Artículo de Rafa González
Ser buen
ciudadano sale carísimo. Por tanto, estoy pensando en dejar de serlo.
En unos días me
adentro en la dura vida del autónomo, tras terminar en diciembre un contrato
como empleado en una universidad. Antes de pasarme todo el mes de enero
viajando por Asia pregunté a dos alemanes si les parecía bien que me apuntara
al paro para ese primer mes del año. Mi colega Markus, con la mentalidad típica
del alemán serio, me decía que, efectivamente, como yo me temía, no estaba bien
apuntarse a un programa que no deja de ser un seguro de desempleo, y no un regalo de papá Estado, si no iba a
estar buscando trabajo, sino viajando. Pero mi asesora fiscal, también tan
alemana como el Schweinachse, me dijo que sí, que me apuntara, por dos razones.
La primera es que
no podía perder ese mes de ingresos, siempre que avisara a la
oficina de empleo de que en febrero comenzaba a trabajar por mi cuenta; la
segunda es que, si no me apuntaba al paro, dejaba de estar asegurado ante el
médico.
Al final opté
por el camino de en medio. Fui a la oficina de empleo a bichear, pero estaba cerrada por Nochebuena, pese a que Alemania es
una república aconfesional, una de esas repúblicas que le gustan a Pablo
Iglesias, supongo. Así que tuve que ir días más tarde a otra, pero ya no de mi
Estado federal de Baden-Württemberg, sino a una de Frankfurt, que está en
Hessen, confiando, tan tonto como soy, que en Alemania no se andarían con las
limitaciones burocráticas que nuestras comunidades autónomas imponen en España.
Pero sí! Alemania, con sus 16 estados federales, también ha creado 16 sistemas
distintos para todos los ciudadanos, condenados a arrastrarse por la Straße de la amargura. ''Esta oficina no
le corresponde'', me dijo el tipo de la ventanilla, así que me fui a Asia
ahorrándole al estado alemán más de 400 euros que me correspondían.
Pero lo que no
sabía es que iba a ahorrarle también pasta a la aseguradora. Esta semana he ido
a informarme, bueno, a someterme a una sesión de sadomasoquismo funcionarial,
sobre mis nuevas cotizaciones como autónomo. Y cuál fue mi sorpresa cuando mi
Krankenkasse, o sea mi agencia aseguradora de salud, me informa de que voy a
tener que pagar sí o sí, es decir por pelotas, la contribución al seguro médico
de enero por ese vacío que he dejado.
Esto por la
parte alemana. Luego está la parte española. Que os habíais creído que por
vivir fuera me libro de pagar por ser ciudadano de mi país.
Lo que he
gastado en los últimos dos años para poder votar en España (las dos veces, en
las andaluzas y en las generales, a partidos que además no han conseguido
representación parlamentaria) me habría dado para echar la quiniela durante
casi las 52 semanas que tiene un año. Entre notarios y tasas administrativas
del ayuntamiento me he dejado desde 2014 unos 46 euros, que nunca nadie me va a
agradecer. Bueno, quizá sí, en una de esas cartas coloridas -pagadas, de nuevo,
por el contribuyente- en las que te piden y agradecen el voto.
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