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jueves, 17 de diciembre de 2015

¡Odio a Georgie Dan!


Artículo de la Divina Higea

Queridos mortales:

Estos días he estado pensando en la vergüenza ajena. Ese sentimiento de bochorno que se sufre en carnes propias, pero que está causado no por nuestro comportamiento, sino por el de los demás.


Por ejemplo, cuando con 14 años vas a la verbena del pueblo, donde todo el mundo te conoce, y tu padre decide soltarse la melena cual Georgie Dann al ritmo del Bimbó. Según tu progenitor avanza por la pista con rodillas flexionadas y aleteo de codos, un rubor incontrolado y un tierra trágame se apoderan de tu persona. Aunque el resto del personal esté a lo suyo, ajenos a tu desgracia. A partir de ese momento odias el Bimbó, la Barbacoa, el Chiringuito y a Georgie Dann sobre todas las cosas.

Pues algo así me ha pasado a mí estas pasadas semanas, cuando se ha abierto la veda al “georgidandismo” político. El Bimbó y la descoordinación se han apoderado de nuestros políticos. ¡¡Qué bochorno!!

Queridos mortales, vergüenza ajena, que nos está mirando Europa, que los padres de los países europeos no bailan descordinados, que van a academia de baile. ¡¡Que no saben quién es Georgie Dann!!

Cada político ha decidido un disfraz vergonzoso con el que amenizarnos los días hasta el próximo domingo. Han elegido personaje y se están dedicando a representarlo mientras nosotros nos tragamos este bodrio de película que se han montado. Vergüenza, vergüenza, vergüenza.

Por las películas americanas sabemos que los políticos llevan todo tipo de asesores que les indican cómo deben hablar, gesticular, vestir, sonreír, en resumen, actuar. Los asesores de nuestros representantes políticos (¡Ojo! ¡Representantes! ¡Que estos espantos son la imagen que se ve de nosotros! ) se están luciendo, queridos, porque vaya tela marinera.

Pablito, por ejemplo. Se ha metido tanto en su papel de malote que es patético verle pasar del rictus “ceño fruncido” y aleteo de brazos, a la sonrisilla ensayada de “que risa me da esta gente”. Pablo llama “menina” a Soraya con su risa maléfica de malvado de Disney. Como un Jafar de media coleta.


  
Y de Pablo a Pedro. Pedro es caso aparte. Le van a dar el Razzie a la peor actuación en esta campaña. A Pedro le tienen mareado sus asesores, lo mismo le dicen que sonría beatíficamente abriendo las manos en gesto de cercanía (campechano sólo hay uno y no eres tú, querido), como le azuzan para que ladre y demuestre lo machote que es frente al adversario. Y Pedro, que no tiene medida, pasa fácilmente del “no-he-roto-un-plato” al síndrome de Tourette, de Gollum a Smeagol, todo sea por el tesssssoooooroooo. Por no hablar de su imagen “fotochopeada” de las fotos de campaña, directo al Museo de Cera.

  
Alberto Rivershide va de príncipe salvador. Del que nos va a dar el beso para despertarnos de esta pesadilla. Siempre me han dado mala espina los príncipes valientes. ¿Cómo vas a fiarte de alguien que sale de cualquier batalla, ya sea contra dragones, ya contra corrupciones, sin despeinarse? ¡¡Ni que fueran Remington Steele!! Una de dos, o no lo han luchado tanto, o bien han mandado a un paladín a que luche por ellos. (Paladín Marín a la taza nos ha encasquetado aquí).

  
Y, para finalizar, vamos con el cuarto protagonista, dejemos por hoy a los “actores secundarios”. Mariano…ay, Mariano, qué mal asesoradico estás. Mariano ha adoptado en esta campaña el roll de personaje cantarín que acompaña al héroe en sus andanzas, en este caso a la pequeña heroína. Mariano es el burrito de Shrek, el muñeco de nieve de Frozen, el candelabro de La Bella y la Bestia o los ratoncitos de Blancanieves. Mucha cancioncilla y poca acción. Mariano es una taza, una tetera, un cuchillito o un tenedor.

  
Y nosotros, queridos mortales, sin un leñador que nos saque de la barriga del lobo. ¡Un leñador como el de la última peli de Blancanieves, por todos los dioses, despeinado y clavaíco a Thor quiero yo!

Vergüenza ajena….

¿Y ahora, qué? ¿A quién votamos hasta que nos salve Mérida (Mérida o Menina?), la heroína de Brave? Pues me parece que yo votaré “virgencica que me quede como estoy”. Más vale bailar al ritmo de “soy una taza” que al de Georgie Dann. Como diría el Capitán Garfio “Odio a Georgie Dann!”…o era “Odio a Peter Pan?”




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