Artículo de Manu Ramos
Yo fui uno de tantos españoles
que salieron a las calles un caluroso 15 de mayo de 2011. Era la feria
de Carmona, la hora del encuentro se estableció a las 6 de la tarde y en mi
entorno no había nadie dispuesto a abandonar su vaso de rebujito y acompañarme
a una marcha en el centro de Sevilla. La respuesta normal fue “vaya tela con
la caló que hase”. Lo cierto es que yo iba ilusionado. No obstante, desde
ese primer momento pude comprobar que aquello era una amalgama de
reivindicaciones fruto del cansancio, de la desesperación en algunos casos y,
también, de algunos manipuladores de masas que ya desde su nacimiento
aparecieron. Esto último es cosa muy natural en manifestaciones
multitudinarias. Quizá el grito reivindicativo que más me llamó la atención
entonces fue el famoso “no nos representan”. Yo no comprendía por qué
pero me atraía una verdad más profunda en esa simple frase que, indagando años
después me llevaría a conocer el cimiento de la construcción de una verdadera
democracia y no esto que tenemos hoy.
Todos hemos podido observar
estos años que estas manifestaciones repletas de huestes de votantes, también
abstencionistas, se han ido agrupando alrededor de partidos nuevos que han
acabado en puestos de poder. Hay que recordar que el fenómeno 15M siempre
propugnó la carencia de líderes y representantes. Este ha sido uno de tantos
principios violados por los que se reivindican como sus herederos. Estos
partidos estatales no han surgido de la nada, no han cultivado los votantes en
campos nuevos sino que unos se han alimentado de los frutos de otros. Viendo la
decadencia de anteriores partidos uno no puede evitar ver la conexión entre el
declive de Izquierda Unida y la subida de Podemos así como la desaparición de
UPyD y el alza de Ciudadanos. Los vasos comunicantes están a la vista de todos.
Como respuesta ante los gritos
de la masa reivindicando que no, que no , que no nos representan unos
muy hábiles charlatanes han visto un filón comercial. El buen vendedor sabe ver
la necesidad del cliente antes de que el mismo cliente lo sepa. Pero cuando en
este caso el cliente (es decir, el votante) está gritando a los cuatro vientos
qué es lo que quiere, no ha costado encontrar el producto que venderles. Tanto
Podemos como Ciudadanos son productos posmodernos de la política que se basa
exclusivamente en el márketing o técnica de ventas de un partido. Nadie ha
reflexionado antes sobre la representación política en sí mismo, nadie se
plantea cuál es la causa de la representación. Es decir: por qué no me
representan.
Recientemente ha ocurrido un
enfrentamiento en el ayuntamiento de Cádiz entre el actual alcalde José María
González (Kichi) y algunos concejales del PP y del PSOE. Este es el
vídeo que se ha compartido mucho en internet: VÍDEO
El edil gaditano reprochaba el
uso de los palcos del Teatro Falla para disfrute y recreo de los concejales así
como para gestionar algún que otro asunto turbio. Kichi, como lo llaman
sus allegados, quiso reparar este desagravio al pueblo gaditano dejando
que cualquiera -por orden de llegada, como se hace con el resto de localidades-
pudiera acceder a dichos asientos. La medida política no me ha llamado la
atención sino la defensa que han planteado los concejales del PP y del PSOE
para justificar la reserva de este espacio para los concejales: la
representación y la difusión de Cádiz.
Esta defensa ha dado pie para
que el mismo alcalde reflexione sobre estos conceptos y, gracias a ello, hemos
podido escuchar qué considera “ser representante” de Cádiz en las palabras de
una de las figuras de los partidos que dicen recoger el espíritu de las
protestas que ha habido en España desde 2011 hasta 2014, año en que nace
Podemos. Al menos hemos nos hacemos una idea de los no es “ser representante”. Básicamente
se puede resumir en la eterna queja por la corrupción... del otro. Siempre la
del otro. La corrupción del propio partido jamás será atacada con la virulencia
con que se denuncia la de los demás. Y esto nos lleva a reflexionar sobre qué
quieren decir las voces del 15M cuando dicen “no nos representan”. Claramente:
“no me gustas tu, me gusta otro”. En los más beligerantes, un “quítate
tu para ponerme yo”.
La representación en política
es algo mucho más profundo y estudiado que el simple “no nos representan” del 15M.
Es un figura jurídica que tiene su origen en el derecho romano, pasa por la
Edad Media con Marsilio de Padua y se concreta en el nacimiento del
parlamentarismo liberal inglés en la Revolución Gloriosa de 1689. Era la más
preciada conquista por la que lucharon los colonos norteamericanos en contra de
la metrópoli antes de decidirse a comenzar la guerra de independencia: “no
taxation without representation”, que se podría traducir por “no pagamos
impuestos hasta que no tengamos representantes”. Lo primero de todo que
querían era tener representantes, antes incluso que idear una nueva forma de
democracia (la democracia representativa) que se adaptara a la modernidad y
sustituyera la antigua idea de democracia, asociada a Grecia y la Antigüedad
Clásica (la democracia directa o asamblearia).
Tener un representante, un
procurador, es la manera de que un colectivo tenga una voz. En política es la
forma en la que se distribuye la fuerza del voto, eligiendo entre candidatos
para decidir quién es el que tiene que ser el encargado de tomar medidas
políticas en las instituciones. Pues bien, en España no tenemos de eso. Así de
claro. Ustedes dirán que hay diputados, que hay partidos, que tenemos un
congreso, que se vota... Nada de eso garantiza la representación de la sociedad
civil, que es la que debería ser representada, en sus diferentes distritos, por
un representante claro y distinto. Hoy votamos listas de partido (da igual que
sean abiertas o cerradas) y no por mayoría sino de forma proporcional. Este
sistema electoral es la base de la corrupción en toda organización que se
plantee gestionar el poder en la “cosa pública”. La traición al votante está
servida en bandeja de plata pues el mecanismo de representación pivota
exclusivamente sobre el partido y, más concretamente, sobre el individuo que
hace las listas. Esa es la clave de bóveda del régimen de partidos: el sistema
electoral de listas proporcional.
La solución para que pudiéramos
tener representantes ya está dada: el sistema uninominal mayoritario. Habría
que añadir la doble vuelta (o ballotage que dicen los franceses) y un
mandato imperativo del electorado al candidato elegido de forma que exista
revocación de ese mandato en cualquier momento, sin esperar a que se acabe el
período máximo (4 años normalmente). Podemos encontrar este sistema electoral,
con algunas diferencias y circunstancias mejorables en EEUU de América, Francia
y Reino Unido. Allí el representante sí representa. En el resto de Europa no
tenemos representantes los ciudadanos. Los únicos representados políticamente
son los partidos estatales.
Por eso ningún partido acogido a las normas de este régimen va a cambiar un ápice del status actual. Las mismas reglas que los aúpan son las que los mantendrán y cambiarán todos sus principios, su cacareado programa, su imagen pública, para mantenerse en el cargo y seguir en el poder. Así el 15M convenció a los “indignados” que se quedaran en casa, que ya tenían representantes, y a los molestos con el PP y PSOE que voten a Ciudadanos que estos sí van a ser honrados porque visten muy bien. Todas estas cuestiones superficiales, como quién va a los palcos del Falla o si se va en bicicleta al Congreso, ocultan un sentimiento latente de no verse verdaderamente representado ante los políticos que siguen pareciendo una panda de oportunistas sin palabra a los que no se les puede hacer nada porque son una casta de aforados. Así que José María González (Kichi) tampoco representa a los gaditanos sino al partido que lo puso. Ni los concejales del PSOE, PP ni ningún otro partido son representantes de la sociedad civil sino de unas organizaciones que se llaman partidos estatales que en última instancia buscan su propio interés y, lo peor de todo, no tienen control.
¡Ole!
ResponderEliminarComo ya sabes, estoy completamente de acuerdo. Pero lamentablemente esta sociedad está manida y no se le espera reacción alguna, en una muy buena parte, gracias a los medios de comunicación subvencionados. Está todo pensado y amarrado. Por otra parte, la gente estaba tan cansada de la clase política que ahora son fanáticos acérrimos de podemos (peor aún ser fanático que no razona adecuadamente, que indignado que no ve solución a la clase política reinante). Lo dicho, mal futuro veo, aunque haya luchadores como vosotros que siguen en la brecha. Yo me empiezo a cansar..
ResponderEliminarJesús Díaz
El veneno del populismo es precisamente eso que hace el Kichi acusando a los demás. Seguramente este carnaval, ese palco habrá sido ocupado por gente humilde y pobre elegida al azar, y seguramente muchos otros pobres y humildes se habrán cabreado por que también querían su huequito en el teatro y se lo dieron a otro. Seguramente hay pobres mas pobres que los que han elegido, y seguramente esos pobres no serán de podemos, ni conocidos, ni amigos de conocidos, por que a esos pobres no ruidosos ni colaboradores son como si no existieran. Pero sobre todo para la izquierda. Esa que al momento. si les pides ayuda te dicen que es que los hay peores que tu. ¡ y como es verdad!, pues a aguantarse. Que el palco será como antes de quienes ellos decidan, pero nunca del pueblo ni de los pobres.
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