Artículo de Rafa González
Qué coñazo
resulta escribir sobre Podemos. Es como las arenas movedizas: cuando tratas de
salvarte, mientras más cables, manotazos y palos das para escapar, más rápido
te hundes, sin que los demás puedan hacer nada.
Hoy en España
quien critica a Podemos frente a uno de sus simpatizantes, suele obtener el
resultado opuesto al esperado: lo anima a simpatizar más aún con el movimiento,
porque el crítico con Podemos, supuestamente, no quiere que la casta abandone
el poder. Qué nivel, Maribel. Como tan bien describió el tuitero Philmore A.
Mellows, ''los votantes de Podemos se dividen en dos: aquellos a los que se la
suda bastante que el partido esté financiado por Venezuela e Irán, y aquellos a
los que se la suda aún más''.
Pero para
afrontar un debate crítico serio sobre el partido Podemos, además de una
población informada y madura, es necesario partir del hecho de que en España
llevamos algún tiempo cometiendo todos, sin excepción, un error de base. Cuando
hablamos de Podemos pensamos en Pablo Iglesias, Errejón, Bescansa, el circulito
blanco sobre morado, la renta básica universal o el Kichi. Y Podemos no es solo
eso. Del mismo modo que el nazismo no fue solo Hitler (técnicamente un
hombre sin aptitudes o intereses algunos, quitando la comunicación, según todos
sus biógrafos), ni Goebbels, ni Dachau, Ana Frank o La Vida es Bella.
Si en España
iniciáramos los debates yendo a la raíz de las cosas, como hacen los alemanes,
entenderíamos mucho mejor esas cosas. El nazismo no habría existido si antes no
se hubiera llegado en Alemania a una hiperinflación y unas tasas de desempleo
tercermunistas e impropias en uno de los países que más temprano entraron en la
ilustración, aportando la mayoría de premios internacionales de ciencia, economía,
matemáticas, etc. Pero sobre todo, el nazismo no habría tomado jamás el Poder
en Alemania si una élite de intelectuales, preeminentemente profesores de
Universidad y escritores, no hubieran esparcido la semilla del antisemitismo
con tanta profusión a lo largo de los siglos XIX y XX. Quizá el ideólogo más
importante en este grupo de agitadores fue Theodor Fritsch, editor nacido en
1852 y al que los nazis dedicaron una estatua en Berlín en la que se aprecia a
un robusto germano destrozando la cabeza de un monstruoso judío con un martillo
(Hammer, martillo en alemán, fue el nombre de su principal
revista).
El movimiento
Podemos, que no olvidemos nunca tomó en un país muy futbolero su nombre del
legendario eslogan de la cadena Cuatro para la Eurocopa de fútbol de 2008, que
España acabó efectivamente pudiendo ganar, ha llegado adonde está por
esa mezcla exacta entre crisis económica brutal y apología de la violencia,
cuyo último episodio (pero seguramente NO final) tuvo lugar hace algunos días
con el espectáculo, nunca mejor dicho, de la apología del terrorismo de ETA en
el mismísimo ayuntamiento de Madrid, ciudad que no hace mucho (cuando los
bilduetarras no se sentaban en los Parlamentos) era capital y foco de las
bombas y tiros por la espalda por parte de etarras, muchos de los cuales hoy
andan sueltos por la calle.
Theodor Fritsch
tenía una misión en la vida, que reveló resumiéndola alto y claro en una
reunión celebrada en 1884: ''La misión de la gente (die Menschen)
de pisar a los judíos''. Apología de la violencia, pero también odio al
enemigo. En el caso de Podemos, su misión no es otra que la de acabar no sólo
con la derecha liberal, sino con cualquiera de los valores que ésta pueda
abanderar. Por eso, no se extrañen ustedes cuando oyen a Pablo Iglesias decir
que ''Ciudadanos no es cambio, es recambio''. Es decir, regeneración sólo si la
efectúa Podemos, porque el resto de los nuevos son lo mismo de antes: no es que
haya una derecha corrupta, es que la derecha tiene que ser corrupta, la
corrupción es inherente a la derecha o al liberalismo. Y todavía hay ilusos que
votan a Podemos, como muchos amigos del servidor que esto escribe, pensando que
su activo más importante es que pide acabar con el PP y el PSOE. Cuando lo
único que busca es fagocitarlos e impedir la entrada de nuevos competidores
-una práctica muy monopolista, que apesta a capitalismo rancio, por otra parte.
El venenoso
Fritsch quiso poner en práctica su misión de acabar con los judíos lo más
rápido posible, y para ello buscó aliados por todo el Imperio. Dio con el
periodista de Hamburg Wilhelm Marr, Guillermo Marr pa los amigos, quien había
publicado La victoria de los judíos sobre los germanos, libelo que abrió
los ojos a Fritsch. Éste apoyó a Marr en la organización de la Antisemitenliga,
que no necesita traducción, un movimiento que inició la Rassenkampf o
lucha de razas. Como la lucha de clases que pregona el infausto concejal de
Hacienda de Madrid, Carlos Sánchez Mato.
Pero Fritsch
sabía que no llegaba a la gente. Tenía que escribir con un lenguaje más
fácil de entender para el populacho, ocupado en sus quehaceres diarios. El
ideólogo quería, al igual que ya hizo el predicador Hartwig von Hundt-Radowsky
con su Espejo judío de 1819, ''die blöde Masse rankriegen (llegar a la
masa tonta)''. Así que Fritsch sacó su primer libelo, Altdeutsch-Antisemitische
Kernsprüche, o Frases Clave de Viejo Alemán-Antisemitas, seguido de unas
cuartillas publicadas a partir de 1883 bajo el nombre de Brennende Fragen,
o Cuestiones candentes. Imagínense de lo que hubiera sido capaz Theodor
Fritsch en su época si hubiera contado con medios de comunicación
audiovisuales, aquellos de los que se acabaría sirviendo otro genio de la
comunicación como fue Joseph Goebbels.
Existe el
convencimiento entre varios amigos míos de que Podemos surgió espontáneamente,
tan espontáneamente, les suelo decir, como hace años pensamos que fue el asalto
a las sedes del PP en marzo de 2004 o el escrache a UPyD y Rosa Díez en 2010,
eventos patéticos, ambos, en los que acabamos descubriendo a Pablo Iglesias, si
no como instigador, al menos como interesado asistente. No sé si lo sabrán
ustedes, pero el primer medio de comunicación en el que apareció Pablo Iglesias
fue Intereconomía, televisión en la que trabajé de 2008 a 2009 y famosa entonces
por llevar a sus tertulias normalmente a cuatro invitados, uno de los cuales
solía tener la ideología contraria al resto para aportar el morbo necesario del
programa, sin el cual muchos telespectadores se aburrirían. Pablo Iglesias
comunicaba bien. Como Fritsch. Como Goebbels. Cuando solo salía en
Intereconomía, una vez lo dijo abiertamente: ''Yo soy comunista'' (está en
Youtube, pueden acceder al vídeo). Pero luego lo llamaron a Onda Cero y otros
medios, y el lobo empezó a tirar de su piel artificial de cordero para
cubrirse.
Fue una tarde
calurosa del verano de 2013 cuando, bicheando con mi móvil, accedí al vídeo en
Youtube titulado ''Pablo Iglesias llama bufón del régimen a Sánchez-Dragó''.
Por una de esas cosas inexplicables de los logaritmos de Youtube, por las que
la página te recomienda vídeos que pueden interesarte, abrí el vídeo, atraído
por el nombre de ese tal Pablo Iglesias, que se llamaba como el fundador del
PSOE, y por Sánchez-Dragó, figura a la que admiro desde mis primeros años en Madrid
y a la que es un placer escuchar en la radio. El debate fue interesante.
Sánchez-Dragó respondía como siempre, ofuscado, alterado y sin pelos en la
lengua, mientras que Pablo Iglesias encandilaba mis aún inadvertidos oídos con
un lenguaje más suave, articulando decenas y decenas de palabras biensonantes y
acertadas sin atragantarse ni una sola vez durante toda la entrevista. Mi mente
analítica me hizo preguntarme por primera vez cómo había llegado Onda Cero a
invitar a este desconocido profesor.
Luego lo supe.
Más allá del interés de Intereconomía por revivir sus pobres cuotas de pantalla
en un año en el que la plantilla llevaba meses sin cobrar, los demás medios
habían descubierto a todo un líder, al menos comunicativo, que podría aportar
la credibilidad que el PSOE había perdido en las elecciones de 2011 para las
próximas dos décadas. En otras palabras, La Sexta, Cuatro y demás medios
satélites habían dado con una mina de oro para animar a un electorado que en
España siempre fue muy superior al de derechas, un electorado que ahora veía
esperanza, no tanto en conseguir un país mejor como en acabar, como digo, con
esa derecha.
Al igual que
Podemos tomó los platós de prácticamente todas las televisiones (La Sexta y
Cuatro en quiebra) en 2013, pero muy especialmente a partir de 2014, Fritsch se
hizo en 1885 con los derechos de la editorial Schmeitzner, en bancarrota, para
sacar la publicación Antisemitische Correspondenz, o Correspondencia
Antisemita, que llevó a la editorial a convertirse en centro de coordinación
del movimiento en toda Alemania. Con el bibliotecario Otto Böckel, Theodor
Fritsch acabaría fundando la Unión Antisemita Alemana, el fundamento para una
Alianza Germánica contra los judíos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario