Las consultas regias y el berrinche de Sánchez

Artículo de Luis Marín Sicilia

“¿Por qué va a tener el Rey que proponer a Rajoy, y por qué este va a tener que hacer una proclama fracasada de antemano?”

“Posiblemente, el temor de Sánchez es que, en tal hipótesis se le rompan los esquemas sobre el tiempo que necesita para convencer, no sólo a la amalgama de fuerzas políticas que pretende cocinar en la olla de sus ambiciones, sino a miembros y organismos de su propio partido, que no ven nada clara la deriva emprendida en sus negociaciones”

 

El artículo 99 de nuestra Constitución determina el régimen de consultas previas del Rey para proponer al Congreso de Diputados un candidato a Presidente del Gobierno. La finalidad de las consultas es que el Rey llegue a la conclusión, a la vista de lo que cada grupo político le indique sobre sus planteamientos, de proponer a quien tenga más posibilidades de ser investido. El Jefe del Estado no está obligado, ni mucho menos, a proponer al de la lista más votada si, de las consultas realizadas resultara con toda claridad su orfandad de apoyos.

Los países con pluralidad de minorías están acostumbrados a que pueda ser propuesto, no ya el líder del segundo partido más votado, sino incluso terceras y cuartas opciones. La existencia de un bipartidismo con amplio respaldo en España ha motivado que, siempre, a la vista de las consultas, el más votado haya podido hacer concluir al Rey que, a la vista de los sondeos y consultas, era el que debía proponer para la investidura. Y siempre resultó investido el propuesto, porque así era de prever a tenor de las consultas realizadas.

Si, tal como se han ido desarrollando las visitas de los grupos, el monarca tiene claro que Mariano Rajoy no va a obtener más apoyo que el de su grupo y que, en segunda votación ya le han hecho saber los representantes consultados que le negaran su voto, es obvio que ni siquiera obtendrá la mayoría relativa en esa segunda votación. Por tanto, la pretendida investidura es un acto fallido, tal como han manifestado al Rey los distintos partidos consultados. Si eso es así, como sin duda lo es, ¿por qué va a tener el Rey que proponer a Rajoy, y por qué este va a tener que hacer una proclama fracasada de antemano?

Ante la posibilidad de que la propuesta regia recaiga en Pedro Sánchez, que se regodea de la absoluta soledad de Rajoy, a qué viene el berrinche del socialista poco menos que tachando a Rajoy de cobarde el cual, en tal caso, dice, debe irse a su casa. Posiblemente, el temor de Sánchez es que, en tal hipótesis se le rompan los esquemas sobre el tiempo que necesita para convencer, no sólo a la amalgama de fuerzas políticas que pretende cocinar en la olla de sus ambiciones, sino a miembros y organismos de su propio partido, que no ven nada clara la deriva emprendida en sus negociaciones.

Si a Rajoy le encarga el Rey, en la coyuntura actual, intentar la investidura, es sabido que el presidente en funciones cuenta en este momento, según las consultas realizadas, con menos apoyos que Pedro Sánchez, por lo que la lógica sería que lo intentara antes el que, en este momento, tiene más apoyos. Protestar por ello no es de recibo, y la descalificación a Rajoy del socialista no tiene otra motivación racional que el miedo de éste a tener que mostrar prematuramente sus cartas.

Aunque no sea lógico que el primer propuesto sea Rajoy, por la ausencia de apoyos, no cabe duda de que el presidente en funciones aceptará el encargo, aún a sabiendas del fracaso que le espera. Pero no debe desaprovechar la oportunidad para explicar a todos los españoles la trascendencia de lo que nos jugamos, sus propuestas para encarar exitosamente la situación, su invitación a que se sumen los que coincidan en las mismas, y la advertencia de los riesgos que con otras propuestas pactadas con antisistemas y separatistas pueden representar para la estabilidad política y el avance económico y social.

Sánchez hasta ahora busca su investidura conocedor de la dificultad de pactar un programa realista con sus pretendidos socios. Pero un pacto de investidura solo sirve para eso. Gobernar con eficacia es otra cosa mucho más seria.