Artículo de Sergio Calle Llorens
Hace unos días pensé
en la posibilidad de hacerme donante de órganos. Sin embargo, tras una
prolongada reflexión sobre el asunto, unos cinco minutos más o menos, decidí
que no era una buena idea. Creo que la
imagen de mi corazón palpitando feliz en el cuerpo de un alto cargo de la Junta de Andalucía fue más que suficiente para borrar de golpe mi altruismo.
Luego vino a visitarme un angelito para susurrarme al oído que cientos de
criaturas podrían necesitar mis órganos
vitales algún
día. De nuevo, la visión
de mi cuerpo en la morgue donde una bella señorita trabajaba curiosa sobre él,
me hizo desistir por completo.
Además pudiera ser que mi pene -más conocido como el miembro o también
llamado el superior- fuese trasplantado al cuerpo de un socialista andaluz
impotente. Y claro, lancé al angelito por los acantilados. En serio, yo a esta
caterva no le doy ni la hora, ni la mano en un naufragio y mucho menos el
cipote para dar a las mujeres trote.
En cualquier caso, yo no tengo la culpa de que el personal
se muera en la cochambrosa taifa del sur. Y si tan capital es que el pusilánime
siga deambulando por este valle de lágrimas dominado por “Cara Caballo”, pues que destinen los recursos de Canal Sur a los hospitales. A mí que no
me miren. Yo estoy aquí para contarles las verdad que, como dijo un gran
hombre, es lo más revolucionario que se puede hacer. Especialmente en una
autonomía cuyo nombre debería estar recogido en el código penal como delito gravísimo.
Por otra parte, da igual que la muchachada corra cada mañana
por los Paseos Marítimos o deje de beber porque se van a morir igual. Incluso
antes de lo que esperan. Y el óbito, insisto, no tendrá nada que ver conmigo. Por otra parte, no es solo el código
genético lo que nos condena sino el código postal. La ignorancia mezclada
con la pobreza.
Entiendo que mis palabras pueden herir susceptibilidades
pero, como dijo aquel, se escribe para ofender a alguien pues en caso contrario
estamos escribiendo un ensayito sobre las relaciones públicas. Por eso me alejo
de la corrección política esperando, de alguna manera, que la turba despierte
de su letargo.
Señorías: En el sur,
no tenemos, ni lo tendremos jamás, Estado del bienestar sino el bienestar del
Estado que representa el gobierno confiscador de Andalucía. Una
administración que coarta la libertad con mayúsculas donde a los niños no les
enseñan a pensar por sí mismos, sino a pensar de una determinada manera. Un
mando que condena al trabajador a unas faenas mal pagadas o a la emigración.
Una gerencia en verdiblanco que incluso decide que si uno se encuentra en
estado terminal no pueda ir a la Terminal del aeropuerto a escapar con el
dinero. Y encima, con todo el morro,
quieren que yo les done a estos indeseables el hígado, los riñones y hasta los
testículos de Jehová. Pues ya les digo que no y que me critiquen cuanto quieran
porque, como decía Faulkner, el
crítico suele ser el eunuco en las bacanales.
¡Donante sí, pero de orgasmos!
Genial como siempre, Sergio. !!! Que envidia sana me da el no disponer de tu agudeza !!! Gracias por tus artículos una vez más.
ResponderEliminarMuchas gracias por el cumplido. Un saludo.
EliminarGenial como siempre, Sergio. !!! Que envidia sana me da el no disponer de tu agudeza !!! Gracias por tus artículos una vez más.
ResponderEliminarHay más gente Sergio que sí necesitaría esos órganos. Y es mínimo el riesgo de que vayan a ser implantados en unos de estos "cabeza-hueca". Plantéatelo de nuevo. Esta gente con una calabaza por cabeza sale adelante con el trasplante. Vuelve a planteártelo.
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