Artículo de Rafa G. García Cosío
España es ahora mismo el camarote de los hermanos Marx. Dos meses después de las elecciones, queremos hacernos los guays pareciéndonos a Bélgica, con la pequeña diferencia de que este pequeño país solo sufrió la fricción entre dos regiones durante su periodo sin gobierno, y no una constante refriega entre 17 cuerpos autonómicos.
Así que más de 60 días después, nadie tiene ni pajolera idea de quién acabará como presidente, o si habrá incluso nuevas elecciones. Se diría que se lo estamos poniendo a huevo a cualquier organización, país o grupo terrorista para invadirnos. Me voy a explicar.
Recién acabada la I Guerra Mundial, en una lluviosa mañana de verano de 1919, el joven coronel -y futuro presidente- de Estados Unidos "Ike" Eisenhower se ponía al frente, diario y pistolas en mano, de un convoy militar de tres millas de longitud que salió del patio trasero de la Casa Blanca y tenía como destino San Francisco, California. Los americanos estaban muertos de miedo por las ansias imperialistas de los japoneses, que podrían atacar en cualquier momento la costa oeste de su país sin que los yanquis pudieran reaccionar a tiempo con sus reservas del este.
Se pusieron en marcha con el fin de calcular cuánto tardaría en llegar una guarnición real en caso de ataque. Y lo cierto es que el viaje resultó un desastre. En su viaje a un todavía salvaje oeste, la pluma de Eisenhower nos recuerda hoy la decepción al descubrir que más allá del río Missouri terminaban las carreteras del país, y al convoy le esperarían hasta 58 duros días de lodo, motines, averías, pinchazos y derrumbes de puentes, entre otras miserias. "Si los japoneses hubieran decidido atacar", dice el periodista Simon Winchester, que recorrió la misma ruta en 2013 en honor a la autopista que ahora lleva el nombre del general Eisenhower, "habrían tenido un día redondo".
Les puedo asegurar que si el Isis ahora centrara sus esfuerzos en atacar España, podría llegar de Algeciras a Torrelavega sin demasiada resistencia. Y no solo porque, al contrario que los Estados Unidos de 1919 ahora España goza de un sistema de autopistas (rescatadas con su bolsillo y el mío, estimado lector) envidiable, sino porque España hoy tiene menos pulso que las patas de un jilguero.
Ese país donde solo un 16% de sus habitantes dice que estaría dispuesto a defenderlo, donde un 20% de los votantes apuesta por el modelo -confeso, no lo olvidemos- de Venezuela y donde, entre un sistema próspero de pymes y mediana industria conectado por todo el territorio, al estilo de Alemania, y dos noches de pensión completa en Torre del Mar, la mayoría de la población -no se les ocurra siquiera preguntar en Andalucía- elegiría lo segundo sin atender a las consecuencias.
Ni Bélgica, ni Dinamarca. Esta es la España de Ike, la España del coronel Eisenhower!
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