Artículo de Luis Escribano
Mucho se está hablando sobre los posibles pactos tras
celebrarse las elecciones generales en España y resultar un Congreso
absolutamente fragmentado. Son cuatro los partidos que más escaños han
conseguido (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos), y las cábalas están al orden del
día en cualquier medio de comunicación que lean, incluido éste.
Aunque el deseo mayoritario es el del pacto
PP-PSOE-Ciudadanos, a fin de conseguir cierta estabilidad que permita proseguir
la senda de la recuperación económica (no olvidemos el gran “préstamo” mil
millonario de la UE a España para salvar a las fracasadas y politizadas Cajas
de Ahorro), mucho me temo que el futuro será diferente por diversos motivos.
Los signos apuntan a ello.
El primer elemento a tener en cuenta es que los
personalismos en la política española se sitúan muy por encima del interés
general de los españoles. Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera no tienen como
prioridad el bien de los españoles (explicado en mis anteriores artículos),
sino mantener sus estatus de poder personalísimo en cada partido. Nadie le
rechista al “jefe” públicamente, y quien osa hacerlo, acaba siendo marginado:
democracia cero en los partidos.
Pedro Sánchez ha dejado muy clara su postura: quiere poder,
ambiciona poder en el Gobierno, y no se va a conformar con estar en la
oposición, lugar propicio para las expectativas de la ansiosa Susana Díaz. Muchos
dirigentes del PSOE saben que el partido sufre una persistente agonía, y no
entrar en el gobierno aceleraría el proceso hasta su desaparición, dada la pérdida
de ingresos para el partido que ello supondría, ya sea mediante nóminas como
subvenciones, contratos, etcétera. Por eso Sánchez está intentando por todos
los medios llegar a la Moncloa, y si para ello ha de aliarse con las “fuerzas
oscuras” de Podemos, lo hará.
Y respecto a Susana Díaz, ¿realmente de Despeñaperros hacia
arriba su figura tiene tantos apoyos como en Andalucía? Creo que no. Ella
intenta jugar la partida haciendo valer las mayoritarias agrupaciones socialistas
de Andalucía, pero también sabe que sin los apoyos de las agrupaciones del
resto de España lo tiene todo perdido. Y Pedro Sánchez –y otros dirigentes del
PSOE- lo saben, como también saben que Díaz es un cero a la izquierda como
gestora de políticas públicas. No hay más que mirar la situación social,
cultural y económica de Andalucía, en donde la corrupción es la principal
política pública implementada.
Quién aún postule a Susana Díaz como la “salvadora de la
patria” no sabe lo que hace: llevaría a España a la más absoluta de las ruinas.
Por si aún alguien no se ha enterado, en la Comunidad de Andalucía no hay
gobierno desde que Susana llegó al poder. Su mira no ha estado ni está dirigida
a Andalucía, sino a Madrid. En la Junta de Andalucía se funciona con el piloto
automático desde hace tiempo. Para llegar a ser un buen candidato a la
presidencia del gobierno, primero habría que demostrar su valía en la gestión,
y ella no lo ha hecho.
No obstante, para que Pedro Sánchez pueda conseguir su
objetivo tiene que salvar un escollo: los 22 diputados socialistas andaluces
del Congreso podrían abstenerse en una posible votación para su investidura, y
eso sería su entierro político. Necesita mucha negociación con los socialistas
andaluces, y garantizarles determinadas prebendas. Susana intentará sacar el
máximo partido en este juego, pero ni mucho menos las tiene todas consigo,
porque su ambición podría acelerar aún más la desaparición de su partido, y eso
significaría igualmente su fin en la política nacional.
Por otro lado, Pablo Iglesias, el mismo día de las
elecciones, puso el listón inicial muy alto ante las previsibles negociaciones
(referéndum en Cataluña). Demostró inteligencia con vista a ello, pero tendrá
que explicar muy bien a los suyos por qué ese listón dejará de estar tan alto
en el posible pacto con Sánchez.
Las preferencias de Iglesias y Sánchez (como continuación de
las funestas ideas de Zapatero) por una España federal se han difundido
ampliamente en los medios. Es evidente que ambos son partidarios de fragmentar
España en Estados para crear la España federal. Pero para eso hay un gran
obstáculo: una vez creado los Estados independientes, la federación es
voluntaria, no obligatoria (modelo USA, federación desde abajo). Si un solo
Estado previamente independizado no quisiera federarse, España dejaría de
existir como país.
Hay otra alternativa, que quizá sea la que tiene en mente
Pablo Iglesias, pero que no se atreve a decir en público: optar por una
federación de los Estados previamente independizados desde arriba, es decir,
forzada desde el poder (modelo de la extinta URSS), de consecuencias muy
nefastas, como ya sabemos.
Pablo Iglesias sabe que no entrar ahora en el Gobierno
podría costarle una pérdida de votos en el futuro, especialmente si las
televisiones que lo han apoyado dejaran de hacerlo. Además, necesita la
“cartelización” de su partido para mantenerse en el poder y conseguir más votos
en elecciones futuras.
Por último nos queda Rivera, y la postura de los diputados
de Ciudadanos ante una posible investidura de Sánchez. Escuché hace unos días a
Fernando de Páramo en la radio, y lo dejó bien claro: sea Rajoy o sea Sánchez
el candidato para la investidura, ellos se abstendrán, porque no van a entrar
en el Gobierno y harán oposición en el Congreso. Y esa medida facilita, en
cualquier caso, la investidura de Sánchez.
Por tanto, dando por hecho que la política anti-PP del PSOE,
por absurda que pueda considerarse, elimina cualquier posible pacto entre
ellos, sólo queda el pacto PSOE-Podemos. Me arriesgaré en mi pronóstico: ese
pacto llegará de una manera u otra. Pedro Sánchez, ante el panorama futuro del
PSOE, ha optado por una huida hacia delante. O entra en el Gobierno e intenta
estabilizar la pérdida paulatina de votos de su partido y a su vez refuerza su
figura como líder del mismo, o el PSOE irá a peor velozmente al no contar con
los privilegios que procura el poder.
Pablo Iglesias necesita ese pacto también para mantener el
poder en su partido. No obstante, en política, como en el Derecho, dos más dos
no son siempre cuatro. Una cosa es un pacto de mínimos para gobernar, y otra
muy distinta es el día a día. PSOE y Podemos no coinciden en muchos asuntos, y
la ruptura del pacto estaría siempre flotando en el aire como una burbuja que acabaría
explotando a corto plazo. Las elecciones anticipadas sería el resultado.
¿Qué para España sería nefasto ese pacto PSOE-Podemos? Sin
duda. La senda de la austeridad en el gasto es necesaria, aunque lo ideal sería
tomar el camino de la eficiencia: mínimo gasto posible para mantener los
servicios públicos imprescindibles con la calidad suficiente. El problema radica
en que para el PSOE y Podemos lo imprescindible no tiene límites, y por eso la presión
fiscal acabaría siendo muy elevada.
El PP ha cometido la torpeza de no dejar que la sociedad
española tome el protagonismo en la economía. La bajada de impuestos era
necesaria, y sigue siéndolo si no se quiere seguir empobreciendo a los
españoles. Y la lucha contra la corrupción sigue siendo su capítulo pendiente.
¿La responsabilidad ha sido sólo de Rajoy? No, el PP no es
sólo Rajoy. Los silentes del partido son tan culpables como el Presidente del
Gobierno (ahora en funciones) o los políticos del PP que han pasado por los gobiernos de las
Comunidades Autónomas llevándolas a la ruina, que tienen tanta o más
culpabilidad.
Sólo nos queda esperar acontecimientos: teatralización en
las negociaciones, el pacto, sufrir las decisiones que se adoptarán desde el
Gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones. Esta será la tragicomedia que,
salvo craso error en mi análisis, veremos en el escenario de España… si antes
no acaba fragmentada en otros pequeños Estados.
Estupendo análisis, sobre todo lo referente a Susana Díaz, no entiendo cómo pueden existir medios de comunicación que vean algo bueno como política en esta mujer, con todos mis respetos, me parece una charlatana de feria, y no creo que en resto de España quieran lo que tenemos en Andalucía.
ResponderEliminarGracias, Helen. Yo tampoco puedo entender que se postule a Susana Díaz como solución, cuando es otra parte más del problema, especialmente en cuanto a la corrupción. De la gestión, no hay nada que comentar, porque no existe.
Eliminar¡Feliz año! Un saludo.
Magnífico. Yo diría que has creado una nueva especialidad en el marco de la psicología: "Psicoanálisis de partidos". Has sabido ver y analizar más allá de la verborrea bienintencionada de los cuatro cabecillas ansiosos de poder. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, "aloe". Si conocieran los ciudadanos como funcionan los partidos políticos en España, dejarían de votar y nombrarían una "junta gestora ciudadana" para que hagan las reformas necesarias, como hemos acabado haciendo en algunas Comunidades de vecinos mal gestionadas, salvando las diferencias. A ver como acaba esta "obra teatral" en un escenario cada vez más deteriorado. Saludos!
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