Artículo de Rafa G. García Cosío
Tras dos meses de
ausencia, uno de vacaciones por Asia menor y otro de duro trabajo, esta semana
ha llegado por fin el técnico a ponerme Internet. Pero con el júbilo
correspondiente también llegó el triste recuerdo de que, si eres español,
inteligente y te gusta la política, conectarse a la red wifi es también hacerlo
a esa red de majaderías, sinsentidos y pérdidas de tiempo que son inevitables
en la estresada actualidad española.
Lunes
Doy un repaso a mi
Facebook y veo que una amiga comenta el post de una desconocida, por lo visto
una joven andaluza residente en Londres, el 28 de febrero. El mensaje, que
alcanza muchos Me Gusta, reza así: ''Hoy es día de Andalucía, mi tierra, que
echo de menos y en donde me gustaría estar si la maldita crisis no me hubiera
forzado a emigrar. Aguanto como puedo en Londres, y todo es más llevadero si
llevo la bandera blanca y verde (sic) en el corazón''.
El mensajito tiene tela.
España (y particularmente Andalucía) es probablemente el único territorio de
Europa donde la emigración se considera públicamente como una tragedia. En una
era de móviles, tablets, e-mails, Amazon y aviones cada vez más rápidos muchos
españoles creen que lo único móvil es lo que gira alrededor de uno mismo, y que
las personas tienen que estar todas contratadas fijas con el sueldo por
supuesto de un alemán que ha pasado sus últimos 10 años rotando por el mundo.
Si ustedes le preguntan a
un alemán si habla francés, hay dos posibilidades: que le diga que sí (y no son
pocos los que lo hablan), o que le diga que no. Pero curiosamente, aquellos que
dicen no hablarlo, lo hablan mejor que muchos otros extranjeros que dicen
dominarlo. Me ocurrió anoche mismo con una amiga que sabía conjugar
perfectamente los verbos acheter, aller, boir y avoir pese a
haberme negado varias veces que hablara el idioma de Dumas. Eso se debe no sólo
a un mejor nivel de las escuelas alemanas, sino al interés innato de los
germanos por recorrer el mundo. Una actividad que parece aún tabú para muchos
andaluces acostumbrados al calorcito, la cervecita y la playita.
Pero... ay, y si solo
fuera ese rechazo a la movilidad lo que me chocó! Qué es Andalucía hoy sino el
límite geográfico del cortijo territorio regido desde 1979 por el mismo partido, con el fundamento, no
lo olvidemos, de que una administración regional sería más cercana al
ciudadano, cuyos recursos administraría mejor que la vil mano centralista? Qué
me cuentas entonces, muchacha? Que te vas de tu querida Andalucía
-culpando soterradamente a la crisis de España- rumbo a uno de los
países más liberales de Europa porque allí se está mejor?
Miércoles
No pude ver la primera
sesión de investidura. Pero, a cambio, otra amiga de mis redes sociales
que conocí en mi año Erasmus en 2010, de nivel educativo claramente bajo y
familia de pobres recursos -blanco fácil para los trileros de la Junta de
Andalucía, que nunca se han interesado en darle la vuelta a esa situación para
seguir manteniendo el granero de votos-, una amiga que por cierto desaprovechó
estúpidamente el privilegio que le brindaba la beca Erasmus para aprender
alemán y salir de sus problemas laborales, me reprochó públicamente que un año
más denunciara yo la celebración del día de Andalucía como cortina de humo ante
las atrocidades presupuestarias que se cometen semanalmente en la región. Nada
que comentar a esto. Se le aplica el caso de la persona antes mencionada.
Viernes
Me meto a ver el segundo
debate de investidura en directo. Pedro Sánchez, el candidato a ser investido
por el PSOE -el partido responsable de lo descrito anteriormente- habla de
corrupción (en casa de los demás, claro) y se arriesga a decir una barbaridad
que quizá para ustedes ha pasado desapercibida por lo inmunizados que se
encuentran ante tantas gansadas y atropellos diarios. Dice Sánchez, casi al
final de su discurso y sin citarlo exactamente, que ''muchos de ustedes van a
votar que no aunque están de acuerdo en lo que propongo''. Toma castaña. El
líder del PSOE revela, sin darse cuenta, el gran fraude de la democracia
española: la denominada mayoría mecánica de los partidos según la cual
en el parlamento se vota lo que dicta cada formación política, sin dar margen
de acción a cada uno de los representantes. Es decir, descartando que un
discurso de investidura pudiera hacer efecto alguno en el resultado de una
votación.
Por cierto, han caído
ustedes en la cuenta de que, dada la inutilidad de los 350 diputados o de la
retórica de investidura, podríamos ahorrarnos mucho tiempo y dinero reduciendo
los escaños al mínimo posible?
Al mínimo posible, pero
asegurándonos la presencia de ese descendiente de andaluces llamado Rufián,
nuevo líder de ERC en Madrid. Qué sería de las carcajadas del personal sin
Rufrián. El apoteosis de su discurso llegó cuando criticó la Constitución
Española por ''inamovible (sic) y sagrada'', como si el Estatuto de Cataluña no
lo fuera. Debe de ser ese síndrome de Cucu-tra tan bien descrito aquí por Eduardo Maestre antes de ayer, según el cual lo
mío es bueno, y lo de los demás, o aquello que pertenece al todo, debe ser
cambiado por no formar parte de mi universo!
Por todo esto, me pregunto
si caben más tontos en España. Al final va a ser que nos vamos tantos al
extranjero para hacer hueco!
No hay comentarios:
Publicar un comentario