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martes, 1 de diciembre de 2015

Ráfagas de actualidad


Artículo de Luis Marín Sicilia


“Se da la espalda a reformas penales que refuerzan el marco jurídico contra el yihadismo, que solo no suscriben los nacionalistas que desean romper España y los comunistas de IU y de Podemos que no sabemos qué quieren hacer con ella”

“Desarticulada la pretensión radical, bordeando el ridículo, hoy contestan -los nacionalistas- al propio tribunal que acordaron desobedecer que, en realidad, lo suyo era solo una aspiración sin valor alguno”

“Si el entorno de Susana Díaz alardeaba recientemente de que la presidenta había salvado a la empresa sevillana -Abengoa-, quizás sea la hora de explicaciones mucho más amplias”
 

La sociedad mediática ha convertido el debate político en un "show" que hace al espectador más público que ciudadano, pastoreando a las masas con programas variopintos en los que importa el mensaje simplista y la imagen. Con razón se ha dicho que, en este tipo de programas, el rigor de las propuestas del protagonista es inversamente proporcional a sus apariciones televisivas.

Sumergidos en una realidad virtual, nos esperan largas jornadas donde cada aspirante a cuotas de poder nos contará, con una facilidad pasmosa, la fórmula mágica en cuya virtud los problemas que nos acucian desaparecerán como por ensalmo, siempre que apoyemos sus propuestas porque, de lo contrario, el mal seguirá "in crescendo" empeorando notoriamente nuestras vidas.

Los mensajes visionarios siempre han tenido lugar cuando hay problemas latentes o referentes sociales de opresión o injusticia social, provocando el surgimiento de movimientos sociales reivindicativos. Mientras los adanes emergentes hacen su agosto aprovechando tal coyuntura, conviene analizar sucintamente tres aspectos de la actualidad que, como ráfagas de luz, iluminan ciertas opciones políticas que, con tanta asiduidad y bastante postureo, inundan los programas televisivos.
 

1. El pacto antiyihadista y el fin del chavismo.-

Por mucha moderación aparente que pretenda y por muchas convocatorias antibelicistas que propugne, ninguna persona sensata e instruida puede entender que, quien dice aspirar al gobierno de un país desarrollado, vuelva la espalda a un pacto de Estado para evitar masacres como la reciente de París o las perpetradas en Nueva York el 11-S o en Madrid el 11-M.

Curiosamente se da la espalda a reformas penales sobre captación y adiestramiento de terroristas y a medidas que refuerzan el marco jurídico contra el yihadismo, que solo no suscriben los nacionalistas que desean romper España y los comunistas de IU y de Podemos que no sabemos qué quieren hacer con ella.

En un momento electoral como el actual, los sociólogos no dudan en atribuir la aparente moderación de Podemos a la necesidad de adaptar su discurso para parecer más respetables, capacidad de adaptación que define a todos los movimientos populistas, lo que, en el caso que nos ocupa, no puede ocultar, por mucho que se empeñe Pablo Iglesias, la tendencia autoritaria y antidemocrática que, como dice Bobbio, se percibe en la mayoría de los partidos comunistas.

Paradigmático y definitorio del doble lenguaje de este grupo de profesores, cuyos conocimientos son inversamente proporcionales a su atrevimiento, es el silencio que mantiene sobre los procedimientos antidemocráticos del chavismo venezolano, lo que no debe sorprendernos dado que Iglesias se lamentó de no vivir como en Venezuela, Errejón proclamó la pervivencia de Chávez después de su muerte y Monedero hizo caja abundante por su asesoramiento al régimen totalitario.

Que Maduro, ante la posible pérdida del poder haya amenazado con la posibilidad de suspender las elecciones venezolanas del 6 de diciembre o de tomar la calle si el resultado le fuera adverso, o incluso aliente a quienes democráticamente han perdido el poder en Argentina a buscar la vía revolucionaria para recuperarlo, dibuja la catadura de un personaje que mantiene en prisión a sus adversarios o los elimina físicamente. Tamañas tropelías, lamentablemente, no merecen el mínimo repudio por el partido podemista.
 

2. La aspiración secesionista catalana.-

Defendiendo una teórica dignidad dañada por una España maligna, Artur Mas y sus adláteres estiraron tanto la cuerda que a punto está de servirle para su propio suicidio político. Percatándose del precipicio al que lo lleva su pretendida coyunda con la anarquizante adolescencia de los antisistema de la CUP, los sectores emprendedores y sensatos de Cataluña, los que crean riqueza, bienestar y puestos de trabajo, han pedido que se ponga fin a la locura emprendida, acabando con la insumisión y sometiéndose a los principios de un Estado de derecho.

Las provocaciones al Gobierno central y la propia resolución soberanista del Parlamento catalán buscaban una reacción brusca que reforzara su victimismo, pero se han encontrado con una respuesta firme, moderada y proporcionada al desafío. Desarticulada la pretensión radical, bordeando el ridículo, hoy contestan al propio tribunal que acordaron desobedecer que, en realidad, lo suyo era solo una aspiración sin valor alguno. Es decir, la cámara autonómica se dedica a jugar con los conceptos, cobrar por ello y hacer el indio.

Las circulares a todos los funcionarios catalanes sobre el control de legalidad y la dotación de dinero, perfectamente fiscalizado por el Gobierno de España, para atender los servicios públicos de aquella comunidad, garantiza, sin más aspavientos ni salidas de tono, que la ley prevalece sobre las pretensiones de los iluminados secesionistas.
 

3. Andalucía y la crisis de Abengoa.-

Lo que le faltaba a Andalucía era que el buque insignia de su economía, la única multinacional andaluza, estuviera al borde de la quiebra, con lo que ello implica en el ya deteriorado esquema laboral andaluz. Pionera en I+D, Abengoa tiene 24.000 trabajadores, 900 de los cuales se dedican a actividades de investigación en energías alternativas, hidrógeno, agua y biocombustibles.

Los expertos apuntan que la crisis se debe a una estrategia de crecimiento basada en el endeudamiento y la facilidad crediticia. La simbiosis política-empresa ha sido fundamental en un sector regulado, como el de las energías, donde era importantísima la buena relación de sus gestores con los poderes públicos y la consiguiente captación de subvenciones.

La obsesión por las energías limpias primó a las energías renovables cuyo factótum, Rodríguez Zapatero, dijo al respecto que la luz era cara porque había que ser respetuoso con el medio ambiente, olvidando la otra energía limpia, la nuclear, la más barata y segura, pese al miedo obsesivo de un país de medrosos incultos. Abengoa se lanzó a un crecimiento desmesurado que ahora, incapacitada para crear flujos de caja, junto a los movimientos especulativos y una burbuja crediticia alrededor del favor político, la han puesto en grave riesgo de supervivencia, agravado con la nueva normativa bancaria sobre provisión de créditos dudosos que limita enormemente su margen de maniobra.

Por respeto a los puestos de trabajo amenazados no estaría de más una explicación pública de las subvenciones recibidas y de los responsables de tales ayudas. Si el entorno de Susana Díaz alardeaba recientemente de que la presidenta había salvado a la empresa sevillana, quizás sea la hora de explicaciones mucho más amplias.

Si a este fiasco empresarial se añade la triste convalidación por el Tribunal Constitucional de la reordenación del sector público andaluz, mal futuro le queda a Andalucía, una región donde faltan emprendedores y los que hay solo sobreviven a la sombra de la política que todo lo cubre. Si se une a ello que el decreto del enchufismo, ahora convalidado, ha acabado con los principios selectivos de acceso a la función pública y que la ley convalidada hace a las instituciones públicas irreconocibles al atribuir a entes instrumentales facultades que no le son propias, se marginan las garantías del Derecho público y hacemos de la autonomía andaluza un régimen clientelar absolutamente incompatible con las democracias occidentales.
 

Conclusión.-

Lejos de los platós televisivos, de los debates salva patrias y de las campañas de imagen, la política requiere gestores con temple, capacidad de gestión  y respeto a los principios democráticos y del Estado de derecho. Reacciones viscerales, palabras halagadoras y buen rollo comunicativo sirven para ilusionar con pretendidas experiencias visionarias, pero terminan demostrando la veracidad del dicho popular de que "una cosa es predicar y otra dar trigo".

Frente al relativismo moral derivado de un modo de vida en el que prima la superficialidad y en el que se ningunea la cultura del esfuerzo, se precisan liderazgos capaces de ganar al fanatismo, a la intransigencia y a la necedad, verdaderos enemigos estos de las democracias y, por ende, de la libertad y la igualdad esenciales al ser humano.



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