Artículo de Cornelia Cinna
Desesperantes
son los casos de corrupción que vive España en todas sus comunidades, empero
peor e inadmisible es la actitud cómplice, justificativa, vulpeja y taimada de
los españoles respecto a la corrupción del partido afín.
Cuervos
y lobos
Una
manera estúpidamente autodestructiva de criar cuervos es no actuar de
manera ejemplarizante contra este problema estructural. ¿O ya nos han comido
los ojos? Parece que sí -incluso a 3.182.082 votantes hasta el cerebro-, porque
más de media España no ve la corrupción de la otra, sin pararse a pensar que
todos deben y debemos rechazar la corrupción en su conjunto.
Asco,
arcadas, náuseas, regurgutaciones y una desvergüenza sin límites y amoral da
ver cómo los lobos se atacan mutuamente. Atención, pero cuando llegue al poder
el lobo alfa, se revolverá para comernos a impuestos a nosotros, las ovejas.
Basta ya de gentucerío sin escrúpulos, por lo más sagrado de cada uno. Basta
ya, por favor.
Ese es el
cáncer social y moral que nos corroe: la permisividad que se convierte en
impunidad política e impotencia para la ciudadanía. Para que la Política
cambie, tenemos que cambiar cada uno de nosotros individualmente y educar a los
futuros ciudadanos en esos valores y no dejar pasar ni una, desde copiar una
tesis, una multa no declarada a la atrocidad que vivimos. Esto es lo que hacen
las democracias avanzadas.
Esa
mutación no puede venir desde fuera salvo desde la interiorización y el
convencimiento general y pragmático de su eficiencia y eficacia, desde nuestras
casas, colegios, comunidades, ciudades, etc. Ningún poder político lo va a
hacer jamás porque no le interesa. Es y debe ser de abajo, hacia arriba.
Recordemos el chiste de los dos que se quejan de la corrupción para, a
continuación, empezar a preguntarse entre sí por las corruptelas normalizadas
entre la ciudadanía: fraude a Hacienda, no pagar los seguros sociales, engañar
para coseguir el colegio, una subvención o las becas, trabajar en dinero negro estando
en el paro, no pagar el IVA, etc.
Miopía
selectiva
Hacer
aspavientos por la corrupción del contrario, teniendo más en la propia, es una
traición tal al bien común, al funcionamiento del sistema, al principio de
realidad, que es el eje de la ética periodística y por ende, de nuestro derecho
a la información, que deberían dimitir la generalidad de los dirigentes y
periodistas actuales. Sí, los periodistas, han leído bien.
Lo que
estamos viviendo es un efecto domínó tan devastador que enmierdece todos los
ámbitos de nuestra existencia. Usan la corrupción ajena como arma arrojadiza
para sacar beneficio propio. Cosa, a todas luces de nivel de cenutrios, enanos
mentales, irracionales, envidiosos, malas personas, ventajistas, oportunistas,
soberbios -”intelectuales” o no-, trepas, interesados de los males ajenos. No
hay que seguirles el juego a ninguno y exigir dimisiones a todos por igual.
Lo malo
del asunto es que la cosa puede llegar a peli de terror, splatter o gore: hay
otros recién llegados, aves carroñeras, que vienen a por las sobras de la ruina
económico-moral actual. Estos, escudados por una falsa superioridad moral, se
presentan como redentores y regeneradores, cuando, por un lado, están siendo
investigados, y por otro, lo que proponen ya históricamente se ha visto y
comprobado que no funciona. Lo cual es un fraude político. Hay que mejorar el
sistema actual, nunca hacerlo añicos.
De ciegos
por los cuervos “podemos” pasar a muertos vivientes. Seres de otro mundo y de
otro tiempo. Ya estamos a un paso de “La invasión de los ultracuerpos”, en la
que como estés en contra del Frente Popular, salen la hordas sectarias a
señalarte, insultarte, vejarte o acosarte.
Es más,
cuidado con que, por el efecto péndulo y la obsesión de un redomado imbécil,
nos lleven al extremismo más suicida los descerebrados, que no estando en el
gobierno, ya han dado muestras de señales de controles estratégicos, de no
pagar deudas llamadas ilegítimas, no firmar pactos de Seguridad Nacional, de
cercos físicos al Congreso desde fuera; desde dentro, asaltos a los cielos del
poder, ambiciones económicas
desproporcionadas, nepotismo brutal, ignorancia supina y sectarismo agresivo y
lesivo en la libertad y el respeto a los valores constitucionales.
Estafas,
robos y fraudes
No señores,
no. Cuando uno está en contra de la corrupción -robo de dinero público, abuso
de poder, enchufismo activo y pasivo, contratos a dedo, clientelismo, universo
de cuñados en puestos públicos, 3 % de comisiones y mordidas, financiaciones a
partidos ya por medios nacionales o extranjeros, administraciones
paralelas con dinero público en régimen de Derecho Privado, políticos
defraudadores de Hacienda o evasión de
capitales a paraísos fiscales, políticuchos y sindicatos que han arruinado las
cajas de ahorros- esa persona está en contra de la corrupción venga de donde
venga y no, de la corrupción del otro pero nunca de la cometida por X, sino
de todo el abecedario.
La
salvedad es que se han olvidado, incluso los de la nueva-falsa política, de que
un político debe ser modelo de comportamiento -incluso protocolario-, demostrar
honestidad, integridad y coherencia entre lo que dice un día y lo que dice al
otro día, y entre lo que dice todos los días y lo que hace. Bien, pues, por lo visto, no se han enterado
de que se deben al servicio público y por ello, les pagamos con nuestros
impuestos – pervertidos por las famosas palabras de la infame que dijo que el
dinero público no era de nadie-.
Es
esperanzador lo ocurrido en Valencia. Eso es lo que defendemos desde el hashtag
#corruptosFueradelapolíticaYA y que se extiendan las mismas medidas a Cataluña
y a Andalucía, donde no hay ni uno en la cárcel. Ni uno.
No quiero
ni pensar que al juez que haya llevado esta operación le suceda como a la juez
Alaya, que se la quitaron de enmedio. ¿Dijeron algo los podemitas? No. ¿Hubo
declaraciones del escándalo que suponía en IU Andalucía? No. Sólo unos pocos se
manifestaron un día en la capital andaluza. Toda la corrupción andaluza se está
silenciando desde los medios, salvo contadas excepciones.
Corrupto
también es el que mira hacia otro lado
Se puede
ser corrupto por acción u omisión en el acto delictivo, pero, a posteriori,
callarse, asentir, minimizar o justificar, como hizo Izquierda Unida en
Andalucía es de una repugnancia indescriptible, inolvidable y documentable.
Dijo esa eminencia del exvicepresidente Valderas, el de las tetas gordas:
“Andalucía necesita pasar página del caso ERE” para coronarlo con que los
imputados se sentían en una ”situación de indefensión” por la juez Alaya.
Pero sí
pensábamos que habíamos tocado techo, vienen los de Ciudadanos Andalucía, esos
cínicos de tres al cuarto, a hacer distingos y matices sobre las imputaciones y
sus grados. Todo para salvar políticamente y justificar a los impresentables de
sus socios y, sobre todo, a Susánida.
Juan
Marín, en contra del pacto que firmaron C´s y Psoe de Andalucía, aceptó,
vergonzosamente, que hubiera imputados entre los altos cargos de la Junta de
Andalucía porque no veía la criaturita de Dios corrupción en la prevaricación!
De ahí que la corrupción del discurso político sería otro fleco. Pero esa es
otra historia.
Le
recordamos al olvidadizo Juan Marín los casos de corrupción en los que ha
estado o está involucrado el partido socialista de Andalucía: ERE, Cursos de
Formación, Fondos Jeremie, Astapa, Ronda, Atarfe, Marismas, Invercaria, Avales
de IDEA, Bahía Competitiva, Matsa, Mercasevilla, caso de la Federación de
Mujeres Progresistas Poniente, caso Montaner, Sanlúcar, Burguillos, caso
Velasco, Terán, Madeja, caso Iván Chaves, DeSevilla, Malaya, Expo92, Aguadulce,
Caso de Pilar Sánchez, exalcaldesa de Jérez, Horacio Oliva, Operación Arcos con
Pepe el Patillas, Ayamonte, facturas de UGT, Escuredo, Algeciras, Edificio
Presidente, Costa Doñana, caso Guerra, Tragaperras, caso Axarquía, caso
puticlub del alcalde de Valverde del Camino, Ollero, Empresa Pública del Suelo,
Chaves-Caja de Ahorros, etc. Miles y miles de millones de dinero público.
Coda: que no nos hable nadie de
corrupción a la ciudadanía andaluza, que es en lo único en lo que somos
líderes, lamentablemente.
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