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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Señores políticos: Ustedes tienen la palabra


Artículo de Luis Marín Sicilia


“Lo que queda claro, analizando los resultados electorales, es que una inmensa mayoría de los españoles, no quiere reformas rupturistas sino que pide a sus políticos la búsqueda de consensos de convivencia similares a los que hicieron posible la transición de la dictadura a la democracia”

“Por ello, ahora más que nunca, hay que aparcar las políticas frentistas, los odios personales, porque así no se construye nada positivo. Si por razones del interés general hacen falta sacrificios personales, habrá que hacerlos”

“La demagogia expande sus redes entre los incultos, los desesperados y los resentidos. Esa es la base del populismo que huye de la razón y se enseñorea de los sentimientos, mal augurio este estilo para el futuro de los pueblos”



Con la agudeza y la experiencia de lo complejo que es gobernar España, el presidente constitucional más experimentado de nuestra democracia, Felipe González, ya advirtió que íbamos hacia un sistema político a la italiana, pero sin italianos, dada la total ausencia de cultura de pactos que impera entre nosotros. Ya antes había sugerido que, dadas las circunstancias que se intuían, lo mejor para España sería una gran coalición a la alemana, por la que muchos suspiramos. La absurda reacción de su partido, aún enquistado en el frentismo, le hizo aclarar que se trataba sólo de una reflexión personal.

Pues bien, los pronósticos se cumplieron y, después de la consulta electoral, nos encontramos con un país ingobernable si los políticos que nos representan no son capaces de dialogar, encontrando puntos de encuentro que posibiliten las reformas que están en la mente de todos al tiempo que den estabilidad a la acción política, condición imprescindible para merecer la confianza inversora y continuar la línea de mejora económica ya iniciada. Sin dicha confianza no es posible poner en práctica ningún blindaje de derechos sociales ya que sin una economía sana es difícil, por no decir imposible, mantener el estado de bienestar.

Aunque los tanteos iniciales no son nada halagüeños, queda tiempo para ir acercando posiciones por el bien de la nación, es decir de los españoles. Porque lo que queda claro, analizando los resultados electorales, es que una inmensa mayoría, por encima del 80 % de los españoles, no quiere reformas rupturistas sino que pide a sus políticos la búsqueda de consensos de convivencia similares a los que hicieron posible la transición de la dictadura a la democracia, ejemplo hoy universal y objeto de estudio en las más prestigiosas universidades del mundo.

Para merecer el respeto de los ciudadanos, los políticos españoles deben esforzarse en la búsqueda de compromisos compartidos, que es la base de lo que se llama cultura de pactos. Ello implica que no hay compromisos intocables con los propios electores, ya que tal cosa solo es posible cuando se ha conseguido una mayoría absoluta que no limite la capacidad de decisión del partido triunfante. Cuando ninguno tiene esa mayoría los compromisos electorales dejan de ser intocables, porque, para consensuar con otros, estos también tienen sus propios electores que no pueden exigir el todo o nada del compromiso electoral.

Una base de la democracia es que quien gobierna no debe pensar solo en quienes le han votado, sino que su acción debe proyectarse para el conjunto de los ciudadanos. Esta es la razón por la que la gobernabilidad, base del progreso, se debe anteponer a los intereses de partido. Por ello es frustrante la lectura que se hace sobre las consecuencias para los diversos partidos de los hipotéticos gobiernos que se pueden configurar, a la vista del resultado de las urnas, y que podrían ser las siguientes:

A.- Gobierno del PP en solitario: malo en principio para el PP por su desgaste, aunque puede capitalizar posibles reformas pro regeneración y de reactivación económica. En todo caso, corta Legislatura.

B.-  PSOE gobierna con la izquierda: malo para PSOE con propuestas irrealizables de los podemitas. Bueno para el PP que recobra el centro derecha.

C.- Nuevas elecciones por falta de apoyo de PP y PSOE. Bueno para PP y Podemos.

D.- Gran Coalición de los constitucionalistas. Lamentablemente muy difícil de conseguir e imposible sin sacrificar a Sánchez y Rajoy. Muy bueno para el país y en nada perjudicial para sus protagonistas: PP, PSOE y Ciudadanos.

Si nuestros políticos tuvieran sentido de Estado se esforzarían al máximo para configurar un pacto de gobernabilidad que abordara los tres frentes del reto actual:
1) El desafío secesionista. 2) Los efectos de la crisis aún pendientes de resolver. Y 3) Las medidas necesarias de regeneración política.

Si se configurara un gobierno estable, como consecuencia de los tres puntos anteriores, podría abordarse una reforma constitucional, que exige unas mayorías muy cualificadas. Por ello, ahora más que nunca, hay que aparcar las políticas frentistas, los odios personales, porque así no se construye nada positivo. Si por razones del interés general hacen falta sacrificios personales, habrá que hacerlos. Pero los pactos tienen que ser en positivo, lejos de los que hasta ahora han desarrollado nuestros políticos inspirados en el único punto común de que “no gobiernen los otros”, expresión tan pobre de contenido que, por si sola, se descalifica.

Es la hora de los políticos con mayúsculas, de los que tienen sentido de Estado. Si por falta de altura de miras nos vemos abocados a otras elecciones, ¿quién nos garantiza que la situación será distinta? ¿No habríamos  perdido casi medio año y bastante dinero para enfrentarnos a otra situación igualmente ingobernable? ¿Acaso no provocaríamos una mayor crispación de la sociedad?

La telegenia y la telecultura han devorado a nuestra clase política y es hora de liberarse de ella, alejándose del ruido, de la palabrería, de los gritos y del alboroto tertuliano. La política no es un espectáculo y, desgraciadamente, hemos asistido durante demasiado tiempo a programas donde faltan argumentos y se incurre, a veces, en la falta de educación de no escuchar al otro, obsesionados, como están, por colocar el propio mensaje.

En este momento, el mayor riesgo es no saber hacer frente, con ideas claras, a los mensajes de las opciones políticas radicales y secesionistas. Como ya dijo Fernando de los Ríos, y tozudamente demuestra la historia, “si se ponen en marcha movimientos radicales o revolucionarios, los moderados de los distintos partidos desaparecen o son ignorados”. Por tanto son las propias organizaciones democráticas las que tienen que ganar en su seno la batalla de la moderación y del sentido común.

La demagogia expande sus redes entre los incultos, los desesperados y los resentidos. Esa es la base del populismo que huye de la razón y se enseñorea de los sentimientos, mal augurio este estilo para el futuro de los pueblos. El escritor mejicano Enrique Krauze alerta sobre los problemas del populismo que tanto daño ha hecho en Latinoamérica, manifestando que “muchas mentes y muchos corazones han sido conquistados por esa idea de que se puede vivir sin trabajar y por las otras muchas promesas del populismo y la demagogia”.

En España siempre hemos sido capaces de superar los momentos difíciles; solo es necesario que los dirigentes políticos sepan lo que el país se juega en cada momento. A la demagogia hay que ponerla en su sitio desde el primer momento; si se es complaciente con ella quizás lleguemos tarde y ocurra lo que pronostica el mismo Krauze: “Es difícil convencer al votante que tiene esas convicciones populistas. La única forma es el tremendo golpe de la realidad”.

Para que la realidad no nos golpee con la frustración y la ruina moral, social y económica, es necesario superar intereses mezquinos y ponerse a trabajar por la prosperidad, la paz y el amplio consenso que demanda la mayor parte de la ciudadanía. A los políticos les corresponde no frustrar tales expectativas. Ya sabemos de lo que son capaces desde la confrontación sin límites con el adversario, porque así se han conducido en los últimos tiempos. Ahora les pedimos que se afanen en buscar lo que les une y olvidarse de lo que los separa. Ustedes, señores políticos, tienen la palabra.




http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Luis%20Mar%C3%ADn%20Sicilia

6 comentarios:

  1. Buen analisis Luis, esperemos que tus palabras tengan eco en las mentes de los que pueden cambiar el rumbo de la politica española. Que tengas una feliz navidad y que podamos seguir contando con tus reflexiones el años que viene. Un saludo.

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  2. Gracias Antonio y confiemos en el buen sentido de los electos. En todo caso los ciudadanos, yo al menos, seguiremos apelando a su responsabilidad. Saludos y buen año.

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  3. Me parece muy acertado su juicio sr Marin , pero viendo la catadura ideologica de "nuestros representantes"veo el futuro inmediato con mucha zozobra

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  4. Me parece muy acertado su juicio sr Marin , pero viendo la catadura ideologica de "nuestros representantes"veo el futuro inmediato con mucha zozobra

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  5. Es el español un pueblo históricamente a todas luces ingobernable salvo bajo una dictadura, ya sea ésta de origen bélico-militar o decretoley-parlamentaria. Escuchando hablar tanto a los personajes al frente de la política, en la tele, como a los que allí les han puesto, en los bares, solo puedo pensar que la historia se va a repetir. Feliz 1873.

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  6. Luis, buena disección del momento actual, pero dada la mediocridad política actual veo dificil la solución en el momento actual. Sería deseable un cambio de mentalidad, por la cuenta que nos tiene.

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