Artículo de Paco Romero
“El ataque del miércoles no lo sufrió Mariano Rajoy Brey, sino el
presidente de España”
“La mejilla izquierda que antes de ayer recibió un puñetazo es la del
pueblo español y, como caminamos hacia un país laico, lo de poner la otra ha de
quedar definitivamente olvidado”
La noticia de la campaña electoral que hoy toca a su fin ha
estado marcada por dos hitos que serán recordados en el tiempo, ambos con el
mismo sujeto pasivo: el Presidente del Gobierno.
El primero a manos de Pedro Sánchez, líder de la Oposición,
que en el único debate cara a cara de esta campaña sobrepasó los límites hasta
ahora permitidos en la disputa política.
El segundo, anteayer, en las calles de Pontevedra, a manos
de un hombretón de 17 años, eso sí de la especie cobarde y gallinácea. Y a él
me voy a referir exclusivamente por el inexplicable anuncio de Rajoy de no
presentar denuncia contra su agresor.
Se equivoca, yerra impunemente el político gallego. El
ataque del miércoles no lo sufrió Mariano Rajoy Brey, sino el presidente de
España, la agresión no fue contra el registrador de la propiedad de Santa Pola,
sino contra el jefe del ejecutivo. Por las calles de la capital pontevedresa
hace dos días no paseaba, repito, Mariano Rajoy Brey aunque él pueda pensarlo,
sino que hacía campaña electoral el jefe de un partido.
Por respeto a la democracia, al pueblo español y a sus
votantes, el Presidente del Gobierno y el Presidente del Partido Popular,
reunidos en una misma persona, tienen -tiene- la obligación moral y el deber
ineludible de presentar la correspondiente denuncia, de dar una lección al
conjunto de la ciudadanía.
Ya está bien de medias tintas. La mejilla izquierda que
antes de ayer recibió un puñetazo es la del pueblo español y, de camino al
laicismo, lo de poner la otra ha de quedar definitivamente olvidado.
Se acabaron las medias tintas: señor presidente, presente de
una vez la denuncia; no puede conformarse con una acusación pública que,
dependiendo de la ganadería fiscal -y pruebas recientes tenemos- solicite el
archivo de las actuaciones por aquello de que “estas cosas entran en el
sueldo”.
Hágalo, no por usted, que está en su derecho de pensar como
quiera, sino por los ciudadanos españoles que nos merecemos un respeto por su
parte, el que usted no nos procura si continúa pensando que el agredido fue un
gallego de nombre Mariano y de apellido Rajoy.
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