Artículo de Luis Escribano
Ayer pasó la esperada y pronosticada tormenta. Nada nuevo
que no se supiera. Todos los partidos dirán que han ganado, especialmente los
cuatro más votados, aunque ninguno haya obtenido la mayoría absoluta para
gobernar, ni se vislumbre quién lo hará, si es que se forma gobierno.
Sin embargo, en mi opinión nadie ha ganado: ha perdido
España, y por goleada. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, han obtenido un
número de escaños adecuados a sus acciones e inacciones, y especialmente a la
corrupción que no han querido reducir.
No escuchan a la ciudadanía, y ahora sufren-sufrimos las
consecuencias. Lo advertí en mi artículo del pasado mes de junio, “Los
búnkeres del PP y PSOE”, como también lo expliqué en otros artículos, como
por ejemplo “Bandidos
y estúpidos en los partidos”, demostrando lo que son.
Ni PP ni PSOE quisieron reducir la excesiva presión que
tenía la olla de España, generada por las demandas ciudadanas, que eran y
siguen siendo el resultado provocado especialmente por ambos partidos, únicos
que han disfrutado de mayorías absolutas, por no hablar de la suma de escaños
de ambos partidos. En vez de solucionarlo adoptando las medidas imprescindibles,
taponaron la salida del vapor, y ya ven como hemos acabado.
¿Y cuáles son las consecuencias?
La primera, entrar en un periodo de inestabilidad política
que, en esta época de crisis, no nos convenía. Los ciudadanos que ya lo pasaban
mal, lo pasarán igual o peor, pues la demora en la adopción de las medidas
necesarias provocará un recrudecimiento de la crisis. Es tan evidente como la
caída de los dos partidos, PP y PSOE.
La segunda, si no se adoptan urgentemente dichas medidas,
especialmente las que conciernen a la instauración de una verdadera democracia
(separación de poderes, reforma del régimen electoral, etc.) y a la lucha
contra la corrupción, la inestabilidad política irá a peor, pues ambos partidos
seguirán perdiendo votos que irán a otros partidos que, en mi opinión, pueden
empeorar el problema por muy diversos motivos.
Lo dije en mi anterior artículo y lo repito: los partidos
políticos en España no son la solución a lo que padecemos, dado que son parte del
problema. La ciudadanía debería entender que, sin esas necesarias medidas que
se niegan a adoptar los partidos, no habrá solución. Y los partidos jamás
tirarán piedras sobre su propio tejado, y se defenderán hasta el último
aliento.
Si realmente fueran partidos con dirigentes responsables (aunque
demostrarán una vez más que no lo son), sólo podrían adoptar una solución: el
PSOE debería abstenerse en la votación de investidura de Rajoy con unas
condiciones de regeneración democrática acordadas entre ambos partidos para
que, una vez aprobadas, se convocaran unas nuevas elecciones una vez terminado
ese proceso. España necesita esa operación para evitar que su mínima
recuperación económica se vaya al garete. Si no quitan presión a la olla,
acabará explotando, y será aún mucho peor.
¿Que los españoles hemos decidido que lleguemos a esta
situación? Es evidente, y no hay que ser muy inteligente para saber leer el
resultado de las elecciones y actuar en consecuencia. No hay tiempo que perder,
la situación en la que nos encontramos lo exige.
Pero, como siempre ha ocurrido y seguirá ocurriendo, nuestro
gozo en un pozo…cosas de España.
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