Artículo de Cornelia Cinna
De una contradicción se sigue -sequitur-
cualquier cosa, reza en la lógica clásica, o principio de
explosión, ex falso quodlibet. Mi
venerado Duns Scotus lo explicaba en Quaestiones -no
recuerdo si en las super libros
o en super Porphyrii-.
Así, todos hemos sido
testigos de las numerosas contradicciones en las que han incurrido
los protagonistas de la política española -que no políticos-, dando muestras de su
poca lógica, de tomarnos el pelo a los españolitos y de su
incompetencia mental y por ende, discursiva.
Por ello, es de
necesidad imperiosa y deontológica que se retome la coherencia
político-discursiva en un momento tan crucial como el que estamos viviendo. Es
emergencia nacional. Sin dudas, ni dilaciones. Sin ambigüedades, ni confusiones. Sin manipulaciones del principio de realidad y sus relatos postreros. Sin paradojas políticas.
No valen términos
graduales o inconsistentes, ni relativos, estocásticos y menos,
difusos. El andamiaje político está carcomido y los nuevos están
demostrando la poca altura que se les intuía, porque están empeorando
la situación. De ahí, que pueda salir cualquier cosa -quodlibet-. Y
eso, señores, no nos lo podemos permitir.
Burbujas de gobiernos
Definitivamente España es una gran burbuja. En la eclosión efervescente de pactos, de multi-crisis, de pomposos sinvergüenzas, de ampollas de casos de
corrupción por todos lados, de golpe de estado -y los previsiblemente subsiguientes-, de barbaridades y sus rectificaciones, con estos mimbres, el problema no es sólo formar gobierno, sino que dure. Y si se mantiene, que haga las reformas que se necesitan.
Los que
estén en la alianza penderán de la abstención de los otros,
implicando el hundimiento de estos últimos. Eso no se va a dar por
mucho que presionen. Asimismo, cualquier solución de alianzas no
contentaría a la representatividad que quedase fuera o coparía el
espacio de la oposición. Tampoco le interesa a ninguno.
Dicho lo anterior, a día de hoy, las crónicas
políticas señalan a una copia sureña catastrófica como el pacto urdido en
Andalucía, con la Sultana del Sur y Riverita de la Barceloneta a
principios de junio de 2015, y su aterrizaje en España entera; otra
cosa es que salga. Cosa que dudo. Eso cuenta la grillera -patios políticos de
corralas que reportan, segundo a segundo y cansinamente, los juegos
de las metavariables A, B, C y D-.
El acuerdo pasa por los flecos del tipo/s de contrato
laboral, reforma fiscal y el impuesto verde, porque la desaparición
del Senado ni de las diputaciones les interesa a día de hoy a los
propios ciudadanitas. O sea, que habemus pactum no, un foedus, pacto solemne -de ahí viene la palabra federal-. No es un pacto de
investidura es un "pacto de Gobierno" para poner en el límite al PP a
que se abstenga, como hemos dicho supra, y si no lo hace, quedará
como el malo de la peli; pero como ya lo es, haga lo que haga,
pues le da igual.
En primera votación seguro que no se aprueba y en
segunda, improbable. Con lo cual iríamos a nuevas elecciones, como
apuntó ayer en Bruselas el Presidente en funciones. Elecciones
antequeranas y que salga el sol político por donde le dé la gana.
Llama la atención, no obstante, que nada es lo que parece y que esto
es como un juego de rol en el que se van copiando los papeles unos a
otros: antes Pedro Sánchez intentaba imitar a Pablemos y ahora a
Riverita; pero, a su vez, Albert -sin O- actúa como Pedro Sánchez
antes de que el Rey lo designara candidato.
Martingalas podemitas
El pacto podemita global se presenta imposible porque
no hay por dónde coger el documento entregado. Es un cúmulo no sólo
de despropósitos constitucionales y dilates organizativos, sino de barbaridades -135.000 millones
nos costaría la broma- con el objeto de crearse una clientela a modo
del modelo andaluz y perpetuarse en el poder ad infinitum.
Sin embargo, lo más ingenuo
que he observado últimamente es que todos debaten sobre los papeles
de Podemos:
a) Como si fueran premisas
verdaderas o válidas, por parte de sus representantes, y no es
cierto. Cuando a él y a su tribu les dé la antisistémica gana las
van a cambiar. Insisto. Hay que ver los vídeos con su mensaje de
viva voz, para ver el cafrerío más brutal y bestial, en un dirigente
político, que ha vivido España en décadas. Su credibilidad es
absolutamente nula y una locura sin precedentes.
b) Como si, llegado el más
que improbable momento gubernamental, las fuesen a cumplir. Porque lo preocupante no es que lleguen al poder, lo
preocupante es que NO se vayan. Pactarían con quien fuera o fuese
como hizo la Reina del Sur con IU -no se confundan, ella es igual que
Pedro Sánchez-. Repartirían lo que no tenemos entre sus secuaces
con tal de comprar votos: sindicatos, patronal amiga, subvenciones
urbi et orbi, ERE, becas que no son becas; sino sueldecitos,
paguitas, alquileres, libros, ordenadores, pisos, etc. Básicamente,
extrapolar el cortijo andaluz en todas sus ramificaciones y
variables.
c) Lo mismo se presta a pactar sin condiciones, con tal de coger algo de poder. Vamos, quodlibet en estado puro. Impredecibles en sus pasos intermedios.
No exagero. Estos peligros sociales usan un discurso con lógica paraconsistente, tolerante con las contradicciones más suicidas, o sea, la indefinición absoluta y un juego aberrante, saltándose todas las leyes.
De la nueva política han desaparecido las asambleas, como también ha volado, como líneas rojas, el exigir la Ley de Emergencia, la dación en pago o la reestructuración de la deuda privada, etc. Los regeneradores comunistas han resultado moralmente despreciables: pro-yihadistas, con becas a dedo, nepotistas, mendaces, transfuguismo político -y punto-, defraudadores de Hacienda, tipos que apoyan y colaboran con regímenes de manifiesto totalitarismo, radicales y violentos. Sin dejar de mencionar la investigación en curso del camino de migas del dinero del líder absoluto, Coletas Fumanchú Manitú.
Si un posfascista de la extrema derecha hubiese irrumpido en el Congreso con la impudicia y prepotencia que lo hicieron los podemitas, ya se hubiera liado una hecatombe, con toda la razón del mundo. Y ahí es donde quiero incidir. Desde el pensamiento inverso se ve claramente la gravedad de la situación actual.
Esa patente de corso y la tolerancia contraproducentes nos traerán muchos problemas en el futuro cercano como no les pongamos en su sitio ya.
Haters
Si preocupante es el ramillete de los dirigentes podemitas, no lo son menos sus radicales militantes y simpatizantes: las tribus podemitas en las redes sociales. Personas que sin la menor educación, cultura, ni respeto, ni enjundia, y menos, argumentación y espíritu crítico, se lanzan como hienas a la carnaza del insulto, del desprecio, ofensa, degradación, difamación, de la descalificación contra cualquier individuo que no piense como ellos, cuyos líderes ya están dentro del sistema contradictoriamente. Principalmente son ciber-hooligans.
Igual que hay violencia de género, acoso escolar o escraches, se evidencia violencia política por parte de los podemitas. Me refiero al acoso político ante cualquiera que cuestione, dude o critique al Dios menor llamado Iglesias o a su camarilla-tribu. Se mueven por las pulsiones más salvajes e irracionales. En ellos prevalecen las consignas, campañas provocadoras, la primacía de la voluntad seguidista sobre el entendimiento y el odio sin ambages. Un peligro en potencia.
Coda:
en la aporía política en la que no encontramos, no veo otra salida
que #nuevaselecciones. Reitero.
A mi no teneis que convencerme, pero voy a usar el artículo para convencer a algunos incrédulos. Qué peligro tiene el voto en mano de la inconsciencia, aunque el derecho a depositarlo en la urna es irrenunciable y yo lo defiendo. Como la mayoría de las veces, la importancia de la EDUCACIÓN se pone de manifiesto. Gracias, me lo llevo
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