Artículo de Mara Mago
La pasada semana, con un primer capítulo que titulé ‘’El fracaso de la Atención Infantil Temprana’’, comencé una serie de artículos a través de los cuales pretendo demostrar cómo maltrata el Gobierno socialista de Andalucía a los menores más desfavorecidos por distintas circunstancias personales, familiares o sociales.
Como preámbulo a este segundo capítulo, titulado ‘’El fracaso de la atención a las Necesidades Educativas Especiales’’, sirve la misma argumentación. Básicamente, la política sostenida de recortes en sanidad, educación y servicios sociales practicada en los últimos años en Andalucía constituye un ataque feroz a los pilares del estado de bienestar.
En la práctica, los déficits avanzan en progresión geométrica. Mientras, los recursos disponibles disminuyen cada año. En este contexto, los colectivos más vulnerables son los que más perjudicados resultan, aunque el discurso del equipo gubernativo que dirige la gestión pública sea insistentemente el contrario.
Para demostrarlo, hoy vamos a analizar el presupuesto que el Gobierno andaluz destina a Educación en 2016, y especialmente, al capítulo de Necesidades Educativas Especiales.
Menos de 6.000 millones anuales para Educación
No llega a 6.000 millones de euros la partida que destina este año la Junta a sostener el sistema educativo andaluz. Exactamente, 5.885 millones de euros es el dinero que ejecuta la Consejería.
En su día, dijo con gran alborozo la consejera del ramo, Adelaida de la Calle, que esta cantidad representa un 4,1% más que en el 2015. - ‘’Esto son muchos millones,…... 5.888,4 millones de euros, -añadió en sede parlamentaria con solemnidad doña Adelaida- destinados al blindaje de las conquistas del sistema educativo andaluz, así como al desarrollo de un modelo educativo de calidad, equidad y compromiso social, basado en un proyecto innovador, inclusivo y participativo, justo e integrador, que respeta la diversidad y que favorece la igualdad de oportunidades’’…………
Y……. ’’bla,bla,bla,bla,bla,bla……¡¡¡¡¡Ahora bien, la cantidad real que se llega a los educandos andaluces llega a ser ridícula cuando conocemos que más de 4.140 millones de euros se dedica a gasto de personal. Según puntualiza la Consejera De la Calle, ‘’esta partida supone el 70,4% del gasto total de la consejería, porcentaje que aumenta hasta el 81,3% del presupuesto si incluimos a todo el profesorado de los centros sostenidos con fondos propios’’.
En resumidas cuentas, según la propia consejera explica, el 81,3 por ciento de la escasa partida presupuestaria destinada a Educación por la Junta se invierte en pago de los salarios, pluses, productividades, complementos y demás privilegios de altos cargos de la consejería, jefes de servicio, sección y departamento; PLD, personal de confianza, equipos de inspección y de orientación; equipos directivos de los centros, profesorado y personal de administración y servicios; conserjes y ordenanzas –éste último grupo mileurista y en riesgo de extinción-. Caso aparte representa el personal de cocina, pinches, limpieza y monitores, explotado por empresas externas a los que se contrata estos servicios en los últimos años.
Un presupuesto en regresión y discriminatorio
Lo cierto es que, como denuncia la Oposición al unísono en el Parlamento andaluz, el presupuesto educativo de 2016 está a niveles de 2010. La inversión en nuevos centros es prácticamente nula desde hace cuatro años. Las obras de rehabilitación en los ya existentes se prolongan años y miles de niños pasan algún curso o varios en aulas prefabricadas. Los gastos de funcionamiento se han reducido un 15 por ciento, las miles de plazas docentes perdidas durante la crisis no se han repuesto y la dotación de nuevos recursos en equipamiento y medios brilla por su ausencia. Además, resulta alarmante que este año haya disminuido el número de plazas escolares en el ámbito rural, en FP, en escuelas de idiomas y en conservatorios.
Frente a la escuela inclusiva de la que presume el PSOE, los grupos parlamentarios de IU, Podemos y PP califican el sistema educativo andaluz como discriminatorio.
-‘’Se discrimina a las familias, entre las que pueden disponer de ciclos formativos o determinadas enseñanzas y las que no; se discrimina a las familias, entre las que pueden disponer de determinados servicios educativos y las que no; se discrimina a los centros de primera, de segunda y de tercera, los modernos y los que tienen aulas prefabricadas, y los que tienen goteras y a los que este año tampoco llegarán las ampliaciones y las construcciones que necesitan. Y se discrimina también al profesorado, de la enseñanza pública y la concertada’’.
Los datos del curso 2015-2016
Según el Informe de la Educación en Andalucía 2015-2016, en el presente curso académico están escolarizados 1.857.206 alumnos en el tramo de 0 a 18 años de edad, que incluye desde el ciclo de Educación infantil hasta Bachillerato o FP. El número de docentes es de 118.367 y el de centros 6.996.
Ese mismo informe recoge que en Educación Especial están escolarizados 7.093 alumnos. Cifra que me alarma, puesto que, si la Junta reconoció en 2014 que en el tramo de edad de 0 a 6 años necesitaban atención temprana o tienen problemas de desarrollo en torno a 20.000 niños, sin ser muy exactos. ¿Dónde se nos han quedado los 13.000 alumnos que faltan, como mínimo?
En reiteradas ocasiones, la consejera ha indicado que el 90 por ciento del alumnado con necesidades educativas especiales está escolarizado en centros ordinarios, y sólo un 10% en los 58 centros específicos de educación especial, según los distintos tipos de capacidad.
- ‘’Somos muy sensibles a la necesidad de educar, de formación inclusiva, desde la diferencia, de forma personal y de forma cercana’’, - explicaba con gesto tierno y voz dulce doña Adelaida en sede parlamentaria-.
En el sistema educativo actual, el alumnado con necesidades educativas especiales es el que ‘’requiere determinados apoyos y atenciones educativas específicas debido a diferentes grados y tipos de capacidades personales de orden físico, psíquico, cognitivo o sensorial o trastornos graves de conducta’’.
La Junta reconoce como alumnado con N.E.E. a escolares con trastornos graves del desarrollo y de conducta; con discapacidad visual, auditiva, física e intelectual; con trastornos del espectro autista, por déficit de atención con o sin hiperactividad y de la comunicación. Asimismo, están incluidos los que padecen enfermedades raras y crónicas, quienes tienen dificultades de aprendizaje en general, y las altas capacidades intelectuales o los que necesitan apoyo compensatorio.
Lo que la Administración educativa andaluza no reconocerá jamás
La realidad es que, según fuentes sanitarias, psicoeducativas y de las propias asociaciones que integran mayoritariamente familiares, en torno a 30.000 escolares andaluces tienen N.E.E. Pero, la Administración educativa no los tiene contabilizados como tales porque los tiene diseminados en aulas y centros ordinarios. Como mucho, los tiene agrupados en aulas de apoyo o específicas que de específicas no tienen nada. Porque tendría que reconocer que le faltan orientadores, psicólogos, maestros y técnicos de pedagogía terapéutica, de audición y lenguaje, de salud mental, etc.
En suma, especialistas en todos y cada uno de los déficits que se detectan, pero a los que no se está dando respuesta concreta desde el sistema público andaluz de manera eficaz.
La consejera tendría que reconocer que a miles de escolares se les está limitando sus posibilidades de progresar adecuadamente porque no tienen los apoyos necesarios. Tendría que reconocer que miles de familias tienen truncado su proyecto vital, porque la sociedad en la que viven no tiene arbitrados los mecanismos necesarios para reinsertar a sus hijos con discapacidades, trastornos o síndromes a través de protocolos de actuación que tendrían que estar totalmente integrados y en funcionamiento.
La consejera tendría que reconocer que le faltan monitores de apoyo en los centros ordinarios que ayuden a cientos de niños con necesidades básicas, como es ir al baño, superar barreras arquitectónicas, fisiológicas, utilizar el transporte y el comedor escolar y las aulas matinales. Porque no pueden comer si un monitor no les da de comer.
Tendría que reconocer que las listas de espera en los servicios complementarios son cada día más insoportables y que cada día se privatizan más servicios. La situación para miles de familias es insostenible. Primero se pasan años en el sistema público sanitario y-o educativo intentando saber qué le ocurre a su hijo. Por qué no tiene un desarrollo o un comportamiento normalizado. Cuando consiguen un diagnóstico, pasan años hasta obtener un dictamen adecuado de los equipos de orientación psicopedagógica que deben emitirlos. Con suerte, a lo mejor en el siguiente curso el
niño o la niña dispone de una adaptación curricular, puede recibir clases de apoyo o integrarse en un aula específica. Con suerte, a lo mejor, antes de que finalice su etapa escolar obligatoria puede recibir una educación acorde a sus necesidades especiales.
Porque, además, no siempre la medida o el recurso que necesitan los afectados está en el centro o la localidad donde reside la familia. En esos casos, si alguna persona honesta dentro del sistema informa con sinceridad a la familia, que no siempre ocurre por muy diversos intereses espurios, imaginen el trastorno en desplazamientos o en cambio de residencia que puede provocar. Porque tampoco existen residencias o escuelas hogar adaptadas para acoger a este alumnado.
En este camino, imaginen el sufrimiento de las familias. Imaginen la tortura psicológica de un niño o una niña que pasa años sintiéndose ‘’elemento distorsionante’’ cuando una pronta detección, un diagnóstico correcto y una intervención adecuada podría haberle procurado un progreso educativo normalizado.
- ‘’Integración, equidad y escuela inclusiva’’,- dice doña Adelaida de la Calle que son las señas de identidad del Sistema Educativo Andaluz-, ‘’un sistema que, a pesar de ser el mayor de España, protege en momentos muy difíciles al alumnado que más lo necesita a través de programas de atención a la diversidad. Porque la educación no es un privilegio, sino un derecho irrenunciable y universal….
Y … bla,bla,bla,bla,bla…
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