Artículo de Eduardo Maestre
Imaginen ustedes, lectores curtidos en toda suerte de
sucesos, que unos ladrones perfectamente organizados se reunieran para atracar el Banco de
España. Esto no requiere mucho esfuerzo de la imaginación, ciertamente; pero y
si esa reunión la celebraran en público? Y si los ladrones se concitaran en las distintas televisiones
de una región española para presentarse como el jefe de la banda y sus ayudantes de confianza? Liberen su mente
e imaginen que el capo dijera en esas entrevistas "estos dos son mi mano
derecha y mi mano izquierda, y ésos de ahí se van a encargar de traer las
cuerdas, los garfios, los sopletes y la dinamita -caso de que hiciera
falta".
Fuercen un poco más su imaginación y visualicen a
estos ladrones de tintes exhibicionistas apareciendo en los telediarios
nacionales diariamente; rodeados de micrófonos y pequeñas grabadoras, y
asaeteados a preguntas por los periodistas: "Cómo piensan ustedes atracar
el Banco de España?" "¿Es cierto que Manolo el Buitre les
va a ayudar a subir la pared que da a la espalda de la avenida?" "Qué
tipo de soplete industrial van a utilizar ustedes para abrir la caja
fuerte?" Y, a todo esto, que el jefe de la banda respondiera, poniendo
orden entre los micros que a su alrededor revolotearan como satélites "Así
es: nos disponemos a atracar el Banco de España en un par de semanas";
"sí: Manolito el Buitre se ha prestado muy amablemente a
entrenarnos para escalar paredes lisas y evitar las cámaras de
vigilancia"; "pues mire usted: estamos en conversaciones con una
industria escocesa para aumentar la energía calorífica del soplete que nos
están fabricando y que utilizaremos -sin duda- para reventar la caja fuerte del
Banco de España. Muchas gracias".
Los programas de debate televisivos y radiofónicos,
comentando el atraco a diario, contarían con periodistas especializados y con
experiencia en estas lides que pondrían el grito en el cielo: "A mí me
parece delirante que avisen de que van a atracar el Banco de España; que
cuenten cómo lo van a hacer; que digan la fecha y la hora... y que el
Gobernador del Banco no haya denunciado todavía el hecho a la Policía!" Y
tendría toda la razón! Pero, claro, también habría profesionales de la
información que pusieran en tela de juicio la oportunidad de tomar medidas ante el anuncio del jefe de la banda:
"Hombre! Están avisando porque saben que pueden hacerlo! Mientras no se
lleve a cabo el delito, no hay nada que temer! Por avisar de que se va a
atracar no pueden detenerte!" Incluso otros periodistas, probablemente
educados en la oscuridad y el miedo, defendieran el derecho inalienable
a atracar bancos. Y ya, por añadidura, reforzarían esta tesis alegando que
hay ciudadanos españoles que cuentan con características
específicas desde su nacimiento, cualidades infusas que les permiten estar por encima de la Ley.
Sé que estoy forzándoles a un ejercicio surrealista
que, ya desde el primer párrafo, se salió de los corrales en los que la
Realidad circunscribe los hechos que pueden ser imaginados sin temor a perder
los visos de llegar a ser factibles, pero háganme el favor de apretar más el
acelerador: imaginen que va llegando la fecha del atraco, anunciada a bombo y
platillo en todos y cada uno de los medios de comunicación nacionales e
internacionales, y los ladrones se plantan en Cibeles acompañados de una docena
de furgonetas y rodeados por un sinfín de periodistas para dar un paseo
triunfal por la calle de Alcalá antes de comenzar a escalar una de las paredes
del Banco de España a plena luz del día. Imaginen que Manolito el
Buitre, habiendo cumplido como perfecto entrenador de robo con escalo,
dirigiera a los asaltantes a voces, desde el suelo y con un megáfono: “Pepe:
tensa la cuerda! Tensa la cuerda, que te la pegas!” “Cuidao, Carmen; que ahí hay una cámara de vigilancia! Échate al
lado izquierdo!”
Simultáneamente, el jefe de la banda, asaltado por los
periodistas, justificaría como un derecho
adquirido la perpetración del mayor
robo del siglo. Sí: imagínenlo ustedes! Mientras el atraco se desarrollaba ante
los ojos de todos, el jefe de los chorizos se explayaría ante la prensa, sin
miedo alguno a las filas de policías que, desde la acera de enfrente, no
tendrían más remedio que contemplar la escena mordiéndose los nudillos por no recibir una orden que sin duda
pondría fin de inmediato a un atraco que, perpetrado a plena luz del día y
avisado desde hace semanas, iba a conseguir quebrar las arcas de todos los
españoles y destrozar las bolsas europeas.
…Parece de locos, eh?
Pues eso es, exactamente, lo que está ocurriendo en
Cataluña desde hace tres años: aprovechando el momento dramático causado
por una grave crisis financiera internacional, particularmente dura en nuestro
país, una banda de forajidos, cuya locura ha sido alimentada durante treinta
años por un nacionalismo irredento, ha considerado que tiene derecho a atracar
el Fort Knox español, la reserva de oro de los españoles, que no es otra cosa
que nuestra Soberanía!
Sabiendo como saben, especialmente aquéllos que viven
desde hace décadas de la Administración española (desde Pujol y su familia de
ladrones hasta Artur Mas y todos sus secuaces), que la secesión es imposible,
ilegal, anticonstitucional y destructiva; sabiendo que como nación
independiente no van a tener cabida en Europa hasta que
concluya la próxima Glaciación; conociendo como conocen el Código Penal, el
Derecho Administrativo, el Derecho Internacional y las Leyes del Mercado, han
dedicado miles de millones de euros provenientes del resto de los españoles,
durante años, a la tarea de urdir una disposición mental y anímica fundamentada
exclusivamente en el odio y en un difuso sentimiento de injusticia; disposición
mental que ha desembocado, inevitablemente, en la certeza iluminada e
indiscutible de que es urgente y
es democrático atracar la reserva de oro de todos los
españoles, reventarnos la Soberanía, destruir el tejido social, cultural,
económico y hasta vital y llevarse doce furgonetas, llenas hasta las trancas de
nuestro concepto de Nación,
para guardarlo sin darle uso en la oscuridad y el olvido de sus cuevas
neolíticas!
Porque, no lo duden ustedes, la parodia de actividad
parlamentaria que está desarrollándose en esa desgraciada región española, abandonada
a su suerte durante décadas por todos los Gobiernos que desde el 78 han sido;
dejada de la mano del Estado a causa de una urdimbre de complejos y manierismos políticos
incomprensibles ha llegado a su punto
crítico. Esa parte de España que es Cataluña, condenada por culpa de estos
insalvables complejos a caer en las manos del nacionalismo, tomó una deriva
hace tres años de la que difícilmente podrá librarse el conjunto de los
españoles sin graves tumultos o quizás algo peor; porque hemos permitido
durante más de 30 años que una parte importantísima de nuestra nación fuera
dirigida hacia el abismo; sin trabas. Es más: algunos irresponsables han alentando este rumbo, como
hizo José Luis Rodríguez Zapatero, o han permitido que la fiesta se convierta en
orgía, como ha hecho Mariano Rajoy Brey!
Ahora, el nacionalismo (que no es otra cosa que el
origen de enfrentamientos sin fin entre vecinos y hermanos, la génesis del
desgarro irreparable entre los miembros de una misma familia, el motivo de los
más deplorables atrasos históricos, el peor de los cánceres políticos, el mayor
delito de Estado, la causa de las guerras más terribles) ha asaltado uno de los
Parlamentos españoles: el catalán. Porque, no lo olvidemos, el Parlamento
catalán es Parlamento porque es español. La
manifiestamente mejorable Constitución Española del 78, que distribuye el
Estado español en Autonomías con sedes parlamentarias independientes es la que
dotó a Cataluña de la red legal, administrativa y política sin la cual jamás de los jamases podrían los catalanes disfrutar de
un Parlamento en el que prohibir (por ejemplo) la Fiesta Nacional!
Pues bien, en este marco parlamentario otorgado
soberanamente por todos los españoles
es donde se ha escenificado la paródica investidura del domingo por la noche de
ese Harry Potter adulto y despojado de magia que es el nuevo y repentino President
de la Generalitat catalana: el tal Carles Puigdemont i Casamajó (enseguía iba a ser investido President
si se llamara Diego Álvarez de Madariaga!). Y cuando digo paródica investidura, lo
hago con la conciencia de haber vivido una parodia, una suerte de ilegalidades
encadenadas, tan alejadas de la realidad constitucional española y europea que
por momentos me recordó a los juicios
que hacíamos en casa de mi abuela el batiburrillo de primos tras las comidas
familiares: mi prima Mercedes y yo solíamos repartirnos los papeles de fiscal y
de abogado defensor, respectivamente, y allí mismo juzgábamos a alguno de
nuestros primos más pequeños, pobres víctimas propiciatorias que se acababan
aburriendo de las parrafadas en contra y pro reo que mi prima y yo largábamos
sin límite. Pura parodia de la Ley! Puro juego infantil!
Sin embargo, lo que ahora nos espera no es un juego de
niños. Porque lo han
conseguido! Lo han hecho. El atraco está consumado. Y que conste:
avisando de ello desde hace años; poniendo fechas; presentando
al jefe de los atracadores; distribuyendo el trabajo de escalar, forzar las
puertas, anular las cámaras de seguridad, disponer el soplete y reventar la
caja fuerte. Lo han realizado a las claras: comentando en público a todas horas
por dónde pensaban escalar, cuántas furgonetas necesitarían para atracar el
Banco de España, y a qué hora y por dónde.
Lo dije hace años en los vídeos que grabé al respecto:
“quien, pudiendo impedirlo, permita que este atraco prospere hasta consumarse,
es corresponsable del delito; es cómplice”. A mi juicio, y sin perder de vista
que los atracadores de mi soberanía
son los clanes pancatalanistas separatistas, el Gobierno del PP -con su
Presidente a la cabeza- es el responsable in
vigilando de lo que ocurra a partir de ahora en Cataluña. Porque cuando se
hizo aquella uve gigantesca, o esa bandera cuatribarrada con cientos de miles
de golpistas desfilando al más puro estilo norcoreano, o ese referéndum con
urnas de cartón, con las proclamas que acompañaron toda esta fiesta, que eran
de traca, el Gobierno español no estaba en
funciones, sino con una mayoría
absoluta que ya quisiera cualquier partido para gobernar! Y todas estas
locuras, ilegales a todas luces, no se atajaron con la Ley, alimentando de este
modo el sentimiento de impunidad con el que hoy campan por sus respetos y se
orinan en la unidad de mi nación estos gafapastas venidos (y nunca mejor dicho)
a más.
No sólo Occidente se enfrenta al terror medieval, al
horror gore del fundamentalismo islamista, sino al resurgimiento en su víscera
cordial, Europa, del espanto nacionalista, cuya máxima se resume en dos
axiomas: 1) “yo soy superior a ti” y 2) “voy a eliminarte para no tener que
constatar que el primer axioma es falso”. Las dos formas de eliminación que
siempre utiliza el nacionalismo son: la separación y el desgarro del Estado del
que se separan, o el genocidio sistemático de la población que molesta a la vista.
Las dos grandes guerras mundiales comenzaron por cuestiones de nacionalismo
puro; las de los Balcanes, nacionalismos encadenados también. Y siempre ha sido
Europa la que ha entregado los millones de cadáveres, el espanto, el dolor, el
quebranto y la depresión de las posguerras. El caso de Cataluña se asienta, de
momento, en el primer modo: la secesión. Pero no olvidemos que la mayoría de la
población catalana no quiere separarse de España, y que, si este atraco no se
detiene ya, podríamos perfectamente asistir a la aplicación, por parte de estos
iluminados, de la seconda maniera de aplicar los axiomas
nacionalistas: la muerte física del otro.
Así que no lo duden ustedes: estamos ante el atraco
del Siglo. Ya ha comenzado. Sólo les queda esconder las furgonetas en sus
cuevas nacionalistas, en donde nuestra soberanía robada se pudrirá para siempre
jamás. Y no habremos hecho nada por impedirlo!
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