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viernes, 29 de enero de 2016

Urge gobierno con personas honestas


Artículo de Luis Marín Sicilia


“Si nos paramos en la gravedad de la corrupción en España, achacando a los populares además los casos Gürtel y otros, veremos contraatacar a estos recordando al PSOE los Eres, Formación, Invercaria, Astapa, etc., con lo que el país se nos va por el sumidero de la indecencia”

“La corrupción es un gen que anida en las personas y las organizaciones deben esforzarse en evitar que se enquisten en las mismas, desalojando de su seno a los degenerados”



Mientras sigue en sus trece el exégeta del “no; no rotundo”, llamado Pedro que, como el apóstol, está dispuesto a negar no tres sino cincuenta veces, la situación de un país en funciones se desangra ante la expectante indignación de una ciudadanía que, si no reaccionan pronto, volverá definitivamente la espalda a su clase política. A la vieja y a la nueva.

Por contra, personalidades con experiencia de gobierno, como los cuarenta exministros de UCD, PSOE y PP, que integran la Fundación España Constitucional, conscientes del enorme desafío que hay que afrontar, alertan del “riesgo de deterioro de la situación económica y de que el proceso secesionista catalán se agudice”, por lo que exigen que “se forme un gobierno de coalición con un programa concreto y firmado” que, entre otras cosas, “envíe una señal inequívoca a los independentistas de que su aventura fracasará y se hará imposible, sin descartar medida alguna constitucional”.

Los exministros no eluden la reforma constitucional que auspicie ese gobierno de coalición, manteniendo los valores y conceptos esenciales de la Constitución, consensuando la actualización del título VIII entre otras materias. No cabe duda de que el grupo político de Podemos, cuya estructura confederal y asamblearia y su vocación antieuropea y antisistema, disfrazado todo ello con la socorrida expresión de “la nueva política”, no puede dar satisfacción a los retos del momento, máxime cuando las medidas económicas puestas en marcha, y que pueden encallar con su presencia, han conseguido el mayor avance histórico en la generación de empleo.

Al tiempo que el socialismo español debe clarificar su orientación en este momento histórico, y la reunión de su Comité Federal del sábado debe servir para ello, no es menos cierto que la explosión de nuevos casos de corrupción como los de Acuamed y Taula, afectan negativamente al entendimiento del PP con sus potenciales aliados. Si nos paramos en la gravedad de la corrupción en España, achacando a los populares además los casos Gürtel y otros, veremos contraatacar a estos recordando al PSOE los Eres, Formación, Invercaria, Astapa, etc., con lo que el país se nos va por el sumidero de la indecencia.

Por ello, la grandeza del momento, y su gravedad, exige, primero que quien la haya hecho que la pague. Y segundo que los partidos llamados al entendimiento den pruebas de madurez y, con personas limpias y preparadas, aborden la coalición que demanda la mayor parte de la ciudadanía y se pongan de inmediato a desarrollar el programa que pacten, que debe ser de mejora social, desarrollo económico y regeneración política.

Y en esta tesitura conviene distinguir que la corrupción es un gen que anida en las personas y que las organizaciones deben esforzarse en evitar que se enquisten en las mismas, desalojando de su seno a los degenerados. En este sentido me ha llamado la atención, muy positivamente, la conclusión a la que llegó Mohamed Yunus, pionero del microcrédito, fundador de Grameen Bank y Nobel de La Paz, quien en reciente entrevista confiesa que, ante su éxito en Bangladesh con una gestión humanista y emprendedora, “iba a crear un partido político y desistí porque se llenaba de corruptos”.

Con una filosofía en la que creemos los humanistas liberales, Yunus se rebela incluso, a sus 75 años, contra que le subsidien el autobús por su edad, manifestando que “debemos aportar y recibir a cualquier edad según nuestras capacidades: ni los mayores ni los menores necesitan subsidios sino oportunidades”. Muestra su orgullo de que, cincuenta años después de su independencia de Pakistán, Bangladesh haya pasado de la miseria a ser pionera del Sudeste Asiático. Y añade: “Lo hemos conseguido, ni con un Estado, ni con administraciones eficientes, ni limosnas y subsidios, ni con una enorme ayuda exterior. ¡Hemos sido los ciudadanos, con nuestro espíritu emprendedor, el talento de nuestros jóvenes y nuestro esfuerzo y disciplina!”.

Ante el reto español del momento quizás fuera bueno mirarse en el espejo de quienes desde la honradez, el esfuerzo, el mérito y el trabajo, desconfiaron de los partidos y se fiaron de las personas y de su capacidad para el progreso. Porque si solo miramos lo que ocurre cuando en una organización anidan los corruptos, podemos caer en el mismo escepticismo de aquel sabio viejo de pueblo que, al advertirle sus amigos de que el capataz le estaba sisando parte de su cosecha, les espetó con retranca: “déjalo ir que éste ya está cebado”.

Debió ser el viejo adagio de “no necesito que me den, solo que me pongan donde hay”, lo que al bueno de Mohamed Yunus le hizo desistir de fundar un partido, al ver la calidad de la caterva que se le puso en cola. Y es la misma reserva mental de la ciudadanía cuando algunos de los nuevos presumen de limpieza y el currito se le queda mirando y pensando “espera que te pongan donde haya...”.

Por ello es prioritario, si los partidos quieren recuperar la confianza ciudadana, que articulen auténticos “detectores de corruptos”, capaces de indagar la trayectoria vital de quienes se acercan a ellos con fines espurios, tal como hizo Yunus para desistir de su empeño.




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