Artículo de Mara Mago
Benito Pérez Galdós, escritor y político, está
considerado uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo
XIX en lengua española. Diversos especialistas y estudiosos de su obra afirman
que es el mayor novelista español después de Cervantes. Fue miembro de la Real
Academia Española, designado diputado en varias ocasiones y circunscripciones y nominado al Premio Nobel en 1912.
En palabras de Max
Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió “el espectáculo del pueblo llano”
y con "su intuición serena, profunda y total de la realidad", se lo
devolvió, como Cervantes, rehecho, "artísticamente transformado". De
ahí que "desde Lope, ningún escritor fue tan popular, ninguno tan
universal desde Cervantes".
Entre 1875 y 1912, Galdós
escribió y publicó los “Episodios nacionales”, la más
brillante crónica de la España del siglo XIX que recogía la memoria histórica
de los españoles a través de su vida íntima y cotidiana. Una obra compuesta por
46 episodios en cinco series de diez novelas cada una (con la salvedad de la
última serie, que quedó inconclusa). Arranca con la batalla de Trafalgar y llega hasta la Restauración borbónica.
Su personaje
conductor es el liberal Salvador Monsalud, hijo ilegítimo, soldado del rey José
I de España, “malquistado en el absolutismo de los primeros seis años de
reinado de Fernando VII (1814–1820),
ensalzado en el Trienio Liberal (1820–1823)
y perseguido durante la Década Ominosa (1823–1833)”.
Entre los personajes secundarios de la trama destacan dos mujeres, Jenara,
"bella, apasionada, fanática, intransigente y estéril: la España
tradicional". Y Soledad: "dulce, callada, atenta, activa, caritativa,
el símbolo de la España futura."
He recordado a
Galdós repasando la prensa de la última semana. ¡Qué nueva obra de arte podría construir
el insigne literato sobre los episodios más recientes de la política española! ¡Qué
pena no contar en el panorama literario con alguna pluma magistral que pudiera describir
con la habilidad galdosiana la suerte de despropósitos sucedidos atropelladamente
en la España de 2016!
Pero, el
domingo, 17 de enero, Teresa Rodríguez vino a sacarme de mi error y a ampliar mi
perspectiva con su artículo conmemorativo del segundo aniversario de
Podemos en el diario.es.
‘’Este domingo celebramos el aniversario
de nuestro primer acto público. ….. Hemos construido una gran organización que
ha conseguido en dos años de historia articular al mismo tiempo un vendaval de
ilusión por el cambio y una herramienta electoralmente más que solvente. Hemos
contribuido a abrir un nuevo ciclo en el que la vida pública ya no es cosa de
dos y, sobre todo, hemos repolitizado la sociedad en un momento en el que las posibles
salidas al sufrimiento de la gente podrían haber sido la resignación, la apatía
o incluso el odio……’’.
Leyendo a la
líder de Podemos en Andalucía, -de la que admiro el papel combativo de su grupo
en el Parlamento Autonómico, al tiempo que abomino de los métodos antidemocráticos
de su organización, de su rápida adaptación e imitación a los vicios de la
casta política que denunciaban y del apoyo
exterior inaceptable que han impulsado a sus mesías nacionales a las mayores cuotas
de popularidad-, caigo en la cuenta de que tampoco es el segundo aniversario de
los podemitas el hito que marca un antes y un después en el actual panorama episódico
nacional. Inexorablemente, y así lo indica la gaditana en su revelador
manifiesto de intenciones, tengo que echar la vista más atrás en este presunto ajuste
de cuentas histórico-literario que por mi parte pretendo, de galdosianas
maneras. Concretamente, cinco años. Porque este 2016 se cumplen 5 años de INDIGNACIÓN.
“Podemos nació como una suerte de
continuación política del ¡Abajo el Régimen! que se gritó (y pintó) en las
calles en los momentos más intensos de las movilizaciones anti-austeridad. Hoy
ese Régimen, fuertemente golpeado y herido desde el 15-M, trata de buscar su
recomposición, su estabilización. No deberían ver en Podemos un aliado para
eso. En nuestra opinión, no hay reconciliación posible con el Régimen de la
amnesia, la austeridad, la democracia limitada y la sumisión a la Troika. Para
nosotros, la finalidad de Podemos como instrumento tenía (y tiene) un objetivo
evidente: acabar políticamente con el Régimen del ’78 y abrir un tiempo nuevo
que, bajo el protagonismo de las clases populares, permitiese el desarrollo de
procesos constituyentes.
¡Ostras! ¡¡Acabar con el Régimen del 78 y abrir un tiempo nuevo que … permitiese
el desarrollo de procesos constituyentes!!
- ¿A quién le he leído y escuchado yo antes lo de un nuevo proceso
constituyente?
Ah!, sí, claro,
a Antonio García Trevijano. Muchas
veces. En su Radio Libertad Constituyente. Y a Paco Bono, y a Manu Ramos. ¡Qué
casualidad! Ayer, a sus 88 años de edad, Trevijano compartía protagonismo en la
prensa nacional, pero marcando distancias abismales, con líderes políticos de
rabiosa actualidad. EL ESPAÑOL, el
diario digital de Pedro J. Ramírez, publicaba una extensa entrevista en la que el entrevistado daba una lección de
historia vivida con su habitual vehemencia, incluida la crítica al director del
medio que le entrevistaba. La excusa
para recuperar ahora la voz del abogado, político y pensador antisistema por
antonomasia en este país, condenado por ello durante décadas al ostracismo, es la
conferencia contra el independentismo que impartirá en Barcelona el próximo mes
de abril, después de que la
Junta Electoral le impidiera celebrarla el día antes de las elecciones.
Me ha encantado el artículo, me ha recordado los buenos ratos que he pasado leyendo los Episodios Nacionales de Don Benito Pérez Galdos. Me enganché a la épica de la primera serie, lo mejor del pueblo español, no resignarse a la ocupación napoleónica, y me enganché a las siguientes, con sus protagonistas anti héroes, fiel reflejo de todo lo peor. Que poco hemos cambiado, nada, seguimos igual, aunque montemos en coches de gasolina o gasoil y no en carretas, y veamos la tele en lugar de ir al teatro. La corrupción era la misma y el entreguismo al cacique también. Recuerdo que el mote que tenía Manuel Godoy, ministro de Carlos IV al que Napoleón engañó como a un chino, y dicen que amante de la reina, era El Choricero, ¿nos suena?
ResponderEliminarEfectivamente, Mara, Podemos se apropia de algunas palabras de Trevijano y las usa por su fuerza. Pero el verdadero fondo está en la democracia defendida por el pensador y no por estos arribistas. Esta distinción que haces es muy importante destacarla y, con el tiempo, será más evidente en los hechos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado este articulo y mucho.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que es una pena no tener a un Perez Galdos para relatar estos tiempos que nos ha tocado vivir, yo creo que lo que realmente quiere su señoría Pablo Iglesia es una nueva guerra civil, y está en camino de conseguirlo si nadie le quita del todo su disfraz de cordero