supuesto el Partido Comunista, o lo que queda de él. Albert Rivera ni digamos. Cuando suena la palabra consenso en política, como dijo Ortega y Gasset en sus comienzos, hay que llevarse las manos a la cartera porque hay reparto de botín y, se ponga como se ponga, es el contribuyente el que va a pagar la próxima ronda.



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