Artículo de Eduardo Maestre
No
sé. Creo que los que escribimos acerca de los asuntos políticos que afectan a
los españoles debemos tener algún problema neuronal. Un fallo en el Sistema
Nervioso Central. O algún cable suelto que da chispazos aleatorios. O, qué sé yo: una grave
carencia de ferratina. O un exceso de la misma!
Porque,
la verdad: qué me importa a mí si los catalanes se independizan o no? Si, de
cualquier manera, ese trozo más o menos indefinido de tierra va a seguir pegado
a Aragón! Unido física, tectónicamente a Valencia y a los Pirineos! Incluso si Valencia también se
independizara, qué narices me importaría a mí? Si yo no voy nunca para
allá!
Una vez fui a Alicante, a tocar en un congreso; hacía una humedad que nos hizo
comprarnos camisetas en un mercadillo al segundo día de estar allí, porque se
nos había empapado ya todo el equipaje. Dios mío, qué calor!
Qué
me importa a mí que detengan o no detengan a la cúpula entera del PP en
Valencia? En qué influye realmente en mi vida que los Pujol estén libres por la
calle, pavoneándose de su impunidad pese a haber arruinado su propia tierra a
base de sacar miles de millones de euros de las arcas del Estado? Qué más me daría que los encarcelaran ya? Mejoraría eso mi situación económica? Que trinquen a
los chorizos del PSOE andaluz y los empuren metiéndolos en la cárcel va a
cambiar en algo el hecho de que yo tenga que conducir a diario 100 kilómetros
para ir a trabajar, y otros 100 kilómetros más para volver a mi casa cada
noche?
Y en definitiva: qué leches me importa a mí que el contrastado cretino de Pedro Sánchez forme
Gobierno con Ciudadanos, o con Podemos y los separatas? O que lo decapiten en un congreso en mayo, y su
sustituta vaya a nuevas elecciones y tras la retirada de Rajoy se alíe con el
PP y Ciudadanos en una gran coalición? En qué va a modificar eso que yo le dé
los potitos a mi hijo Beltrán sobre la una de la tarde? Realmente habría mucha
diferencia entre el Gobierno de una gran coalición de socialdemócratas (PP,
PSOE y C´s son todos socialdemócratas!) y el de un Frente Popular? Creen
ustedes, de verdad, que Alemania, Francia, Inglaterra y EEUU iban a permitir
que se cerraran las bases norteamericanas o que se dejara de pagar la deuda con
Europa? Pero si no se le ha permitido a los griegos, que tienen un Gobierno
íntegramente formado por grecopodemitas
ilusos! Cómo iba a prosperar en España un Gobierno frankesteiniano compuesto por tal amalgama de chusmas irreconciliables?
Es que no iban a poder aprobar ni una mísera Ley! Y eso, sin contar con que
tanto a los jueces como a las fuerzas del orden les diera por aducir objeción
de conciencia y no acatar las órdenes de un pelagatos con rastas puesto en
el cargo por los gurús proiraníes! Que todo podría ocurrir!
Yo
ahora estoy enfermo. Estoy de baja. Mi enfermedad es real; no hablo
figuradamente. Estoy jodido, como se suele decir. Pero espero ponerme bien
dentro de poco. Lo suficiente como para reincorporarme a mi trabajo de profesor
de conservatorio. Creen ustedes que mi enfermedad va a mejorar porque el
putrefacto partido de Sánchez vea la luz y en un rapto de españolidad sin
precedentes decida coaligarse con el pútrido partido de Rajoy y con los
contrastados judas de Ciudadanos? Piensa alguien que, por el contrario, pudiera
empeorar mi salud por el hecho de que lo que alumbrara este parto de los montes
que estamos viviendo desde el 20 de diciembre fuera un Frente de Izquierda radical?
En
absoluto! Mi salud va a seguir yendo por el camino que tiene que ir, que no es
otro que el de la naturaleza; no me curaré, porque lo mío es crónico y no se
puede curar ya; pero mejoraré sustancialmente y volveré a mis quehaceres
laborales y personales; seguiré teniendo los mismos problemas de dinero que siempre
he tenido; me alegraré de tocar algún concierto con alguno de mis pocos
grupos; veré de vez en cuando a mi hijo el mayor, que vive lejos, con su madre,
y procuraré educar a mi hijo pequeño, que es un precioso bebé simpatiquísimo
con el que mi mujer y yo tenemos que tener mucho cuidado para no comérnoslo!
Pero nada cambiará. O no cambiará tanto como para que lo pueda notar en mi vida
real.
En
el siglo XVI, a mediados del mismo, apareció la figura del arbitrista. Un arbitrista era una persona ilustrada que, preocupada
extraordinariamente por la situación económica de la España de Carlos I y luego
de la de su hijo Felipe II, se devanaba los sesos intentando dar con una
solución concreta que pusiera coto a
la sangría que por aquellos años devastaba las arcas españolas. La sangría,
como ustedes habrán ya imaginado, estaba provocada por las continuas guerras
internacionales que España encabezaba para sostener a duras penas el Imperio. Estos
arbitristas -algunos de ellos, muy serios- enviaban al Rey sus sesudos trabajos
en los que ofrecían soluciones de lo
más variopintas; la mayoría de ellas, radicales, y, sobre todo (y éste solía ser
el error habitual entre los arbitristas) fundamentadas en un solo factor, pues no solían ser personas que contemplaran
globalmente la situación de la nación, sino que solían centrarse bien en el
campo, bien en la marina, bien en la artesanía, etc. Sin embargo, algunos de
los estudios recibidos en la Corte eran tenidos en cuenta, pero la mayoría de
ellos ni siquiera eran leídos por los destinatarios.
Los
arbitristas continuaron ofreciendo sus soluciones hasta bien entrado el siglo
XVIII, aunque en esa época, y por la enorme evolución de estos estudiosos particulares, ya no pueden ser llamados propiamente arbitristas
sino economistas. Digamos, pues, que las penurias de haber tenido que sufrir ser la sede del
Imperio hizo de España la primera nación del orbe en crear un
género literario que hoy se conoce como Teoría Económica, más imaginativo e
inquietante que muchas novelas. Nos cabe el honor a los españoles,
curiosamente, de haber creado el género! Pero también de haber parido una
figura tan patética y a la vez tan enternecedora como la de los arbitristas:
hombres cabales, verdaderos patriotas, ciudadanos comprometidos con su nación y
con el Estado, parroquianos inteligentes cuyo único afán era el de mejorar la
vida y hacienda de los españoles. Y, sin embargo, ignorados y hasta
vilipendiados por quienes tenían realmente la sartén por el mango.
Pues bien, eso
somos nosotros: arbitristas. Llevamos años escribiendo, grabando vídeos, dando
charlas y conferencias, asistiendo a debates, volviendo a escribir. A diario!!!
Estudiamos los datos; los cotejamos; establecemos teorías y las exponemos; observamos irregularidades y las denunciamos. O
planteamos soluciones radicales. O globales. Pero siempre estamos poniendo el
dedo en la llaga de la actualidad política. Y cuando digo nosotros, no me refiero ni incluyo a los periodistas que cobran por
dar su visión de lo que pueda estar ocurriendo, sino a nosotros-nosotros: los
ciudadanos comprometidos; los que no sólo no cobramos, sino que exponemos
nuestro nombre y apellidos; que entregamos nuestra cara a la opinión pública.
Por
qué lo hacemos? Pues la verdad es que, después de tanto tiempo, ya no lo tengo
claro. No sé si es por una mezcla de inconsciencia y susceptibilidad, o por un
fallo hepático. O sencillamente porque tenemos en el cerebro un haz neuronal
deficiente que pueda estar cortocircuitando la sensación esencial de miedo a las
represalias. Pero está claro que lo sentimos como una obligación moral; como un
deber social.
Sin
embargo, no estoy tan ciego como para no ver el paralelismo que hay entre
nuestra figura (la de los ciudadanos que denunciamos lo que hay, proponiendo
soluciones) y la de esos buenos hombres nacidos en el corazón del
Cinquecento español, cuyos devaneos acababan indefectiblemente en un Tractatus o en cientos, en miles de
pliegos enviados por posta al Rey y con cargo, claro está, al propio bolsillo.
Muchas
veces lo pienso: qué me importa a mí que hagan a Íñigo Errejón Ministro del
Interior, o a Carolina Bescansa Ministra de Sanidad? Qué más dará que metan en
el trullo a Manolo Chaves, a los Pujol o a los Barberá´s Boys, si nadie va a devolver un puñetero euro? Y aunque
ocurriera un milagro y se recuperaran los miles de millones desviados a
paraísos fiscales; aunque el Estado recolectara paso a paso y euro a euro todo
ese inmenso desfalco institucional, en qué lo notaría yo? Alguien cree que la
Junta de Andalucía iba a concederme a mí
algún concierto para difundir mi música? Es que hay algún incauto que
pueda creer que éste que está aquí iba a conseguir algún género de apoyo para
reconstruir la maravillosa orquesta minimalista que conseguí poner en pie hace
ahora cuatro años? Los pañales de mi hijo Beltrán me saldrían más baratos? La
pasta que me dejo en gasoil cada mes para ir a trabajar (y en revisiones, y en
talleres para mi machacado coche) iba a ser menos? Sustantivamente menos?
Y
lo que es más: aunque se creara la gran coalición entre los socialdemócratas del
PSOE, de C´s y del PP (buenistas, contorsionistas y pragmáticos,
respectivamente) y se alejara el espanto de un Frente Popular a los mandos del
Gobierno, de qué me serviría a mí, que lo que quiero es un cambio drástico de
la Constitución, de la Ley Electoral y, en resumen, del sistema de vida que hay en España? Es que acaso éstos (o los
otros!) iban a mover un dedo para matar a la gallina de los huevos de oro que
les sustenta en el Poder? …Vamos, hombre!
Entonces…
Qué hacemos, publicando a diario? Qué narices hacemos, escribiendo artículos
primorosos, poniendo el foco de luz sobre el desconchón que afea cada pared de
nuestra Política? Yo no me lo explico! A menos que acepte el tremendo hecho
siguiente: que formo parte de los nuevos arbitristas españoles! Eso sí lo
explicaría todo! Ciudadanos preocupados por su nación, por el Estado que la
articula, por la inexplicable inconsistencia en el cumplimiento de la Ley por
parte de sus Instituciones. Arbitristas! Hombres y mujeres conscientes de estar
caminando entre tinieblas con la única luz que nos proporciona el tímido candil
de nuestra inteligencia. Arbitristas. Gente consciente. Personas que creen aún que el universo puede mejorar. Arbitristas. Ciudadanos de verdad. Amantes
de la Polis. Estamos locos, o cómo estamos?
…Yo
qué sé! …Por eso digo que debemos tener algún problema neuronal. Cualquiera
sabe! Un fallo en el SNC. Un cable pelado echando chispas. Carencia de
ferratina. O exceso.
Resiste Eduardo; tu hijo te lo reconocerá en el futuro y yo hoy
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